Cortos, los desconocidos de los Goya

Cada año sucede lo mismo. La denominada “fiesta del cine” nos invade. Se habla de cine y de los acuerdos y desacuerdos con las decisiones tomadas por la Academia, pero también de moda, pues los posados en trajes de alta costura llenan las páginas de la revistas del sector. Incluso la política se ve salpicada habitualmente por las críticas para los que algunos galardonados tienen hueco en sus discursos de agradecimiento.  Aquí en España se nos juntan los Goya con los Óscar, celebrados este año con menos de un mes de diferencia.

El ritual se inaugura con el anuncio de las nominaciones a los Goya, aunque para algunos todo comienza ya con las preselecciones a los Óscar en las que siempre algún español se intenta colar en la categoría de mejor película extranjera. A pesar de que Amenábar consiguió, no solo estar, sino ganar esta estatuilla en 2004 con ‘Mar Adentro’, ninguna otra producción española ha conseguido ser candidata en esta categoría desde entonces. Al menos, nos queda el consuelo de ver en la alfombra roja a algunos de los nuestros que son ya habituales en la gala de Los Ángeles y en las grandes producciones estadounidenses.

Olvidémonos de los norteamericanos de momento, es más, olvidémonos también de los españoles de los que se suele hablar. Centrémonos por un ratito en esa categoría que la mayoría cubrimos al azar en las porras que hacemos con los amigos y que cuando llega su momento en la gala la verdad es que esperamos  que pasen rápido para poder volver a lo que de verdad nos interesa. Y es que el cortometraje parece estar infravalorado, no dentro del mundillo, donde existen categorías dedicadas a ellos en los grandes premios y donde cuentan además con un gran número de festivales en los que solo ellos son los protagonistas, sino por los que vivimos el cine desde la butaca.

El cortometraje parece ser considerado por los espectadores como un ensayo antes de pasar a los trabajos realmente importantes, cuando en realidad existe todo un mundo dedicado a ellos

El cortometraje parece ser considerado por los espectadores como un ensayo antes de pasar a los trabajos realmente importantes, cuando en realidad existe todo un mundo dedicado a ellos. El mundo de los cortos no es solo para los jóvenes de la industria que intentan abrirse camino en ella enviando a concursos producciones de corta duración para conseguir financiación para proyectos más ambiciosos. En el caso de los Goya existen tres galardones dedicados a ellos. ¿Es esto propio de un trabajo para aficionados? Los cortos enmarcados en la categoría de ficción no son tan diferentes a las películas que acostumbramos a ver. Prescinden de todo aquello innecesario por falta de tiempo y se centran en los aspectos realmente importantes de la trama, siendo así intensos de principio a fin.

Nominados a la categoría de cortometraje de ficción / ©premiosgoya.com

Nominados a la categoría de cortometraje de ficción / ©premiosgoya.com

El conocido como “el director de Bunbury” por su trabajo dirigiendo el documental sobre el artista, Alexis Morante, es el primero de los nominados dentro de la categoría de cortometraje de ficción. ‘Bla bla bla’ es una producción de tan solo tres minutos y medio que nació con la única intención de ser presentada al NotodomFilmFest como una pieza de calidad sobre la discapacidad evitando caer, según palabras del propio director, “en los clichés del buenismo y el paternalismo”. Un coche compartido y una visión, como poco diferente, del Síndrome de Down que después de conseguir más de veinte premios se lanza a lograr llevarse también el Goya.

No se puede negar que los cortometrajes son una labor muy habitual en los centros de enseñanza. ¿Se imaginan que un trabajo de clase acabe nominado a los premios Goya? Este años encontramos, no una, sino dos piezas que nacieron así y que por su nivel, han pasado de ser trabajos estrictamente académicos, a desbancar a veteranos del gremio como Gaizka Urresti, nominado en dos ocasiones anteriores y que esta vez se ha quedado en el proceso de selección.

‘En la azotea’ dirigido por Damiá Serra, surgió como trabajo de final de curso de un grupo de alumnos de la ESCAC que quisieron contar la historia de unos chavales que cada tarde suben a una azotea y observan a los vecinos que viven en el edificio de enfrente aunque parece que no a todos les interesa mirar las mismas cosas. Esta historia no solo ha conseguido salir de la escuela de cine donde nació, sino que ha viajado también hasta Berlín para participar en el festival internacional de cortos que se celebra este mismo mes en la capital alemana.

En la Escola de Cinema de Reus nació TimeCode, de la mano de Juanjo Giménez Peña, como una práctica de clase. La extraña relación musical entre los guardias de seguridad de un garaje ya se hizo con la palma de oro en el Festival de Cannes entre otros muchos galardones. El corto no solo competirá por ser el mejor cortometraje de ficción en los premios Goya, sino también en los Oscars, donde será el único aspirante español de esta edición  hacerse con el preciado galardón dorado.

Otro que inició carrera hacia Los Ángeles fue Lluis Quilez que, tras haber debutado en el terreno de los largometrajes con el thriller de terror ‘Desde la oscuridad’, regresa a la corta duración con ‘Graffiti’, que finalmente fue rechazada por la Academia de Hollywood. Rodada en Pripyat (Ucrania) el lugar más cercano a la central de Chernobyl al que se puede acceder,  narra el día a día de un joven que parece ser el último superviviente de una catástrofe de no ser porque comienza a recibir mensajes en forma de extrañas pintadas. Las nominaciones a esta categoría la completa Susana Casares con ‘La invitación’ que muestra el drama de la crisis económica vista desde los ojos de una pequeña niña de nueve años que se siente desplazada de sus amigas por no poder invitarlas a su casa.

