Loquillo enfría Ferrol

Este verano los fans gallegos de Loquillo no se pueden quejar. En menos de un mes han podido encontrarse con él hasta en tres ocasiones. Primero fue A Coruña, donde llenó la plaza de María Pita hasta la bandera; luego fue Pontevedra, donde hizo lo mismo en las Fiestas de la Peregrina y terminó pasándose por Ferrol para recordarnos que es toda una rock and roll star, o por lo menos que lo fue, pues pese a ser lunes, no cabía ni un alma en la Plaza de España ferrolana. Allí un público muy heterogéneo esperaba a que el escenario se iluminara, lo cual pasó con suma puntualidad, el retraso de cuatro días forzado por el ayuntamiento debió de parecerles más que suficiente pero ese es otro tema.

La banda lo precedió, llamando así la atención de los que allí estábamos. Luego salió él y, aunque tuvimos que esperar un poco para oírle cantar “voy de negro, de negro me verás”, como era de esperar salió haciendo honor a la canción con su atuendo habitual, gafas de sol incluidas, elemento de utilidad nula y originalidad ínfima que, para colmo, le debió de resultar incómodo, pues no tardó en deshacerse de él. Eso sí, la imagen de tipo duro ya nos había quedado clara a todos para entonces.

©Jorge Meis / Diario de Ferrol

Cuando eres una vieja gloria con éxitos a tus espaldas, de esos que conoce hasta el que no se sabe ni tu nombre, tiene que ser bastante frustrante cuando empezado tu declive tus temas más nuevos llegan solo a tus seguidores más fieles que aún siguen creyendo en tu leyenda. Lo que quiero decir es que en este tipo de conciertos gratuitos son muchos los que van esperando oír una o dos canciones que conocen para poderlas cantar dándolo todo para luego irse a casa contentos, por lo que es normal que el Loco, como hacen tantos otros, optara por soltar de carrerilla las canciones de su último disco, antes de llegar a aquellas que todos estábamos esperando.

Aclarado esto, hay que decir que fue un concierto frío. Dio igual que la plaza estuviese llena, pues no había ningún tipo de conexión entre lo que pasaba en el escenario y lo que pasaba abajo. Durante la primera hora yo esperaba impaciente a que llegase uno de los grandes éxitos para ver si la gente se animaba un poco, ya que a Loquillo no parecía interesarle lo más mínimo el público que tenía delante. Él cantaba canción tras canción, sin pausa, sin el más mínimo agradecimiento por los aplausos, sin nada. Él iba a lo suyo. Se paseaba por el escenario con aires de grandeza, se iba para el fondo del escenario cuando llegaba alguna parte instrumental, donde esperaba con pose de guardaespaldas el momento de acercarse al micrófono de nuevo para entonar, a su manera, la siguiente estrofa.

Llegábamos ya a la media hora de concierto cuando dijo “Boas noites, Ferrol”. Esta maravillosa frase y los nombres de sus músicos fue lo único que dijo en todo el concierto. Nada más. Y, dados los comentarios de la gente de mi alrededor, no fui a la única a la que le molestó esto. Sus más adeptos, esos que se saben las canciones de su último disco, dirán que él es así, y estoy de acuerdo, que eso de ser un maleducado y un desagradecido con su público forma parte de su espectáculo, igual que vestir de negro y su actitud de chulo. Para gustos hay colores.

©Udra Producciones

Cuando sonaron los primeros acordes de “El Rompeolas” pensé: “Ahora la plaza se va a venir abajo”. Pero me equivoqué. La gente sí conocía esta canción, pero no hubo grandes coros ni grandes ovaciones por parte del público, ni en esa canción, ni en sus siguientes éxitos. Fue como si la gente le estuviese devolviendo al artista la indiferencia que este mostraba hacia ellos. Yo según iban pasando las canciones iba esperando cada vez más que el concierto acabase. Supongo que igual que no puedes esperar que el Loco sea amable tampoco puedes esperar que haga grandes directos. Hubo momentos en los que casi agradecías que las guitarras eclipsasen la voz o que él se diese la vuelta y se alejase dejando sola a la banda. Aunque bueno, igual que habrá gente a la que le guste su actitud, habrá gente a la que le gusten sus idas y venidas de tono. Como ya he dicho, para gustos hay colores.

Ya no podía quedar mucho cuando cantó “Rock and Roll Star”, pero no fue hasta la última canción donde se pudo ver que el público seguía allí. Algo tan sencillo como que uno de los guitarristas hiciese un gesto para que todos diéramos palmas llegó para que “Cadillac Solitario” caldease un poco el ambiente. ¡Lástima no haberlo hecho antes!