Susana Rodríguez: “Todos los países tienen algún caso de gente dudosamente elegible para competir en deporte paralímpico”

Era marzo de 2014 cuando Susana Rodríguez entraba en un bar santiagués para ser entrevistada por Compostimes. Estudiaba Medicina y se preparaba para conseguir su gran sueño: ir a unos Juegos Olímpicos. Por aquel entonces, además de las hazañas deportivas conseguidas hasta el momento, tenía muchas cosas que contar sobre las interioridades del deporte paralímpico. Decidió esperar a que pasasen los Juegos y, también, prometió contestar de nuevo a las preguntas de este medio. Susana fue a Río y volvió con un diploma olímpico que no la satisface plenamente. Tiene esa intención de superarse cada día que sólo se reconoce en las caras de los ganadores. Su discapacidad visual no le impide vivir la vida con la máxima exigencia, tanto en la Medicina como en el deporte. La superación y el esfuerzo son sinónimos de su nombre.

Susana Rodríguez en el Campus Sur de Santiago, donde entrena | ©Andrea Oca

Susana Rodríguez en el Campus Sur de Santiago, donde entrena | ©Andrea Oca

Nos vimos en 2014 para una entrevista en un momento en el que no habías acabado Medicina y todavía faltaban dos años para los Juegos.

Los dos últimos años antes de Río fueron muy duros aunque también los disfruté. Hice mi último año de carrera y tenía prisa por acabar, estaba preocupada por si no aprobaba, aunque siempre lo había hecho. Después tenía que preparar el examen del MIR así que pase unos meses intensivos en una academia. Justo el año pasado empezó el proceso de clasificación para Río y se juntaron bastantes viajes con la preparación del MIR, sabía que estaba apostando más por la competición y al final me vi un poco apurada. Pero el resultado fue bueno en ambos objetivos.

¿Cómo combinas dos tareas tan exigentes en tu rutina diaria?

Entrenaba cuatro o cinco horas, y en los ratos libres estudiaba. Cuando me iba a un viaje, me llevaba los diferentes cuadernos de la academia y trataba de cumplir el plan de estudio lo máximo que podía. Pero, realmente, hasta que terminó la temporada nunca le pude dedicar el cien por cien porque en 2015 tenía que preparar el Mundial de Chicago, la prueba que más puntúa para Río. En los dos últimos años prioricé la parte deportiva, pero sin descuidar los estudios. Fueron unos años exigentes.

¿En algún punto te planteaste si lograrías seguir ese ritmo?

Tuve dudas de cómo me iba a salir el MIR porque mis amigos le dedicaban más tiempo, sabía que por lógica tenía menos papeletas de que me saliese bien, que era un riesgo. Pero no me paré a pensar que no iba a poder hacerlo, tuve bastante confianza. Si hasta ese momento había hecho las cosas, ¿por qué no iba a seguir haciendo lo que me proponía?

Además cambiaste de guía cuatro meses antes de los Juegos.

Fue muy difícil, tuve que acostumbrarme a trabajar con otra persona que además nunca había sido guía pero nos coordinamos bien desde el principio. Llevaba cinco años con Mayalen Noriega y ya habíamos conseguido muchas cosas juntas, nos faltaba ir a los Juegos. Pero llegó un momento en el que falló la relación personal. Tienes que estar en concentraciones, en Río fue todo el verano, así que preferí a una persona con la que estuviese a gusto. Llegó un punto en el que no disfrutaba, y cuando no disfrutas de algo que te encanta…

Es clave que vuestros ritmos deportivos estén coordinados.

Me preocupé de informarme bien, de buscar a la persona adecuada, no vale cualquiera. Tiene que ser alguien con más nivel que tú. Mabel Gallardo (la guía elegida) se dedica al triatlón, lleva años entrenando y compitiendo. Tuvimos que entrenar bastante, sobre todo en el tándem, pero nadando y corriendo iba mejor con Mabel que con Mayalen. Mabel va más sobrada, nadando tiene una brazada muy parecida a la mía por lo que hay más coordinación. Con Mayalen costaba más aunque iba muy bien la parte de ciclismo. Mabel tuvo que hacer mucho trabajo con la bicicleta. Mi carrera en Río fue como podría haber sido con mi guía anterior, el cambió no afectó a mi rendimiento. Sabía que iba a ser una decisión que se aplaudiría si me iba bien en Río, y al contrario si me iba mal. Tienes que arriesgarte, si no era arriesgarme a no disfrutar de una experiencia con la que llevo soñando toda mi vida.

