Rita Barberá, la fallera mayor de Valencia
El legado de Rita Barberà no finalizó en 2015, cuando los valencianos fueron llamados a las urnas para escoger al próximo presidente de les Corts Valencianes. En ese preciso instante, la corrupción azotaba a un Partido Popular impasivo, ajeno a las críticas y centrado en volver a ganar las elecciones autonómicas. Las gaviotas mediterráneas confiaban en el significado de la figura de Barberà en la capital del Turia. Sin embargo, la mascletà ya había empezado su recorrido y algunos petardos chispeaban a la alcaldesa.
Por escasos votos, el pueblo inclina la balanza hacia el candidato de izquierdas, Joan Ribó. El golpe más duro de Rita fue pasar a segundo plano. Tras 24 años en el poder, el monumento central de la falla empieza a quemarse. El calor abrasa a los ‘ninots’ que estuvieron a su lado durante su mandato: Francisco Camps, David Serra, María José Alcón, Vicente Burgos, y un largo etcétera.
Hasta 2014, Barberà era el tótem de un universo con fisuras que profundizaban de manera vertiginosa. Su leyenda empezó a tambalearse cuando, el 23 de febrero de 2015, en la Cridà fallera, protagonizó un discurso incoherente y repleto de tropezones lingüísticos ante el público del que más sustento recibe: los falleros. El episodio del ‘caloret’ cataliza el escaso empleo de la lengua valenciana en eventos patrimoniales.
Manuel Fraga fue su mentor antes de presentarse a la alcaldía en Valencia
El escándalo incrementa cuando Compromís lanza Ritaleaks, una web documental que hacía públicos gastos de difícil justificación del Ayuntamiento de Valencia en años de crisis, atribuidos a una alcaldesa que, hasta el momento, se mantenía en la periferia de los casos de corrupción. En vísperas de las elecciones, estalla el Caso Imelsa que salpica a los dirigentes más cercanos a Rita. Con todo, el Partido Popular pierde la mitad de los votos en Valencia. Ante su desplome, renuncia al acta de concejal y, dos meses después, dimite como diputada en les Corts Valencianes para optar por una plaza en el Senado territorial.
Al mismo tiempo, sus compañeros piden reflexión sobre su estancia en las líneas del partido, convirtiéndose en un lastre. Las filas más jóvenes del PP reclaman a gritos una limpieza de personal. La macro operación de corrupción que parece destaparse en la Comunitat Valenciana perjudica a la imagen nacional y, sobre todo, a la pérdida de confianza y credibilidad.
Cuando las cosas no podían ir peor para La Jefa, el Juez del Caso Taula imputa a Barberà por presunto blanqueo de dinero, ante unas grabaciones que señalan su implicación en la trama. La negativa de su participación recibe el apoyo del Presidente en funciones -en aquel momento- Mariano Rajoy y María Dolores de Cospedal. A pesar de las acusaciones, Rita no se plantea desaforar su escaño, pero, por respeto a su partido, solicita la baja en PP. Su primera comparecencia al Tribunal Supremo su intervención fue breve pero intensa. El juez volvió a citar a Rita para una segunda declaración a finales de noviembre. Cinco días antes, fallece a causa de un infarto en un hotel de Madrid.
Su muerte provoca distensiones sociales. La presión mediática a la que estuvo sustenta desde que el pirotécnico encendió la traca, desgastaron su figura personal. Celia Villalobos culpaba a los medios de comunicación de “haber condenado a muerte” a Rita por la persecución que acometía la prensa. Por otro lado, sin embargo, las nuevas generaciones exigían la renovación de un Partido Popular desgastado y apartaban a Rita del poder.
La reina de la discordia
Hija de periodista, José Barberà trabajó como redactor de El Tradicionalista y corresponsal en Roma de El Siglo Futuro. Luego trabajó en los primeros días del diario Levante y en 1940 fue nombrado director de El Correo Gallego. 13 años después regresa a Valencia y es elegido presidente de la Asociación de la Prensa, cargo en el que se mantuvo durante 30 años.
Rita hereda su pasión por el periodismo. Estudió Ciencias Políticas, Económicas y Empresariales en la Universidad de Valencia y Ciencias de la Información en la Complutense de Madrid. Antes de entrar en política trabajó como periodista en ‘Radio Valencia’ y como redactora Levante.
Con 25 años gana la Olimpiada del Humor y se declara, ‘Musa del Humor’. Tres años después, Barberà se afilia a Alianza Popular (AP). Manuel Fraga fue su mentor antes de presentarse a la alcaldía de la ciudad de Valencia. En 1987 llegó a ser candidata, con 476.000 votos. Cuatro años después, consiguió la alcaldía gracias a su coalición con Unión Valenciana, liderada por Vicente González Lizondo.
A pesar de que el acuerdo prestablecía la alcaldía compartida en dos años para cada caudillo, Barberà presidió los cuatro. Desde entonces, La Jefa gozó de la mayoría absoluta en les Corts Valencianes, hasta que la implosión de tantos cohetes terminó por quemar, poco a poco, a la fallera valenciana.