“Hasta el último hombre” contra los héroes de ficción
Abril, 1942. Estados Unidos ha entrado en Guerra. Su pueblo tiene el orgullo herido por la sangre de casi 2.500 personas vertida por los japoneses meses antes en Pearl Harbor. La vocación de servir a su país y honrar la memoria de sus compatriotas se extiende como la peste entre la ciudadanía. Las redacciones de alistamiento se llenan de nombres. Entre todos ellos, Desmond Dass.
Haber visto las consecuencias de la Gran Guerra reflejadas en el carácter violento de un padre que usaba el alcohol para sobrellevar los días, le había hecho a Dass llevar las enseñanzas del libro sagrado al pie de la letra. Se unió al ejército pese a ello. Esperar a que otros luchasen y muriesen por él no entraba dentro de lo posible. Aplicando el sexto de los mandamientos, el “no matarás”, como carta de presentación, se adentra, no sin previas dificultades, en el infernal campo de batalla de Okinawa, habiendo cumplido su propósito de no tener que tocar ni una sola arma. Se expone a disparos y llamaradas japonesas sin más protección que su propio cuerpo y una pequeña Biblia regalada por su amada, con el único fin de servir como médico bajo el pretexto de: “Mientras todos estén quitando vidas, yo estaré salvándolas”.
Así de particular es la historia de Desmond Dass, el primer objetor de conciencia conmemorado con la Medalla de Honor por el ejército de los Estados Unidos, que falleció en 2006. Mel Gibson tardó 24 horas en aceptar la dirección del guión de Robert Schenkken basado en la historia escrita originalmente por Gregory Crosby. Gibson, que hacía diez años que no se encomendaba a la dirección de ningún largometraje, desde “Apocalypto”, explicó así su motivación para asumir este proyecto: “El panorama cinematográfico actual está plagado de historias de superhéroes de ficción, pero creo que ha llegado la hora de celebrar a un héroe de verdad”.
Llamó a Andrew Knight para acompañar a Schenkken en su labor de guionista y en septiembre de 2015 se fue a Nueva Gales del Sur para comenzar el rodaje que tendría como protagonista al joven Andrew Garfield, conocido por su interpretación de Peter Parker en “The Amazing Spider-Man”. Además un Vincent Vaughn más serio de los que nos tiene acostumbrados, se encarga de dar vida al sargento Howell, superior de Dass con un resultado bastante favorable.

Mel Gibson dirigiendo a Vincent Vaughn durante el rodaje /©ultracine.com
Sin dudas fue una jugada maestra la de Gibson, pues el largometraje además de haber conseguido tres nominaciones en los Globos de Oro en las categorías de mejor película dramática, mejor director y mejor actor-drama, opta también a conseguir seis estatuillas en los Óscar. El neoyorquino podría repetir y llevarse a casa tres de los premios que obtuvo con “Braveheart”, es decir, mejor dirección, mejor película y mejor montaje sonoro, aunque en aquella ocasión la lista llegaba hasta los cinco galardones al sumarse a estos tres el de mejor maquillaje y mejor cinematografía. Cierto es que aquello no fue precisamente inesperado, ya que partía con diez nominaciones y con la premisa de ser la favorita de la Academia de Hollywood, mientras que en esta ocasión y pese a sus seis nominaciones, parece que las votaciones no le serán del todo favorables el próximo día 26 de febrero.
Lo cierto es que todas y cada una de las nominaciones recibidas, tanto en estos premios como en otros celebrados anteriormente, como los Premios de la Crítica Cinematográfica, en los que este trabajo se fue con las manos vacías, al igual que en los Globos de Oro, son del todo merecidas. Se trata de una película de temática bélica capaz de encandilar a espectadores que, como una servidora, son reacios a este género. Hay en ella mucho más que escenas de batallas en acción y la típica historia de un grupo de soldados que sufren entre enfrentamientos armados por estar lejos de su familia.
Gibson nos presenta un trabajo mucho más psicológico al plantearnos la pregunta de hasta dónde está dispuesta a llegar una persona para defender sus principios. Admiro esas películas que, como ha hecho esta, no terminan después de los créditos finales, sino que dejan huella en ti y te dan realmente lecciones de vida. ¿No es para eso para lo que vamos al cine?

“Yo simplemente creo en lo que creo” Desmond Dass /Imagen de Garfield en “Hasta el último hombre”©fotogramas.es
Una gran historia, un drama sin llegar a ser lacrimógeno mezclado incluso con ciertos toques de irónica comicidad y unos efectos visuales realmente logrados en las escenas de acción forman una combinación técnicamente perfecta a mi parecer. Si tuviera que poner una pega, no sería a la película, sino a la Academia que, pese a reconocer la belleza de su montaje y sus efectos sonoros, dejó de lado la fotografía de este largometraje que resultó realmente llamativa y que realizó a la perfección la labor de enmarcar el gran trabajo dramático realizado por Andrew Garfield, que puede quitarse sin lugar a dudas el cartel de hombre araña tras esta brillante demostración de talento.
No sé qué pasará este año en el Dolby Theatre, pero, si “El último hombre” se marcha con las manos vacías, me sentiría realmente decepcionada. El partir como favorita no siempre ha significado la victoria en estos premios, por lo que confío plenamente en la imprevisibilidad de los Óscar y en que el gran trabajo escondido en esta maravillosa cinta se vea recompensado al menos con un par de hombrecillos dorados.