Las hijas de Canido

“El plano de Ferrol de hace dos siglos semeja la falda de una enorme Menina. Un miriñaque pétreo formado por la muralla dieciochesca y el armazón de sus calles intramuros. La silueta de una saya, la amplitud de las caderas. Y el borde de sus enaguas, con puntillas hechas de muelles, diques y gradas sumergiéndose en el mar”.

Esperanza Piñeiro de San Miguel, ‘Apuntes de la historia de Canido’.

Las pinceladas de Velázquez parieron una revolución en el mundo del arte. En el año 1656 el artista crea una obra universal, ‘Las Meninas’, que da cuenta del poder de la pintura para crear simbolismo y trasmitir un mensaje que se aleja de lo literal. Velázquez, pintor del rey, vuelve de Italia con la tarea de ejecutar un retrato de los reyes Felipe IV y Mariana de Austria. Quizá salir del encorsetado ambiente real durante aquel viaje fue suficiente para generar en Velázquez la inquietud de hacer algo distinto. Lejos de ser un retrato regio, el artista ejecutó una obra en la que se incluyó a sí mismo y en la que puso como eje a la infanta Margarita junto a sus meninas, María Agustina Sarmiento e Isabel de Velasco. También los reyes aparecen retratados en el mismo lienzo, junto al propio Velázquez, una osadía en aquel momento. Y ahí radica el ingenio. Los reyes, reflejados en el espejo que simboliza la prudencia, están, teóricamente, observando la escena desde fuera. Un simple reflejo cargado de significado.

Con este cuadro Velázquez nos demuestra que todos tenemos pequeñas revoluciones a nuestro alcance. En Ferrol hay un barrio, Canido, que vive la suya propia. Pero, ¿qué tiene que ver el cuadro universal con este enclave? La obra de Velázquez inspiró en 2008 una iniciativa transformadora de un barrio en decadencia. Fue en ese momento cuando el pintor ferrolano Eduardo Hermida creó, junto a su hija Estrela y unos vecinos, la primera Menina de Canido. Harto de ver el deterioro de los edificios del barrio decidió embellecerlos con arte. Esta acción que podría haberse quedado ahí inició una nueva etapa. Hoy las fachadas deterioradas están cubiertas  de Meninas ferrolanas que tapan las grietas y el gris que amenaza a la ciudad.

© Marta R. Suárez

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Donde habitan las Meninas

Canido es un barrio tradicional ferrolano, situado en un alto desde el que contempla, impasible, el devenir de la ciudad. Una ciudad que pierde habitantes, sufre con la sangría del desempleo y busca, todavía sin hallarlo, el camino para recuperar el esplendor que perdió. Pero hay muchos que se resisten a marcharse, como el propio Eduardo Hermida, que tiene su estudio en Canido, el barrio que lo vio nacer.

Canido está al lado de Ferrol Vello, el germen de la ciudad, pero late con corazón propio. El barrio está presidido por un cruceiro situado en una plaza triangular que es su indiscutible corazón, el lugar de reunión ideal en otra época. En este enclave histórico de la ciudad departamental siempre vivieron las clases populares. Antes de que los obreros se instalaran en él con la llegada de la industria era un lugar de corte agrícola, con casas pequeñas dispersas y población que cultivaba para el autoconsumo en una ladera que lleva al mar. Otro de sus símbolos son las lavanderas, que venían al barrio a frotar la ropa de las clases altas de la ciudad, acomodadas en barrios más céntricos. Ahora son las Meninas, las mujeres pintadas, quienes pueblan sus calles.

© Marta R. Suárez

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El urbanismo de Canido todavía conserva su morfología. Los orígenes del barrio se muestran claros para el visitante y, aunque cambiado, sus habitantes se esfuerzan en cuidar las tradiciones que le dan personalidad propia. Buen ejemplo son los Mayos, una fiesta tradicional que se sigue celebrando. Canido también sufrió la decadencia que arrastró a Ferrol a partir de los ochenta. Desde entonces la ciudad dejó de ser vista como un lugar próspero y los jóvenes empezaron a marcharse. Los negocios cerraban y los barrios históricos quedaban relegados a ser una estampa del pasado. En la ciudad inmersa en la filosofía del “nacidos para perder”, reivindicar un barrio histórico tiene el valor de una batalla.

