¿Virgen? María

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La virgen de la rocas, obra de Leonardo Da Vinci | © pedro-mundodebabel

La historia más narrada de todos los tiempos, el hombre más famoso del mundo, el libro más vendido y los milagros más increíbles. Todo lo que siempre te han contado puede que no sea real; todo lo que has leído puede que sea mentira. Hoy os ofrezco una nueva visión sobre un personaje histórico de renombre mundial: Santa María, Madre de Dios o la Virgen María. ¿Cuál es la historia de esta pobre galilea que dio a luz al mayor revolucionario de su tiempo? ¿Concibió y parió a un niño sin intervención de un hombre? ¿Es esto posible desde el punto de vista de la ciencia? Descubrámoslo.

Releyendo la gran historia nos encontramos con un punto muy interesante: El arcángel Gabriel se le aparece a María y le anuncia que pronto dará a luz a un niño sin intervención de su prometido, José. Y así fue, ante un incrédulo (y posiblemente cornudo) José, María da a luz a un hijo varón al que llama Emmanuel o Dios está con nosotros. Esta es la historia que siempre nos han contado pero, ¿cómo se explica esto en términos científicos?

El arcángel Gabriel se le aparece a María y le anuncia que pronto dará a luz a un niño sin intervención de su prometido, José

Ian Willmut posa con la oveja que consiguió clonar, Dolly | © rtve

Desde que se consiguió clonar a la oveja Dolly en el año 1996, la humanidad ha contemplado, aterrada, los avances científicos y tecnológicos, asistiendo al nacimiento de una nueva disciplina, la biotecnología. Aunque este hecho conmocionó a científicos y ciudadanos de a pie, el nacimiento de seres vivos sin intervención de dos progenitores es muy común. Se le denominó partenogénesis (en griego genésis virgen) y ha sido un descubrimiento asombroso, describiéndose tanto en plantas como en peces, reptiles, insectos y microorganismos. Este procedimiento se basa en lo siguiente: una sola célula femenina, sin fecundar, da lugar a un organismo completo y viable. En algunos casos, los espermatozoides solo sirven para activar el proceso o ni siquiera eso, siendo simplemente desechados por el cuerpo de la hembra.

En una fecundación típica, los actores implicados (óvulos y espermatozoides) tienen una dotación cromosómica n, lo que quiere decir que se ha reducido el número de copias de cada cromosoma a solo uno, siendo, por lo tanto, haploides. Esto permite que, al juntarse, el organismo resultante sea 2n de nuevo, restaurando el estado diploide. En el proceso de reducción de juegos cromosómicos, conocido como meiosis, el óvulo expulsa ciertos cuerpos, denominados corpúsculos polares, en los que se encierra el material genético que no se desea legar a la progenie. Por un casual, estos corpúsculos pueden volver a fusionarse con el óvulo y desencadenar un proceso de fecundación.

En el proceso de reducción de juegos cromosómicos, conocido como meiosis, el óvulo expulsa ciertos cuerpos, denominados corpúsculos polares

Apis mellifera, la abeja de la miel (Orden Hymenoptera) | © periodistadigital

Ahora bien, ¿es este proceso fruto de la casualidad o bien es común en los animales salvajes? Veámoslo. Además de los rotíferos, tardígrados y platelmintos, organismos un poco más desconocidos por la gente de a pie, los crustáceos, insectos, anfibios, reptiles y algunos peces, pueden llevar a cabo este proceso de partenogénesis. La partenogénesis en algunos insectos como las abejas (orden Hymenoptera) es muy peculiar y determina casi todo su proceso vital. En Apis mellifera, las hembras son producto de una reproducción sexual, mientras que los machos lo son de una partenogénesis. Esto se denomina arrenotoquia y se opone a la telitoquia, donde el producto partenogenético es femenino. Los insectos verdaderamente sociales son los que poseen esta partenogénesis como forma de diferenciación sexual.

En otros organismos, como en anfibios, reptiles y peces, la partenogénesis es también un proceso cotidiano de reproducción. En algunas lagartijas nos encontramos ante poblaciones grandes constituidas por hembras partenogenéticas que podríamos denominar clones, ya que hay muy poca variación a lo largo de su historia poblacional. Algunas serpientes, los Dragones de Komodo y los geckos emplean esta técnica con gran maestría, al igual que sus parientes las lagartijas. El problema de esta opción de reproducción es que, a la larga, es beneficioso para una población de animales un proceso de reproducción sexual para así generar variabilidad genética, muy útil para adaptarse a cambios bruscos de condiciones ambientales y así asegurar la supervivencia de la población.

Los vertebrados más avanzados, aves y mamíferos, poseen una complejidad estructural muy grande y poblaciones muy bien determinadas en sus entornos, por lo que la partenogénesis es muy escasa. En 1936, Gregory Goodwin Pincus, inventor de la píldora anticonceptiva, manipularía a una coneja para inducirle un proceso partenogenético con éxito. En 2004 nació Kaguya, un ratón hembra con dos madres fruto de la reducción de la mitad de los cromosomas de dos células de ratonas, por lo que se obtenía un individuo 2n que pudo, a suvez, dejar descendencia.

En 1936, Gregory Goodwin Pincus, inventor de la píldora anticonceptiva, manipularía a una coneja para inducirle un proceso partenogenético con éxito

Con todo esto, ¿es el proceso de partenogénesis una respuesta válida para explicar la virginal concepción de Jesucristo? Lamentablemente, la Santa Sede va a tener que seguir investigando en procedimientos de reproducción sin intervención masculina, ya que, a día de hoy, la partenogénesis en humanos es un proceso que solo sería viable en los laboratorios de alta tecnología y con un índice de éxito muy bajo. La elevada complejidad que posee el genoma de los mamíferos más evolucionados es incompatible con el uso de esta técnica de reproducción.

Un óvulo y su corpúsculo polar (más pequeño) | © institutomarques

En conclusión, la ciencia ha demostrado que la Madre de Dios tuvo que mantener, a la fuerza, relaciones sexuales con un varón para engendrar al Hijo de Dios. La concepción virginal es, a día de hoy, una leyenda escrita en la Biblia, quizás un símbolo de que Jesús era, en parte Dios, ya que heredó un juego de cromosomas de él. La pregunta que ahora cabe hacerse es: si fue Dios quien fecundó a María, ¿cómo lo hizo? ¿naturalmente o mediante inseminación artificial? Seguramente quizás nunca lo sepamos y el secreto embriológico mejor guardado nunca se llegue a conocer.