Cineuropa 2016: Sangue del mio sangue

Marco Bellochio, director de Sangue del mio sangue, dirigió I pugni in tasca en 1965, su primera película, en la cual la leyenda Ennio Morricone fue el responsable de su banda sonora. Con más de veinticinco películas a sus espaldas, el veterano director italiano sigue fiel a su estilo mostrando en sus obras su visión de la sociedad italiana y sus ideales en temas como la religión o la política. Bellochio vuelve a rodar en Bobbio, su pueblo natal, tal y como había hecho en su primera película y en otras muchas a lo largo de su voluminosa filmografía.

La Iglesia, el amor, el odio, la vengaza @Sensacine

La Iglesia, el amor, el odio, la venganza | @Sensacine

Sangue del mio sangue nos sitúa en la Italia de la Inquisición del siglo XVII, en un convento dónde a una joven se le acusa de seducir y provocar el suicidio de su confesor tras haber realizado un pacto con el diablo. Benedetta, a la que da vida Lidiya Liberman, deberá confesar sus prácticas demoníacas para librar de pecado al joven suicida y así pueda éste descansar en paz. Para ello, el hermano gemelo del difunto, interpretado por Pier Giorgio Bellocchio, hijo del director del film, intenta convencerla de ello. Es así como la película echa a andar, con un ritmo narrativo que parece no arrancar hasta más allá de la media hora de metraje, donde Bellochio ya pone de manifiesto el amor y la sociedad italiana como grandes temas de la película. Un amor tanto carnal como emocional que se presenta como la fuerza más potente de la película, capaz de sobrepasar tanto barreras físicas como psicológicas.

La película, con dos grandes partes diferenciadas en su desarrollo, nos traslada en el segundo acto a la actualidad, pero situándonos en el mismo espacio, el convento, en el cual ahora reside un vampiro. Un convento convertido en metáfora de Italia, que como se explica, ha llegado a ser una cárcel real. Bellochio descoloca en un primer momento al espectador, que a medida que prospera la segunda parte de la película comienza a encajar las piezas del puzzle. Ha pasado el tiempo, han nacido y han muerto hombres y mujeres, pero el amor, las instituciones, la moral y los ideales continúan, prácticamente inalterados por el paso de los siglos. Es ahora, a medida que la película avanza, donde la propuesta de Bellochio comienza a cobrar sentido.

La banda sonora actúa como elemento determinante para guiarnos a través de los sucesos acontecidos en el pueblo de Bobbio. Un termómetro de emociones que consigue compasar marcando el ritmo narrativo y anímico de una película que va de menos a más. Su avance sosegado y paulatino en el siglo XVII se rompe en la trama actual, acelerando las acciones por medio de diálogos más dinámicos, la introducción de la comedia en mitad de la tragedia y los símiles y metáforas con la época anterior.

La sociedad italiana juega también un papel determinante en el transcurrir y en el desenlace de la trama. Inmiscuida en una realidad enmarcada en la ignorancia y el abuso de poder, tal como acontecía en los tiempos de la Inquisición, los habitantes del pueblo de Bobbio se encuentran sumergidos en una especie de burbuja dañina, lastrados por la corrupción de sus políticos locales y nacionales. Bellochio realiza así un recorrido por la evolución de la sociedad de su país, inmersa en una profunda crisis que parece añorar tiempos mejores.

Finalmente, en el último tramo de la película, la bifurcación temporal se yuxtapone permitiendo al espectador volver a enfocarse en el tema capital de la película, volviendo a lanzar el amor como la fuerza más poderosa del universo, capaz de sobreponerse al poder, al tiempo, al espacio y a cualquier elemento que se interponga en su camino.