La ruina es lienzo

Eduardo Hermida puso la primera pica, pero pronto un ejército de artistas se unió para seguir peleando. El barrio de Canido parió de más de doscientas cincuenta Meninas que pueblan hoy sus calles en un parto múltiple que todavía no tiene fin. Hijas todas de la necesidad de reivindicar la belleza perdida. Tras la iniciativa de Hermida el pintor coruñés Jorge Cabezas pintó también la suya. Un vecino la hizo desaparecer echándole una mano de pintura y eso atrajo la atención de los medios. Así empezó a conocerse la iniciativa y en esa filosofía se mantiene. Artistas de toda España, Europa y hasta un taiwanés han querido venir a Canido y dejar su propia versión de ‘Las Meninas’.

© Marta R. Suárez

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Las Meninas de Canido se han convertido en un paisaje efímero del barrio. El primer fin de semana de septiembre los artistas interesados en contribuir a la iniciativa ocupan las calles y pintan en sus fachadas su propia versión de la obra de Velázquez. Durante dos días al año Canido busca también una nueva versión de sí mismo. La iniciativa lleva celebrándose durante siete años que han dejado su huella en la ciudad.

Los vecinos de Canido llenan las plazas como solían hacer aunque esta vez la fiesta es artística, no agrícola. De vez en cuando una pared se cae y una obra se destruye. También las inclemencias del tiempo erosionan las obras. Pero lo  más importante es que algunas casas ruinosas se tiran para construir otras. Eduardo Hermida lo reconoce: “prefiero que desaparezca una Menina y que una familia nueva llegue al barrio, ese es su sentido”, afirma. Así, una Menina muere para dar vida al barrio con una nueva vivienda y quizá una nueva familia. A pesar de ello, la obra de arte es ya colectiva, por lo que si una Menina cede, otra llegará el próximo septiembre. El arte no es un fin en sí mismo en esta ocasión, sino que pretende ser un instrumento para cambiar, y mejorar, la sociedad.

Eduardo Hermida señala una condición sine qua non para que el barrio se regenere: la construcción y las reformas no están restringidas como en otros barrios ferrolanos. El afán por la conservación ha llevado al barrio de la Magdalena y, especialmente, al de Ferrol Vello, a vivir en la paradoja de que las trabas impuestas por el afán de conservación hacen que los edificios no revivan y tengan un destino ruinoso y vacío. “Aquí existe la posibilidad de reformar las viviendas de forma que puedas mantener el esqueleto tradicional y darle un aire nuevo”. Como ejemplo de ello pone su propia casa, cuyas puertas están abiertas para todo el que se interese por el proyecto. Por esa puerta entró la firmante de este artículo para escuchar el tono entusiasta de Hermida cuando habla de Las Meninas y de su barrio. Eduardo Hermida recuerda que cuando pintó la primera Menina el paisaje cotidiano estaba infestado de obras. “Habían hecho unas promesas y se suponía que iba a mejorar el barrio, pero yo veía desde mi estudio que se caían elementos de los edificios”. Fue un septiembre cálido el de ese 2008 y Hermida, de forma espontánea, quiso embellecer “su patria”, que es como llama a su barrio, tras los destrozos que el invierno y la decadencia urbanística habían provocado.

© Marta R. Suárez

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La revitalización del barrio se nota y varios expertos lo atestiguan. En un cuaderno que editó el Club de Prensa de Ferrol en 2015 se trata el fenómeno de las Meninas desde múltiples perspectivas. Varios de los expertos que escriben señalan que las Meninas han conseguido convertirse en patrimonio del barrio y transformarlo. Antonio Aguayo Cobo, historiador del arte, señala que eso es “lo más difícil para la obra de arte: conseguir que el pueblo la haga suya, la sienta como propia y esté orgulloso de ella”. Además apunta que caminar por las calles de Canido se ha convertido en “una experiencia fascinante”.

La prensa local se ha hecho eco de la iniciativa y la señala como un factor revitalizador del barrio. Canido es el barrio histórico más poblado de Ferrol y gana peso mediático en la ciudad. No han dudado en compararlo con otros barrios gallegos que están viviendo un proceso de transformación, como Monte Alto (A Coruña) o San Pedro (Santiago). Viven, en su propia escala, un proceso que en ciudades más grandes se ha llamado “gentrificación”, un proceso por el cual barrios decadentes de grandes ciudades se han reinventado a sí mismos gracias a la iniciativa popular, institucional y privada.

Desde el cuaderno del Club de Prensa el periodista ferrolano Germán Castro, fundador de El Diario de Ferrol, mira hacia el futuro: “É verdade que a súa fisionomía experimentou cambios de alcance nos últimos anos, froito de importantes intervencións urbanísticas, pero non é menos que queda camiño por percorrer nos capítulos de infraestruturas, amaño de rúas e prazas, rehabilitación de inmobles e dotacións sociais e culturais”. Toca poner la mirada en el futuro.

