Novela por entregas

La tristeza del Apóstol Santiago. Epílogo: Palabras para Julia

La tristeza del Apóstol Santiago. Epílogo: Palabras para Julia

Ha pasado un año y medio desde que a un limpia mezucón le dio por curiosear en la sala de los cristales infinitos, hallándome pálido y helado y rodeado de cuerpos exangües. La policía acudió en masa y Pereda personalmente quemó las cuerdas de mi libertad póstuma. El Halo fue objeto de pulcras purgaciones, y restituído a su legítimo propietario en una ceremonia secreta con ausencias de célebres cad... »

La tristeza del Apóstol Santiago. Capítulo XXIII: La dama de la intertextualidad

La tristeza del Apóstol Santiago. Capítulo XXIII: La dama de la intertextualidad

El relato se fue haciendo más pobre y magnético y todo se escribía en bastardilla. La historia del detective universitario pasó de ser una farsa ingenua a un terreno despojado de ideas; se mezcló por error la oscura fecundidad de la naturaleza con las lamidas aguas de la muerte y todo fue visto con los ojos de una noche despiadada, esmaltada de estrellas, espantosamente silenciosa. Por unos instan... »

La tristeza del Apóstol Santiago. Capítulo XXII: J.C.

La tristeza del Apóstol Santiago. Capítulo XXII: J.C.

J.C. caminó distraidamente por la sala de las vidrieras inenarrables mientras tarareaba un viejo himno político con sardonismo e indiferencia. Cada una de las entonaciones denotaba una desfachatez absoluta del contenido: subvertido el ritmo, sobrevivía un poso esencialista de precariedad moral. Contribuyendo al denuesto de la musicalidad, se puso a bailar enfervorecidamente al ritmo de su propia s... »

La tristeza del Apóstol Santiago. Capítulo XXI: Cherchez la femme

La tristeza del Apóstol Santiago. Capítulo XXI: Cherchez la femme

El silencio remedó la impostura estudiada y puso en orden los pronombres con los que me oculto. Guardó luto la callada indiferencia, la quietud de los violines en el réquiem, y a tiempo de presentarme de nuevo ante el tribunal de los desheredados, saboreé la sangre amotinada de mi dentadura. Estaba en un coche, maniatado y malherido, un coche espectral que inhalaba a su paso la tenue realidad de S... »

La tristeza del Apóstol Santiago. Capítulo XX: A todo porco

La tristeza del Apóstol Santiago. Capítulo XX: A todo porco

Entre tanto fui atravesando la incorporeidad de un presente prístino con la inocencia de un lector primerizo. Entonces vino el tótem, la sombra del ídolo caído, el mestizaje de las mareas onduladas… La silueta se fue haciendo ovillo bajo los telones sombríos, y en la lírica de las soledades compartidas se cometieron flagrantes errores de la gramática pasional. En la dicotómica impenitencia s... »

La tristeza del Apóstol Santiago. Capítulo XIX: El opio del pubis

La tristeza del Apóstol Santiago. Capítulo XIX: El opio del pubis

El conductor de la ambulancia debía ser novato en esa lección magistral de extravíos y cicatrices que es la ciudad de Santiago de Compostela; sólo una pérfida inexperiencia explica que dirigiese el vehículo directamente a las correosas profundidades del río Pentateuco, que comenzó a devorarnos en su flujo orinado con emergencia y desenfreno. Con más fortuna que habilidad, Julia Veloso y yo consegu... »

La tristeza del Apóstol Santiago. Capítulo XVIII: Deus ex Machina

La tristeza del Apóstol Santiago. Capítulo XVIII: Deus ex Machina

El prodigio de la existencia se fue haciendo menos milagroso a medida que mi cuerpo iba recobrando su absurda condición mortal. Intenté expresar el aire con las manos, pero la fría niebla que me mecía rehuía esquivamente mi tacto. Menguada la esperanza, me incorporé confuso, asimilado ya por la impenetrable bruma que aprisionaba el espacio en un cautiverio desolador. No podía intuir nada por los c... »

La tristeza del Apóstol Santiago. Capítulo XVII: El títere y el carpintero

La tristeza del Apóstol Santiago. Capítulo XVII: El títere y el carpintero

–Sos como la noche límpida, Maga –le increpé a Julia Veloso, cuando me di cuenta de que otra vez ella estaba ausente, y que yo saltaba entre otras novelas, sin llegar a la propia: sería preferible abjurar del plagio . Decidí volver a ser Rubén Luengo un poco más, antes de que el lector que me da vida decidiese que ya estaba bien de pedanterías, y que no hallaba en el Halo el consuelo frugal que só... »

La tristeza del Apóstol Santiago. Capítulo XVI: Bajar a los infiernos

La tristeza del Apóstol Santiago. Capítulo XVI: Bajar a los infiernos

(Nota del autor: Debo pedir disculpas por lo burdo de los tercetos y, especialmente, por lo forzoso de los ripios: pero para parodiar a Dante en una bajada al erebo, se requiere a veces que chirríe la lengüeta de los versos improcedentes. Mi perdón al lector por las molestias que su composición y su longitud puedan causar. ) Canto I En mitad de la vida (o eso creo), mecido aún por el río de orina,... »

La tristeza del Apóstol Santiago. Capítulo XV: Todos los ríos el río

La tristeza del Apóstol Santiago. Capítulo XV: Todos los ríos el río

–¿Qué? La palabra se había dilatado en la oscura esencia de la nada, despojada de emisor y vacía de significado: golpeó el sonido con un repetición metálica en el corazón de la neblina bruna que definía el cosmos. Pero un súbito revés repuso las dimensiones del espacio e implantó un tiempo protésico, con una despiadado puñetazo en un rostro desencajado: –Te he pedido que me expliques l... »

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