La danza oculta de las sirenas españolas

La discordia está servida. El resultado de la Gemma Mengual y Ona Carbonell en los Juegos Olímpicos desata la controversia que el conjunto español lleva arrastrando desde el doblete conseguido en Londres 2012. Hacía tiempo, en concreto, desde las olimpiadas de Atenas 2004, que las sirenas no se apoderaban de las escaleras de la victoria. La sincronizada coleccionaba medallas y muchísimos éxitos, fruto de un glorioso trabajo en grupo que siempre destacaban frente a cualquier clave.
La sincronizada basa su criterio de examinación en una modalidad que puntúa la base técnica y la originalidad de las coreografías. Las españolas son pioneras en innovación. Sin duda, las sirenas destacan por su misión artística. No por ello descuidan la técnica, pero siempre sobresale una cualidad frente a otra. Hasta ahora, la rama creativa ha curtido de metales a las chicas de la sincronizada.
Aunque todo hay que decirlo, el criterio de evaluación tendía a valorar en beneficio de la belleza y la estética frente a los ejercicios metodológicos. Es evidente que el paradigma no devalúa la calidad que presentan las gimnastas: si los deberes están hechos no van a negarse los halagos. Pero con valor añadido inédito, la actuación prepondera bajo la mirada del magistrado.
Parece ser que las normas han cambiado. En estas olimpiadas, el mediador ha querido justipreciar la disciplina por encima del arte. La clasificación apenas varía: las grandes potencias de la sincronizada conservan su legado; un pequeño trueque en el reglamento no afecta a la calidad ni a la coreografía que presentan las jugadoras. La varianza de la normativa golpea, por tanto, en la sucesión del trono dictatorial, reinado por Rusia desde Sidney 2000.

Ona Carbonell y Gemma Mengual triunfan de camino a Río clasificándose primeras en el preolímpico| ©El País
España sabía bien quienes eran sus principales rivales a batir: China, Japón y la Ucrania. En una entrevista previa a las olimpiadas de Río 2016 ofrecida a Televisión Española, la pareja Mengual-Carbonell aseguró que lucharía por la plata, a pesar de las dificultades que ha presenciado el equipo durante estos últimos cuatros años. Gemma y Ona, por tanto, salían al frente para preservar un deporte que transcurre por un vertiginoso meandro. Su presencia en la cumbre pretendía demostrar que los problemas internos que padecen no damnifican ni la profesionalidad ni la pasión por la danza sincronizada.
Nada ha vuelto a ser lo mismo desde la salida de la ex seleccionadora de la Selección Española de Natación Sincronizada, Anna Tarrés, y su ayudante Beth Fernández. Y no solo dentro del terreno de juego: además del proceso judicial al que se tuvieron que enfrentar, cinco deportistas de la selección abandonaron las filas de la Federación durante las curvas de la carretera.
Anna Tarrés resucitó un esperanzado equipo de jóvenes ambiciosas por demostrar su talento más allá de los mundiales. Bajo su dirección, las sirenas tocaron la gloria con las manos. Tras la plata en dúos y el bronce por equipos de Londres 2012, la Federación despidió a la arquitecta de forma convulsa por “transgresión de la buena fe contractual y abuso de confianza”, al considerar que estaba detrás de los contratos de representación que habían firmado sus nadadoras con un tercero.
Tarrés, sin embargo, tachó su marcha como “despido improcedente”, ya que la Federación anunció a la ex entrenadora la posibilidad de renovar contrato antes de 2012 y, semanas después, Esther Jaumá asumió la dirección técnica, expropiándola de sus facultades para desempeñar su ejercicio meses antes de finalizar su concordato. Considerando, en palabras de la ex seleccionadora, una “violación de derechos fundamentales y acoso moral”, la batalla continuó en los tribunales. El Tribunal Supremo concluyó, finalmente, en favor de Tarrés.