Hubo muchas críticas a la organización de los Juegos de Río. ¿Las compartes?

Nunca había estado en unos Juegos y no puedo comparar, además se venía de dos ciudades con una cultura muy diferente a la brasileña: los deportistas dicen que en Pekín era todo muy ordenado y Londres es una de las capitales mundiales. Río fue elegida como sede en una circunstancias muy diferentes a las de crisis de ahora. Hay cosas que se pueden mejorar pero estuve muy a gusto, con gente trabajando para que estuviésemos bien así que no justifico todas las críticas que hubo. Es verdad que se produjeron algunos robos de móviles, pero parece ser que en Londres también hubo hurtos. Aquí las cosas salieron mucho a la luz, ya íbamos preocupados. Nunca esperé más de diez minutos para coger un bus a los centros de rendimiento. Es cierto que en la villa olímpica les pilló un poco el toro pero estaba bien, con un comedor grande y con variedad. Hay gente que dice lo contrario pero, al final, en casa de cada uno tampoco se varía tanto de comida. La ceremonia de inauguración fue muy emocionante, estaba muy bien preparada. Además, no se comentó nada en los medios de los accesos a los estadios, que estaban muy bien. Y el metro era gratis para todo el mundo que fuese a ver las pruebas.

Una vez en Río, ¿cómo se desarrolló la competición?

Fue el debut del triatlón en los Juegos Paralímpicos, es uno de los puntos a destacar. Mi carrera no fue lo que creo que podría haber sido. Sabía que era difícil conseguir una medalla pero tal y como fue sucediendo podría haber llegado al bronce, si hubiese hecho un segmento de bici como otras veces. Me suele costar la natación pero en Río nadé cerca de las chicas que iban delante, y sin embargo en bici no fui tan bien. Conseguí un quinto puesto que lo veo con mejores ojos según pasan los días pero creo que no era lo que merecíamos mi guía y yo por el trabajo realizado y por cómo fue la competición.

En los medios de comunicación la cobertura fue escasa con respecto a los Juegos Olímpicos de agosto.

No se les da la misma importancia, falta todavía mucho. Desde el Comité Paralímpico consiguieron la retransmisión de bastantes eventos, dicen que los programas de televisión fueron más seguidos que en Londres. Parece que se está avanzando, se está yendo hacia mejor. Mucha gente de mi zona nunca encendía la televisión para ver las competiciones y, como este año iba yo, quedaron impresionados con los Paralímpicos. Probablemente, esa gente dentro de cuatro años vuelva a encender la tele para verlos. Entonces esto va creciendo, es positivo. Queda mucho por avanzar y a nivel educativo los Juegos son muy útiles para la sociedad.

¿Has tenido más ayudas económicas a raíz de tu participación en los Juegos?

Tengo unos patrocinadores que me estuvieron ayudando, algunos tres temporadas, otros las dos últimas. Poco a poco va mejorando la situación, es muy difícil empezar pero luego las cosas son algo más fiables. En Galicia tuve ayudas de la Xunta, también de la Diputación de Pontevedra y del Concello de Vigo. Parece que el año de los Juegos el deporte paralímpico aparece y hay que intentar aprovecharlo. Pasa en todos los deportes, sean paralímpicos o no, menos en el fútbol.

¿La elección de los deportistas que van a los Juegos es justa?

Nosotros en triatlón tuvimos un sistema de clasificación muy duro por ranking. Las plazas se conseguían para el país y cada país ponía sus criterios. En España los criterios fueron muy justos, quien ganó la plaza para el país fue quien la disfrutó. Esto no es igual en todos los países, igual en el último año llega alguien que te gana en un campeonato y se queda con la plaza olímpica. Allí hubo cosas que los deportistas echamos de menos porque nuestros entrenadores no tenían acreditación el día de la prueba y eran como un espectador más, no pudieron estar cerca de nosotros. Y nos faltó un mecánico que echase un ojo a las bicis. El resto estuvo bastante bien.

