Oda al sedentarismo

En los últimos años, los mal llamados runners se han convertido en uno de los grupúsculos predilectos de las mordaces críticas de los entendidos de la vida. En cierto modo, este enjuiciamiento tiene parte de justificación: el elevado nivel de popularidad que ha adquirido esta práctica ha provocado que su número de adeptos se haya incrementado de forma desmesurada en muy poco tiempo, lo que conlleva irremisiblemente que el número de idiotas pertenecientes a este grupo también haya aumentado. Es estadística pura, que dirían los pingüinos de Mixta.

De este modo, actualmente a la figura del corredor se le atribuyen una serie de características negativas. Es una obviedad, pero no todas las personas que practican este actividad son seres alienados, carentes de sentido común y cuya única pretensión consiste en correr más distancia y más rápido. La propagación de este deporte ha desdibujado al corredor, reduciéndolo prácticamente a una caricatura de sí mismo. Así, en las últimas semanas han proliferado en varios medios online una serie de artículos —todos ellos sospechosamente similares en cuanto a estructura y terminología utilizada— destinados a desmitificar los supuestos beneficios que lleva consigo correr. Bajo la premisa de “correr es la peor manera de ponerse en forma”, varios redactores pretenden disuadir a la gente de practicar este deporte, quizás para incentivar el consumo de hamburguesas del McDonald’s o para fomentar el sedentarismo, dos modos mucho más saludables de “mantenerse en forma”.

Típica fotografía tonta que mitifica la práctica del running. | ©Pinterest

Varias marcas deportivas han contribuido a mitificar la práctica del running. | ©Pinterest

En uno de esos artículos podemos encontrar una sentencia demoledora: “correr es lamentable”. El argumento que sustenta esta interesante teoría es que puede provocar lesiones musculares y de articulaciones, por lo cual podemos deducir que lo mejor que puede hacer la humanidad es renunciar al noventa por ciento de la actividad deportiva y jugar al parchís o al dominó para así evitar que alguien se tuerza un tobillo. Esta serie de pseudo-reportajes, además, giran en torno a la idea de que las personas que corren lo hacen exclusivamente porque quieren adelgazar. O bien son obesos que desean un cuerpo esbelto y atlético, u obsesos del deporte que no dudarían en poner en riesgo su integridad física por conseguir una mejoría en sus registros.

Con respecto al tema del adelgazamiento, en los artículos aparece un supuesto experto que asegura que esprintar es un modo más efectivo que la carrera continua a la hora de perder peso. Esto es bastante obvio: a mayor intensidad, mayor beneficio para el organismo. Sin embargo, no parece que lo más inteligente para una persona con sobrepeso sea ponerse a realizar entrenamientos a alta intensidad, básicamente porque el índice de lesiones producidas en este tipo de entrenamientos es mucho mayor, especialmente en personas que no están habituadas a hacerlos.

La mayoría de problemas derivados de este deporte surgen del desconocimiento y la obstinación de quienes lo practican, no del propio hecho de correr

Estos artículos coinciden en señalar que correr es una actividad absurda cuya incidencia en la salud de quienes la practican es mínima, basándose únicamente en el impacto físico que tiene y dejando de lado lo que puede aportar desde el punto de vista emocional o psicológico. En todos ellos se perciben actitudes tendenciosas, pues asumen que los problemas derivados de este deporte tienen como raíz el propio hecho de correr, cuando la mayoría de ellos surgen del desconocimiento y la obstinación. Entrenar en exceso, realizar incorrectamente los estiramientos, no seguir unos hábitos alimenticios saludables… el problema no es correr, el problema es no saber correr.

Otro aspecto que se trata en los artículos concierne a la denominada muerte súbita, en concreto a la posibilidad de que esta sucede durante la práctica deportiva. En los últimos años han aumentado los casos, motivo por el cual en uno de los reportajes se recomienda no correr para evitarla. Sin embargo, los registros señalan que la muerte súbita es más probable en corredores no habituales que en aquellos que realizan esta actividad con frecuencia. Por tanto, la solución radica en educar y concienciar acerca de este deporte, para que todos aquellos que lo practican sean conscientes de cómo evitar los problemas relacionados con él. Es totalmente cierto que el “running” se ha contaminado en exceso en los últimos tiempos, fruto del ambiente deletéreo en el que se mueve, pero la forma de hacerlo progresar consiste en elaborar críticas constructivas, no en articular reportajes sectarios y destructivos. El problema es el de siempre: lo segundo vende más.

 Fotografía de portada: ©Podiatry Today