La tristeza del Apóstol Santiago. Epílogo: Palabras para Julia
Ha pasado un año y medio desde que a un limpia mezucón le dio por curiosear en la sala de los cristales infinitos, hallándome pálido y helado y rodeado de cuerpos exangües. La policía acudió en masa y Pereda personalmente quemó las cuerdas de mi libertad póstuma. El Halo fue objeto de pulcras purgaciones, y restituído a su legítimo propietario en una ceremonia secreta con ausencias de célebres cad... »