Augusta y el fin de la maldición de Sergio García

Pocos objetos del mundo del deporte son tan valiosos como “la chaqueta verde”. Esta prenda es el símbolo del Augusta National Golf Club, uno de los clubes de golf más exclusivos y famosos de todo el planeta. Gran parte de su fama se debe al campo de 18 hoyos que se encuentra dentro de sus instalaciones. Un recinto que alberga año tras año el “Master” el primero de los cuatro grandes torneos que forman parte del circuito de la PGA. Aunque el nombre con el que popularmente se conoce a este evento es el Master de Augusta por motivos obvios. Y ha sido en este santuario donde Sergio García ha roto de una vez por todas su maldición en los grandes torneos.

Porque a casi ningún aficionado a este deporte de se le escapaba que “El Niño” tenía el talento necesario para lograr un título del máximo prestigio. No solo por el famoso British Open perdido en el desempate tras fallar un putt asequible, o el PGA luchado hasta el último instante con Tiger Woods. Sino por su regularidad, por haberse metido en el TOP 10 de los mejores golfistas del planeta durante casi toda su carrera, por sus victorias por lo ancho y largo del mundo y la belleza de sus golpes. Solo necesitaba que la suerte dejara de serle esquiva y que la madurez le aportara la calma suficiente para sobreponerse a sus errores. Solo el largo aprendizaje de toda su carrera le ha permitido ajustar cuentas con el destino. Sin olvidar un importante detalle que da más lustre su triunfo, el gran nivel de sus rivales, especialmente del último escollo que tuvo que superar para vencer en Augusta, todo un campeón olímpico como Justin Rose.

Sergio García celebrando su triunfo en Augusta. Foto vía elespañol.com

Sergio García celebrando su triunfo en Augusta – ©elespañol.com

Para ponerse en situación: el inglés y el español comenzaron la última jornada empatados a 210 golpes tras las tres primeras vueltas al campo. Y a pesar de que arrancaron el día con varios rivales a escasa distancia tras apenas seis hoyos pasó a ser evidente que la lucha por la victoria iba a ser cosa de dos. El buen arranque de García le ponía en una posición de ventaja, con un -8 en su tarjeta frente al -6 del inglés. Una ventaja cómoda que resultó ser efímera. Tanto al llegar al hoyo 12 la situación había dado un giro completo, el marcador ponía a Rose con -8 mientras que García llevaba -5. Además el jugador de Borriol realizó un mal golpe de salida que llevó la pelota fuera del límite de la calle del campó y le obligó a “dropar” penalizando así con un impacto adicional. Una situación que le habría hundido hace unos años, pero que en este caso marcó el inicio de su remontada. Tras salvar el par con tres golpes de alta escuela llegó su remontada, un “eagle” y un “birdie” en los siguientes hoyos le ponían nuevamente empatado en cabeza.

Una situación que le habría hundido hace unos años, pero que en este caso marcó el inicio de su remontada

Lo siguiente fue puro arte. Un duelo de formidables grandes tiros de aproximación que dejaban el torneo al alcance del más preciso en el “green”. Con el “putt” como arma elegida para alzar al nuevo campeón. Y lo cierto es que ambos combinaron muy buenos golpes con fallos en posiciones asequibles. Incluso García tuvo la oportunidad de vencer al fantasma que le ha perseguido desde hace más de una década, el del fallo en el último golpe de un British Open que dejó escapar con todo a favor. El castellonense en una posición casi idéntica a la comentada anteriormente volvió a fallar y llevó al desempate un encuentro que tuvo en sus manos.

Pero esta vez “El niño” supo aprender de sus errores. El de Borriol realizó un juego esplendido mientras que Rose fue el que acusó los nervios. El inglés cerraba el hoyo anotando un boogie que dejaba en bandeja la victoria del español. Y lo hizo como los grandes campeones con un “putt” para “birdie” realmente meritorio que rompía una maldición que no hacía justicia al heredero de Ballesteros y Olazábal. El resto es ya de sobra conocido, Sergio García logro por fin vencer un “major, acercando así su palmarés a la altura de su habilidad con los hierros. Un golpe que borra de un plumazo todas las dudas sobre la calidad de un deportista puesto demasiadas veces en entredicho. Y desde ahora tiene la chaqueta más famosa del deporte como prueba de su destreza.

Foto de portada: RevistaGQ