Blanca NBA

Damian Lillard y Stephen Curry | ©thehalkreport

Damian Lillard y Stephen Curry | ©thehalkreport

Se repite todos los años y en todas las competiciones. Es el síntoma del cuadro en blanco en el que todo es posible. En agosto yo creo firmemente que el Dépor puede ganar la liga. Ahí está la tabla clasificatoria con todos los apartados a cero, la más bonita de las imágenes que motivan a creer que todo es posible. En Agosto yo soy aquel aficionado del Leicester que decidió poner un puñado de libras a la victoria de su equipo porque, qué coño, todos empezamos de cero.

Pero después de esta introducción debo aclarar que el mes que realmente me obsesiona con un cuadro en blanco es Octubre. La NBA, la madre de todas las competiciones, tiene a bien de comenzar a finales de este mes tras un interminable parón de más de cuatro meses. Todas las expectativas creadas durante el verano se acumulan y explotan en mi cerebro durante las últimas semanas de espera. El verdadero encanto radica en que la NBA es la única competición en la que puedo estar realmente interesado en todos los equipos. Imagínense las posibilidades que ofrecen treinta cuadros en blanco para treinta franquicias distintas.

El verdadero encanto radica en que la NBA es la única competición en la que puedo estar realmente interesado en todos los equipos

En octubre yo estoy realmente preocupado por la salud de Chris Bosh, creo que Joel Embiid será el próximo Hakeem Olajuwon y veo a los Celtics peleando en la final de conferencia frente a los Cavaliers. Durante varios días calculo las opciones que tiene Utah de meterse entre los cuatro primeros del Oeste si le respetan las lesiones (y mientras le doy a la cabeza Hayward es el primero en caer), confío en la solvencia de los Spurs e imagino a los Grizzlies completando un curso decepcionante. Antes de empezar la temporada sueño con Devin Booker convertido en la metralleta definitiva, se me cae la baba al pensar en el huracán que desatará Westbrook y ansío con ver a su anterior compañero arrodillarse (¡en mi cuadro en blanco todo es posible!). En los últimos días de espera me cuestiono si Carmelo Anthony será una buena elección para la Fantasy y me despierto en mitad de la noche con el recuerdo de Paul George rompiéndose la pierna. Cuando llega el otoño los Bucks aspiran a asaltar la banca liderados por un griego todoterreno y los Pistons vuelven a ser los Bad Boys si la ecuación le sale bien a Van Gundy. Tantas esperanzas, dudas y sospechas que solo pueden resolverse cuando el balón comience a circular de mano en mano.

Hubo sin embargo un día en el que el sol tardó en salir. Siempre recordaré el 2011 como el año en el que octubre duró tres meses. Las negociaciones por el nuevo convenio entre propietarios y jugadores desembocaron en un cierre patronal que amenazó con la cancelación total de la temporada. Para el curso 2011-12, el mundo estaba dispuesto a quitarme el baloncesto (¡mi baloncesto!) en una trama digna de película catastrofista. Finalmente, tras la tormenta la luz brilló con más fuerza que nunca en un regalo que jamás olvidaré. La NBA volvió en el día de Navidad, el mejor día que existe para ver baloncesto. En cuanto el anuncio se hizo efectivo, TNT preparó un vídeo promocional destinado a recordarnos que todo vuelve por Navidad, también la NBA. Cuando por fin terminó el octubre más largo ahí estaba yo dispuesto a disfrutar de todos los partidos que llenarían mi cuadro blanco. Y mereció la pena esperar, como siempre. Porque lo mejor de todo es que en la NBA las expectativas no solo se cumplen sino que se superan con creces.

Kyrie Irving LeBron James y Kevin Love | ©sportsawakening.com

Kyrie Irving LeBron James y Kevin Love | ©sportsawakening.com