Los Turistas del Universo

Representación artística de un cometa | © fiuxy

Llega, como todos los años, ese feliz periodo de tiempo soleado, donde lo único que apetece es echar la siesta, ir a la playa y refrescarse con algún granizado hecho a base de hielo y frutas exóticas traídas del otro lado del mundo. Es el verano. Tres calurosos meses donde te tropiezas por la calle con gentes de los cuatro confines del mundo, hablando en sus extrañas, inteligibles y complejas lenguas. Son los turistas, que inician su migración anual a los lugares más emblemáticos de nuestras urbes. ¡Quién nos diría que allá arriba, donde habitan las estrellas, habría individuos del mismo calibre! Hoy descubriremos a estos seres.

Los cometas están constituidos por una roca central, que constituye su núcleo, y una gran masa de hielo que lo rodea

No visten con holgadas ropas; no llevaban chanclas y calcetines. Su helada cola, su corazón de piedra y su elegante forma nos recuerdan cuán bello es el cosmos. Estoy refiriéndome, sin duda, a los cometas. Estos habitantes singulares del espacio están constituidos por una roca central, que constituye su núcleo, y una gran masa de hielo que lo rodea. Su nombre significa cabellera en griego, ya que los antiguos sabios veían sus colas fugaces y elegantes despuntar en el firmamento como una cabellera al viento. Estas colas no son otra cosa que el hielo de su superficie derritiéndose debido a la cercanía al Sol. Alcanza tal temperatura que el agua pasa directamente de su estado sólido al estado gaseoso, un proceso conocido como sublimación. Los cometas van dando sucesivas vueltas alrededor del Sol, perdiendo parte de su masa acuosa en cada vuelta, por lo que, a la larga, un cometa muy viejo perderá toda su agua y no tendrá cola, pasando a ser un cometa extinto.

Órbita del cometa Halley | © estrellasyborrascas

Estos turistas galácticos pueden llegar a tardar 75 años en regresar a su lugar de visita, ya que su órbita alrededor del Sol es elíptica y muy excéntrica. El famoso cometa Halley es un buen ejemplo de esto, siendo estudiado por el astrónomo Edmund Halley en el siglo XVII. Este fascinante astro lleva inquietando a la humanidad desde antes del nacimiento de Cristo, prueba de su avanzada edad. El origen de estos cometas se encuentra, mayoritariamente, en la Nube de Oort y en el cinturón de Kuiper. En estas dos regiones abundan los fragmentos de roca gigantes que, si poseen agua helada en su superficie, pueden llegar a constituir un cometa en toda regla. Cuando una de estas rocas heladas se desplaza, debido a un choque con otro cuerpo o cualquier circunstancia que altere su órbita, se convierte en un pululante cometa.

 El origen de estos cometas se encuentra, mayoritariamente, en la Nube de Oort y en el cinturón de Kuiper

Los cometas no solo son una masa de roca y hielo que viaja por el espacio. Algunos astrónomos y biólogos se han interesado en el estudio de los cometas debido a este comportamiento de congelación y descongelación de material. Pequeños cometas analizados en la Tierra han proporcionado valiosa información sobre ellos, llegándose a encontrar, en pequeñas cantidades, aminoácidos incrustados en la roca espacial. Los aminoácidos son los ladrillos de la vida, formando parte de las proteínas. Estos descubrimientos reforzaron la teoría de la Panspermia, según la cual la vida se originó en otros mundos y llegó al nuestro en un cometa interestelar. A día de hoy, estos hallazgos pruebas que la síntesis inorgánica de compuestos orgánicos es posible en condiciones especiales, tal y como pudo suceder en nuestro planeta hace 3800 millones de años. Esto llevado al extremo nos podría conducir al descubrimiento de algún organismo que, aprovechando estos ciclos, viviese sobre la superficie helada del cometa, apareciendo allí mediante los mismos procesos que iniciaron la carrera de la vida en la Tierra.

Los cometas se clasifican atendiendo a dos criterios: su tamaño y su edad cometaria. La edad cometaria expresa el número de órbitas – es decir, de vueltas – que ha dado un cometa alrededor del Sol. Algunos cometas son bastante jóvenes y otros, muy viejos. Cuando un cometa ha dado más de 100 vueltas al Sol se le denomina cometa Matusalén. Se han hallado cometas cuyo diámetro era inferior a 1,5 kilómetros y otros que excedían los 50 kilómetros. Esta es una buena prueba de la diversidad de cometas, radicando ella en la diversidad de tamaños de las rocas espaciales que los forman, producto de choques sucesivos de masa espacial en un ciclo continuo.

El tapiz de Bayeux con su famosa representación del cometa Halley | © motherboard.vice

Pequeños cometas analizados en la Tierra han proporcionado valiosa información. Se han encontrado aminoácidos incrustados en la roca espacial

La influencia de los cometas ha sido palpable a lo largo de la historia de la humanidad. Desde los astrónomos egipcios hasta los mayas, la aparición de un cometa en el cielo era una señal, un presagio bueno o malo, dependiendo de la situación del momento. En el Tapiz de Bayeux, que cuenta los sucesos de la conquista normanda de Inglaterra, a manos de los sajones, existe un pasaje donde aparece el cometa Halley representado. Ya en los siglos XVI-XVIII numerosos científicos se interesaron por su estudio, siendo Edmund Halley y Tycho Brahe los más representativos. Este último, fue  uno de los mejores colaboradores de Johannes Kepler en su formulación de las leyes de Kepler.

Sin duda, estos viajeros galácticos, estos turistas del cosmos nos han regalado imágenes y momentos únicos, llegando incluso a ser adorados como dioses por algunas culturas. Su mágica estela nos lleva acompañando miles de años y su comportamiento podría haber propiciado la aparición de la vida en nuestro planeta. ¿Qué son entonces? ¿Son solo pedazos de roca y agua? Probablemente no, ya que su influencia en nuestra cultura es innegable, atestiguando con su mudo periplo espacial, su importancia y belleza.