Encienda la tele, es Michael Phelps
Reserve unos minutos en su agenda, algún día agradecerá este consejo. Solo tiene que encender la tele y centrar su atención en un hombre. Muchos lo rodearán, que no le distraigan, enseguida entenderá que esta historia tiene un único protagonista. Las cámaras lo saben, el público que abarrota el recinto lo sabe, todos los que miramos fijamente el televisor lo sabemos. Un aura especial lo acompaña, un aura que brilla con mayor intensidad cada cuatro años. Michael Phelps ha asombrado al mundo tantas veces que sus hazañas corren el peligro de convertirse en rutina. Espero que usted, lector, no caiga en esta trampa: en sus quintos Juegos Olímpicos Phelps se enfrenta a uno de los retos más importantes de su carrera.
Su gran propósito es conseguir el pleno de medallas de oro en las cinco pruebas que disputará
Como primera impresión, para un hombre que ha conseguido veintidós medallas olímpicas (veintitrés, después de anotarse un nuevo metal dorado esta madrugada) encontrar nuevos desafíos es una tarea más que complicada. El primer récord que tiene a tiro el coleccionista de marcas es el de ser el primer nadador que obtiene una medalla de oro en una prueba individual pasada ya la treintena (Phelps acaba de cumplir 31). Su otro gran propósito es el de cerrar su participación completando el pleno de medallas de oro en las cinco pruebas que disputará. Son sin duda dos retos enormes, a la altura del hombre que fue capaz de alzarse con ocho oros en una única edición. Hay sin embargo otras dos razones de peso que convierten esta cita olímpica en imprescindible.
La primera gran razón es que, esta vez sí, podemos estar ante los últimos Juegos Olímpicos en los que compite la mayor leyenda que ha visto este certamen. Con el tiburón de Baltimore nunca se sabe, pero todo parece indicar que Phelps ha elegido los Juegos de Río para dar por terminada su inigualable carrera de forma definitiva. Sería la tercera vez que anuncia su retirada, al igual que hizo tras los juegos de Pekín y los de Londres. Las despedidas siempre son duras y los juegos quedarán huérfanos tras el adiós del mito, el hombre que consiguió audiencias millonarias para las pruebas de natación. Ya no es el joven de veintitrés años que arrasó en ocho pruebas en Pekín y para esta edición ha decidido presentarse solo a cinco con la intención de estar en plena forma en todas ellas. Phelps prepara una despedida a la altura de su legendaria carrera y no se debe desperdiciar la oportunidad de verlo en acción una última vez.
Tras superar sus problemas con el alcohol Phleps muestra su versión más madura
En segundo lugar, estos juegos representan la redención de Michael Phelps. Y es que el rey de la natación tocó fondo hace dos años cuando fue detenido por conducir ebrio en su Baltimore natal. El mundo conoció entonces la crisis personal que atravesaba el nadador, la misma que le había llevado a alejarse de la competición tras los Juegos de Londres. Había perdido la pasión, no se sentía con fuerzas para seguir dedicando su vida al duro entrenamiento diario. Su estancia en el calabazo sirvió como punto de inflexión. La natación sería el medio perfecto para recomponer su imagen y los Juegos de Río su oportunidad para demostrar al mundo que no estaba acabado. Desde su vuelta a los entrenamientos Phelps ha recuperado el equilibrio emocional y tras superar sus problemas con el alcohol muestra su versión más madura. Con el nacimiento de su primera hija y después de reconstruir la difícil relación que mantenía con su padre afirma estar en paz consigo mismo.
Este regreso a la cumbre desde el abismo de la botella convierte a la de Phelps en la gran historia de los juegos. El dios olímpico resultó ser humano y su descenso a los infiernos empañó su reputación de deportista ejemplar. Pero su determinación no había desaparecido por completo y tras fijarse nuevas metas comenzó a entrenarse de forma incansable. Asegura que tras haber recuperado la ilusión y la disciplina llega a estos juegos más preparado de lo que estuvo en Londres. El éxito nunca ha abandonado su carrera como nadador, pero esta vez su objetivo es el de demostrar que puede volver a ser el que fue cuando ya pocos le creían capaz. Su lucha es consigo mismo, pues él ha sido siempre su mayor rival.
Esta tarde debuta en prueba individual, los 200 metros mariposa. Es una de sus pruebas favoritas y en Londres se tuvo que conformar con la plata, pobre premio para el rey Midas olímpico. Tras estrenar su medallero en Río con el relevo 4×100 libre (en el que resultó determinante para obtener el oro) aspira a mejorar su inalcanzable palmarés con cuatro pruebas más, tres individuales y una por equipos. Creo firmemente que se hará con cinco oros en sus cinco pruebas. Cuando este hombre se propone algo es mejor no apostar en su contra. Yo de usted no me lo perdía. Encienda la tele. Algún día podrá decir con orgullo que estaba allí para verlo. Es Michael Phelps.