Anna Tarrés y su compañera Beth Fernández en las Olimpiadas de Londres 2012 celebrando la actuación dual de Ona Carbonell y Andrea Fuentes, en donde ganaron la medalla de plata| ©marca.com
Con una mancha en el expediente, intentan abrir paso a un nuevo ciclo. Sin embargo, las sirenas, poco a poco, cuelgan sus colas. Andrea Fuentes, Paula Klamburg, Clara Basiana e Irene Montrucchio señalaban como causas de su marcha la desilusión y la indisposición para dedicar horas al entrenamiento diario. Con cuatro pesos pesados desligadas del equipo, resulta complicado recomponer un conjunto fuerte que ofrezca triunfos. Un nuevo legado debía abrirse paso.
Es evidente que una de las causas por las que el grupo quedó descalificado en el Pre olímpico de Río 2016 fue la rápida adaptación que debía asumir la nueva corporación y la inexperiencia en cuanto a las competiciones. La quinta veterana en desvincularse del Equipo Español tras la exclusión en los JJOO, Thaïs Henríquez, guardó silencio hasta ahora “por respeto a sus compañeras” sobre las continuas marchas. En un comunicado público anunciaba que “al final todo tiene una explicación y no deberían pasar desapercibidas las repentinas retiradas de cuatro de las componentes que formaron parte del equipo olímpico español de Londres 2012, menos de un año después de la incorporación del nuevo cuerpo técnico”. Arrancar para las novatas cuesta, y más con este híbrido panorama sobre la mesa.
El declive peligra el futuro de la selección. Ante una llamada de socorro, Gemma Mengual necesitaba volver después de tres años fuera de la piscina. Y eso que se había retirado en Pekín 2008. De alguna forma, la Federación necesitaba sopesar la situación de la forma menos dolorosa y problemática posible. Sabían que confiar en Mengual para Río era una apuesta segura. Junto a Ona Carbonell, volvió a sumergirse en las piscinas de competición olímpica. Nueve meses entrenando duro para conseguir un objetivo: consagrar sus esfuerzos por encima de la burocracia establecida. La experiencia de una Gemma desentrenada pero cargada de energía, combinada con la capacidad de liderazgo y la impetuosa ambición de Ona dignificaban la candidatura para Río.
Thaïs Henríquez: “se prescindió de Anna Tarrés y Beth Fernández y ahora están con Ucrania a punto de hacer historia con una medalla de bronce olímpica. Ningunearon y despreciaron a Mayu y ahora está luchando por el oro olímpico con China. Esto es España, han destrozado todo por lo que muchas entregamos nuestra vida”
La pareja supo gustar a la afición con un flamenco pasional. Salieron del agua con buenas vibraciones. Con todo, las españolas quedan quintas en rutina técnica, una posición alarmante para una pareja inocente del declive paulatino que sufre su selección. Tras la actuación, en un enfado puntual, Gemma y Ona apuntan a razones políticas. “Sabemos a lo que jugamos, sabemos que es un deporte de jueces, y hay que estar por encima de ellos (…) somos un país que ha perdido un poco de peso, no llevamos equipo. Son muchas cosas que influyen”, apuntaba Carbonell. Colgarse un bronce iba a ser difícil. No obstante, lucharon hasta el final.
La fase libre contentó más al dúo catalán que terminó su jornada alzando el diploma olímpico y superando a la selección ucraniana de Anna Tarrés y Beth Fernández. Sí, ellas también tenían derecho a volver. Aun así, esta vez hemos visto brillar a una pareja eclipsada por los problemas federativos. Gemma y Ona han tenido que defender una coreografía que no hace justicia al esfuerzo de las sirenas. Es de valorar que hayan lanzado a bailar por un equipo, una afición y un deporte por el que han vivido, reído y sufrido. Ni los medios ni los ciudadanos han tenido en cuenta del inmerecido castigo al que se han sometido porque su pasión siga latiendo en futuras generaciones.