Cineuropa 2016: Nasty Baby

Freddy (Sebastián Silva) es un artista que vive con su pareja Mo (Tunde Adebimpe) en Brooklyn. Él y su amiga Polly (Kristen Wiig) están pensando en tener un hijo juntos.  A Freddy le fascina la idea de ser padre, de crear una réplica genética de sí mismo. Está preparando una obra en la que explora esta idea mostrándose a si mismo como un bebé a la que va a llamar Nasty Baby.

Nasty Baby es también el nombre de la película que el director chileno Sebastián Silva dirige, escribe y protagoniza, y en lo que consiste es en crear un ambiente ligero y agradable en el que sumergir al espectador, para, cuando está seguro y tranquilo, despedazarlo.

© moviemail.com

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La película comienza mostrando cómo Freddy, Mo y Polly viven cómodamente en un vecindario en Brooklyn. Parece que, narrativa y visualmente, estamos a punto de ver una comedia indie ligera. Quizá una reflexión sobre modelos de familia no tradicionales, o gentrificación. Los personajes nos resultan sencillos de identificar: sus peculiaridades los convierten en clichés. Tienen manías e imperfecciones, pero resultan, en general, agradables. Podrían ser cualquiera de los espectadores, o cualquiera de las personas que el espectador conoce. Viven una vida cómoda en la que no falta nada y no hay mayor problema que el de no poder concebir, un problema que tiene solución.  El director nos está diciendo, tranquilos: en la película que vais a ver no puede pasar nada malo.

Hacia el último tercio de la película esta expectativa tan cuidadosamente construida se destroza. Silva introduce un giro de guion que rompe el ambiente de seguridad que con tanto mimo había construido. En la vida de los protagonistas de Nasty Baby hay un elemento que los molesta: un vecino. Y las tensiones que en la primera parte parecen formar parte de una convivencia corriente, se llevan al extremo a medida que se acerca el final de la película.

© culturafetendotcom.com

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Nasty Baby no es moralista ni pretende cuestionar a nadie, es ambigua. Pero sí reflexiona sobre el fenómeno de la gentrificación a varios niveles. El conflicto que tiene lugar en la película se da por la convivencia que existe entre los vecinos del barrio, y la cinta muestra la crueldad a la que se puede llegar bajo la aparente corrección política. El director explica que parte de una situación real, de una experiencia propia, para llegar a la que presenta en la película: es una situación que llama de “qué pasaría si”, en la que se deja ver hasta donde es capaz de llegar un personaje y cómo la realidad difiere con las expectativas que nos habíamos creado de él.

Hay un punto en la película en el que se ve de forma clara que lo que se ha visto hasta ahora va a cambiar: la visita de Freddy, el protagonista, a una galería de arte. El tono ligero de la película comienza a cambiar y la tensión e incomodidad empiezan a crecer en el espectador. El problema de Nasty Baby es que, efectivamente, el tono amable de la primera parte de la cinta está muy bien construido. Y cuando llega el giro y todo eso se rompe para dar paso a una historia mas dura e incómoda y a una visión mucho menos amable de los personajes, pensamos que estamos ante una película distinta y no termina de encajar. Quizá es porque la primera parte construye ese ambiente en la trama de Polly, Mo y Freddy intentando concebir y no en una visión más general de sus vidas.

© apolocinegay.blogspot.com

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La película de Silva muestra un barrio común que vive un fenómeno cada vez más común y unos personajes comunes intentando llevar a cabo un proyecto de vida. Forman parte de lo que se considerarían colectivos minoritarios, pero son la imagen del privilegio. Nos hacen sentir cómodos. Y cuando aceptamos la promesa del director de que nada va a salir mal, nos da una puñalada. Esta puede funcionar mejor o peor, y supongo que en este caso depende mucho del espectador y las expectativas que se haya creado.

© backseatmafia.com

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Nasty Baby consigue generar dos atmósferas opuestas en la misma película y llevarnos de lo amable a lo más incómodo. Reflexiona sobre los problemas que la gentrificación puede crear y a dónde puede llegar el ser humano, pero sin moralizar ni sacar conclusiones, y crea unos personajes que establecen una relación cambiante con el espectador. Funcione o no para nosotros su giro argumental, Nasty Baby ofrece suficiente para darle una oportunidad.