¿Hay irregularidades en la selección de deportistas que van a los Juegos Paralímpicos?

Este año en concreto la selección que llevó España fue bastante normal y equilibrada. Fue de lo mejor que podía llevar el país.

¿A nivel general, la discapacidad de algunos de los deportistas es cuestionable?

Sí, eso es verdad. El deporte paralímpico es muy interesante, enriquecedor y admirable, pero como en todos lados hay gente que se aprovecha de algunas circunstancias para poder competir, ganar y tener algunas ayudas. Gente que, si compitiese con los que realmente le corresponde, no tendría todo eso. Siempre hay quien intenta competir en una categoría inferior… Por ejemplo, en natación hay diez categorías de discapacidad motora. Hay cosas que no son cuestionables pero en las personas con discapacidad visual o con lesiones medulares, a veces es difícil precisar el problema, y sí que hay quien se aprovecha. Todos los países tienen algún caso de gente que no se entiende por qué compite en una categoría o que dudosamente es elegible para competir en deporte paralímpico.

Y bajo el consentimiento de las federaciones.

Es que es algo que sucede a nivel global. Gran Bretaña, Estados Unidos o Australia… te das cuenta de que en muchas pruebas tienen gente que dentro de las categorías es la menos afectada, es un secreto a voces que no es fácil de parar. Todos los países tienen algún interés, se tolera y se continúa haciendo lo mismo cada cuatro años. En el caso de triatlón en España no hay nadie que esté en un lugar que no deba pero sí que competí en Río contra gente que, estoy segurísima, no debería estar ahí. No sé si algún día va a haber algún tipo de cambio.

¿Qué puede hacer uno, como deportista, ante esto?

Por mucho que comentes a la federación internacional (ITU) que un deportista hace pruebas en su país sin guía y entrena en solitario todos los días, te responden que ha pasado las pruebas médicas. No tienes nada que hacer porque la evidencia fuera de competición no sirve para nada, es muy difícil que una protesta contra un deportista salga adelante. Es darte cabezazos contra un muro. Al final dices “esto es lo que hay” y, o lo coges, o lo dejas.

¿Se comenta entre los deportistas?

Sí, muchísimo. En la villa olímpica había una chica de natación que no podía hacer el movimiento de la pinza con la mano. Luego, la veías en el comedor pinchando la comida con el tenedor. Las cosas no cuadran… pero ella siguió en su categoría.

Es un mecanismo similar al dopaje.

Sí, es dopaje. Para mí es exactamente lo mismo que el que toma algo para aumentar su rendimiento. No tiene nada de diferente.

En dopaje a veces se descubren las infracciones años después.

Aquí hay algún caso, por ejemplo cuando alguien ya no es elegible tras llevar años compitiendo en esa categoría… Es evidente. Pero son los menos. Las irregularidades se dan en algunos casos pero hay muchísima gente que está ahí por su trabajo, por su esfuerzo, y que tiene un problema por el que tiene opción de estar en deporte paralímpico.

Entonces se priman los resultados antes que el espíritu participativo de unos Juegos Paralímpicos.

Sí, todos los países priman mucho los resultados. Es un espíritu contrario. El deporte paralímpico está cada vez más profesionalizado, entonces se tiende a buscar a la gente que está justo en el límite menos afectado dentro de cada categoría, porque con eso ya se tiene un poco ganado. Luego hay gente que entrena mucho y le gana a otros que realmente no son elegibles.

Por delante tienes cuatro años de MIR y cuatro años para los próximos Juegos.

Quiero intentar estar en Tokyo, acabo de empezar el MIR y quiero formarme bien, pero no descarto ir a Tokyo. Mi idea es ir haciendo año a año las mínimas competiciones para poder mantener el ranking: serían el Europeo, el Mundial y la Copa del Mundo. Los Juegos fueron mejores de lo que nunca habría imaginado. Me impactó ver a gente sin brazos en el comedor usando con total habilidad los cubiertos con los pies, gente con los cuatro miembros amputados… Superó todo lo que había visto antes. Ves cosas que te cambian para toda la vida, es una vivencia por la que estoy impresionada. Los días en Río me han cambiado para siempre.