Nominados a la categoría de cortometraje documental / ©premiosgoya.com

Nominados a la categoría de cortometraje documental / ©premiosgoya.com

El documental es ya de por sí un género marginal dentro de la cinematografía, por lo que si hablamos de corto documental, vista la situación de estas pequeñas producciones, y por pequeñas me refiero al tamaño y no a la calidad, su situación no es muy favorable pese a que existen proyectos realmente interesantes. La historia de un niño sordo llamado Kori que quiere aprender a escribir, es lo que nos ofrece Juan Antonio Moreno Amador al trasladarnos con ‘Palabras de caramelo’ al campo de refugiados del Sáhara donde vive este protagonista. A su vez, Álvaro Longoria opta al mismo galardón con ‘Esperanza’ que se basa en uno de los viajes que el barco de Greenpeace denominado así, hizo al Ártico. Un relato de personas que arriesgan su vida por proteger el planeta aún estando a miles de kilómetros de casa.

Un canto a la vida es lo que hace, a su manera, ‘The Resurrection Club’, codirigida por Álvaro Corcuera y Guillermo Abril. Nos muestran las vidas de Ron, Shujaa, Greg y Albert, cuatro amigos que, tras pasar varios años en el corredor de la muerte en Estados Unidos por crímenes que no cometieron, fueron exonerados y recobraron su libertad. Habría resultado interesante que estos cuatro protagonistas respondiesen a las preguntas que plantea Juan Vicente Córdoba a las personas de la obra que le valió su nominación de este año, ‘Cabezas habladoras’. ¿Quienes sois?¿Qué queréis en la vida? Es imposible conocer el cien por cien de una persona, pues ni a nosotros mismos nos llegamos a conocer del todo bien. Sin embargo, con tan solo las respuestas sinceras de cualquiera a estas dos preguntas, aparentemente sencillas, el director es capaz de dejar expuestos los sueños, las frustraciones y los problemas de los protagonistas de este corto documental.

Puede que de todos los cortos, los que más aceptación tienen en el público sean los de animación. Se reconoce en ellos el duro trabajo que esconden los nombres que aparecen en sus créditos. No podemos reducirnos solo a los cortos que pixar incluye antes de sus películas de vez en cuando,ya que podemos encontrar auténticas maravillas sin necesidad de irnos a las grandes compañías de animación e incluso sin irnos al extranjero. Puede que Hollywood nos lleve ventaja en todo y que domine especialmente el mercado de la cinematografía animada, pero la meca de este sector se encuentra en Annecy, en Francia, y allí nadie duda del dibujo español. Todo el mundo ha oído hablar de Gru, algunos saben incluso que, pese a que se haya lanzado bajo la capa de la industria norteamericana, es en realidad un dibujo francés, pero casi nadie reconoce el nombre de Sergio Pablos, que es de hecho una leyenda viva en el mundo de la animación, como el del ideador de la popular saga.

Nominados a la categoría de cortometraje de animación / ©premiosgoya.com

Nominados a la categoría de cortometraje de animación / ©premiosgoya.com

Pablos es solo un ejemplo, y sin necesidad de buscar los españoles repartidos por el mundo en los estudios de animación más importantes podemos encontrar proyectos un poco más modestos pero igualmente fantásticos como los de los cuatro nominados a la categoría de cortometraje de animación de los Goya de este año. Un camaleón ligón y un poco patoso en 3D,  es la propuesta de Alan Carabantes y Marc Briones, que bajo el nombre de ‘Darrel’ ya ha triunfado en el festival de Sitges y en el Summa3D.

‘Decorado’ de Alberto Vázquez es la favorita para llevarse a casa el premio tras haber triunfado en diferentes festivales incluido el de Annecy. Es algo más serio que la desenfadada historia del simpático camaleón, pues pese a estar protagonizada por animales, estos tienen problemas muy humanos y se mueven en ambientes bastante oscuros. Compuesto por diferentes historias aparentemente desconectadas entres sí el director pretende hacer que el espectador reflexione sobre su propia existencia. Coke Riobóo no teme a la favorita y busca repetir el éxito que tuvo con ‘El Viaje de Said’ hace diez años. Esta vez su propuesta es una divertida crítica a nuestro país a través de nuestros tópicos más reconocibles bajo el título de ‘Made in Spain’. Valle Camba y su corto ‘Uka’, deja a un lado el humor para contarnos, en apenas tres minutos, la historia de una niña que vive sola en una fábrica abandonada y cómo su mundo entero cambia cuando un rayo de Sol entra por la ventana.

Más que un mundo, el de los cortometrajes es un universo

La distribución de los cortometrajes no está orientada al público de a pie. La idea más aceptada es la de que los cortometrajes son solo para entendidos en la materia, salvo alguno que se vuelve viral y nos envían por Facebook, aunque esto sea  completamente absurdo. Más que un mundo, el de los cortometrajes es un universo. Animación, comedia, drama, ficción, fantasía, terror… hay un corto para cada gusto, pero lamentablemente no nos molestamos en adentrarnos en ellos y conocerlos. Y aunque haya millones de opciones por lo menos los cortos nominados a los premios cinematográficos más importantes del país deberían ser conocidos y valorados, para que su momento en la gala  deje de ser en el que todos desde casa aprovechan para comentar lo bonito que era el vestido de Belén Rueda.