El año que se lleva a Leonard Cohen

Los titulares hablan de un año negro para la música, dicen que estos doce meses se han perdido demasiadas vidas en el gremio. Bowie, Prince, Glen Frey, Keith Emerson, Greg Lake, “El Habichuela”, Manolo Tena, Juan Gabriel y, hace apenas unos días, también una gran parte del icónico coro de Moscú y George Michael. Han sido muchos, bastantes más que los mencionados, pero al menos Cohen, del que nos despedimos a principios de noviembre, nos dejó un último regalo para consolarnos antes de irse.

El diez de noviembre se hacían eco las redes sociales del anuncio de su fallecimiento, que había tenido lugar tres días antes en Los Ángeles. Sabíamos de su edad, 82, de su deteriorado estado de salud que le había mantenido fuera de los escenarios, incluso que el propio artista decía estar “preparado para morir”, pero que fuese más o menos esperado no hizo que su marcha fuese mejor recibida entre sus seguidores.

Carátula de "You want it darker", últimomtrabajo de Cohen

Carátula de “You want it darker”, último trabajo de Cohen

Tan solo diecisiete días habían pasado desde que saliese a la venta You want it darker, su decimocuarto y último trabajo. Una despedida o, si lo prefieren, un aviso de lo que el artista sabía que irremediablemente iba pronto a pasar. Un último pedacito de él, de su vida, de su profunda voz y de su alma, plasmado a través de los acordes y letras de nueve temas que recuerdan al mundo la importancia y la belleza de su obra, que se queda con nosotros aunque él se haya ido.

Cohen nacía en Montreal el 21 de septiembre de 1934 con una gran pasión por la escritura, especialmente por la poesía, lo que le llevó a dedicarse inicialmente a la literatura, aunque por el año 1966 ya era habitual su presencia en los escenarios de los clubs de música folk del Greenwich Village de Nueva York. Es precisamente la calidad de las letras, que son poemas y no solo estrofas y estribillo, lo que hizo de su música una referencia de gran valor para muchos de los cantautores contemporáneos.

“La poesía es solamente la prueba de que hay vida. Si tu vida se está quemando bien, la poesía no es más que la ceniza”, decía Cohen, y fue precisamente uno de sus poemas en donde se encuentra el origen de Suzanne, la canción que le abrió las puertas de la industria musical. La historia de su encuentro personal con Suzanne Verdal, esposa del escultor Armand Villancourt, le había inspirado a Cohen los versos que se escondían bajo el título de Suzanne Takes You Down, dentro de uno de sus poemarios. Estos versos son a los que Judy Collins en 1966 quiso poner música y voz, lo que hizo empezar a hacer sonar el nombre del canadiense en algunos círculos, a la vez que la compleja personalidad oculta tras la letra comenzó a sembrar la curiosidad de algunos.

Concierto de Cohen a principios de los 70/©Cordon Press

Concierto de Cohen a principios de los 70/©Cordon Press

El punto de inflexión para el lanzamiento de su carrera musical tuvo lugar el mismo año cuando, al tocar en el Festival de Folk de Newport, el famoso cazatalentos del sello CBS, John Hammond, se decidió a hacerle un hueco en la industria. Su primer trabajo fue sencillo en todos los aspectos, poco más que su voz y su guitarra para hacer destacar las letras de sus poemas, incluida su versión de Suzanne. El trabajo bautizado bajo el nombre de Song from Leonard Cohen colocó al artista entre los cantautores del momento gracias al contenido intimista de sus textos, a su postura progresista reflejada en ellos y a la compleja personalidad que el autor dejaba entrever entre las palabras. Personalidad que había sido tallada por un pasado familiar marcado por la prematura muerte de su padre y una mala relación materno-filial que terminaría con el internamiento de su madre en un hospital psiquiátrico, a la vez que un joven Cohen abandonaba la casa famiiar.

Se rumoreó tras la salida al mercado de sus Greatest Hits en 1977 sobre un posible retiro del canadiense, que quedó totalmente desmentido con la llegada de Death of a Ladies’ Man (1977) trabajo que se vió perjudicado por las continuas discusiones entre Cohen y el productor Phil Spector durante el proceso de grabación, y posteriormente la de Recent Songs (1979), con el que volvió a sus inicios musicales retomando la sencillez.

©Cordon Press

© Cordon Press

La llegada de los años ochenta y con ellos nuevas corrientes musicales desplazó al canadiense de la primera fila. Sin embargo, esto no afectó al artista pues, como el mismo dijo en una ocasión, “no hay que ser pesimista ni perder la esperanza”, por lo que se lanzó a una nueva disciplina artística. Escribió, dirigió y protagonizó el cortometraje I am a hotel, por el que recibió el Gran Premio del Festival Internacional de Televisión de Montreaux. Unos meses después de ello, lanzó al mercado Various Positions (1984), en el que inevitablemente aparecían rasgos propios de la modernidad musical del momento. Entre los temas de este trabajo encontramos Hallelujah, uno de los temas más aclamados de Leonard Cohen que pasó desapercibido hasta que John Cale en el 1991 y Jeff Buckley en 1994 lo popularizaron con sus respectivas versiones y lo convirtiesen casi en un himno versionado por más de ochenta artistas. ¿Quién le iba a decir a Cohen que el empleo de la simbología judeocristiana iba a ser tan eficaz a la hora de expresar lo bueno y lo malo del querer?

Su siguiente trabajo, I´m your man, le devolvió a la primera división de artistas del momento, de donde nunca más descendió. En The future (1992) destaca la canción Chealsea Hotel, que cuenta la noche que buscando a Briggitte Bardot, acabó teniendo una noche de amor con la cantante Janis Joplin. Este fue su único álbum de estudio de la década de los 90, pues tras la gira de presentación tomó la decisión de ingresar en Mount Baldy Zen Center, el monasterio de Sasaki, un monje zen que llevaba trasmitiendo sus enseñanzas a Cohen más de veinticinco años. Tenía por aquel entonces sesenta años y estaba atravesando una mala época en la que el alcohol había hecho estragos en su salud.

Escena del documental sobre su returo espiritual "Leonard Cohen: Printemps 96"

Escena del documental sobre su retiro espiritual “Leonard Cohen: Printemps 96”

“El camino espiritual es un mundo en el que hombres mucho más fuertes que yo, mucho más valientes, más nobles y generosos, se han quedado hechos trizas”, declaró Cohen tras salir del monasterio. Seis fueron los años de reclusión espiritual, nueve los de silencio creativo y cinco los álbumes que aún le quedaban por publicar antes de irse definitivamente.

Deja así tras él una vida de búsqueda espiritual en la que pasó del judaísmo de su núcleo familiar, al budismo en el que encontró la paz en su madurez, llegando incluso a interesarse por la cienciología. Una vida de canciones tristes de desamor cantadas con una voz tan profunda como el significado de sus letras. Muchos son los que lo toman de ejemplo, no pudiendo ninguno, al menos de momento, hacerle sombra, pues Leonard Cohen no era solo su música y sus letras, sino también su alma en busca de paz, su corazón roto y su prodigioso cerebro creativo.