Un paso más

El propio alcalde de Ferrol, Jorge Suárez, reconocía el potencial del barrio de Canido como ejemplo a seguir para el resto de Ferrol. En una ciudad muy polarizada políticamente, las Meninas de Canido han conseguido generar un consenso casi total. “Me siento apoyado por la mayoría de los vecinos de Canido” reconoce Hermida aunque añade que “sólo un par de personas vinculadas al nacionalismo gallego ponen pegas por considerar que el cuadro no refleja la cultura de Galicia”.

Hermida considera que la acción reivindicativa de las Meninas está ya clara y cobra fuerza cada septiembre, pero cree que iniciativas como esta mejorarían mucho la ciudad. “Yo le he planteado al Concello una intervención artística en el barrio de Ferrol Vello con varios artistas internacionales, algo distinto a las Meninas. También creo que habría que recuperar los huertos de Canido”, afirma Hermida.

Los apoyos institucionales a la iniciativa tanto por parte de la administración local como de la Diputación y de la Xunta son para Hermida insuficientes. “El Concello pone 10.000 para organizar el fin de semana de las Meninas”, afirma. Es un presupuesto que considera ajustado para comprar material, pagar a los músicos que esos días recorren las calles y alojar y dar las comidas a todos los artistas que vienen. Según relata, el consistorio pone esta cantidad pero él tiene que seguir organizando, junto con un grupo de voluntarios a través de una asociación, el evento cada año. La herramienta es una página de Facebook y el motor es el interés creciente por el proyecto. “El presupuesto no ha variado demasiado y todo es ahora mucho más grande, tiene mucha más repercusión”, señala.

Una vez hecha la reivindicación tiene sentido que la ciudad proteja la obra y la cuide como un nuevo atractivo. Eduardo Hermida relata que hace poco viajó a Kiev para explicar el proyecto y afirma que en Europa interesa mucho. También la asociación francesa Eau et Lumière se interesó por tratar de convertir el proyecto en Itinerario Cultural Europeo. Hace unos días el interés volvió a centrarse en Canido, ya que el ayuntamiento de Madrid planea una iniciativa a imagen y semejanza del barrio ferrolano. Desde Coruña también muestran interés con el proyecto de hermanar Monte Alto y Canido a través de Las Meninas de Picasso y las del barrio ferrolano. A pesar del constatado interés, Hermida apunta: “Si no tenemos credibilidad en Europa es por falta de apoyo institucional”.

© Marta R. Suárez

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“Las Meninas me han dado mucha repercusión, pero económicamente no me han aportado nada, sólo que el Concello me ha pagado las visitas guiadas que se organizaron esta Semana Santa, ese el beneficio económico que he sacado en estos años”, afirma Hermida. Bruno Díaz, concejal de Turismo, confirma que las visitas fueron “un éxito” y reconoce el potencial de las Meninas para generar interés “dentro e fóra da cidade”. Según relata Díaz, el Concello está haciendo esfuerzos para visibilizar las Meninas pero apunta que “é complexo porque é unha iniciativa nacida nun barrio, que é pública e hai que buscar unha plataforma legal e formalmente axeitada para que o Concello a poida xestionar”. Especifica que la Sociedad Mixta de Turismo de Ferrol podría ser ese instrumento y también adelanta que el fin de semana de las Meninas, encontrará más apoyo en el Concello: “Este ano, en principio, o Concello vai asumir un papel activo desde o ámbito de Cultura, sería importante que o consistorio pasase a convertirse no promotor”. Añade que están pendientes de unas subvenciones y que esperan que este año se puedan poner en marcha algunas de las iniciativas que planean. Recientemente la Mancomunidad de Municipios de Ferrolterra ha decidido destinar dinero a promocionar Las Meninas en los municipios que abarca. Para Hermida lo ideal sería hacerlo a través del Camino Inglés, uniendo ambos conceptos con intervenciones artísticas y talleres.

Eduardo Hermida ha ganado mucha satisfacción con este proyecto que ya no es suyo, “es de todo el barrio”. Al preguntarle si piensa registrarlo de alguna manera sentencia: “¿Qué registro? ¿una obra que no es mía en una pared que tampoco lo es? Se trata de una obra colectiva”. Es la cara visible de este lugar donde el horizonte se pierde mirando al mar, un horizonte dibujado de Meninas paridas por un barrio entero. Eduardo Hermida seguirá observando el fenómeno desde el estudio en su barrio mientras las hijas de Canido gritan desde los muros que Ferrol no ha muerto. Velázquez sabía que su obra era algo más que un simple cuadro.