Cuando los peregrinos del amianto llegaron a Compostela
La cita se celebró en el cielo de la literatura. Desde la segunda planta de la Libraría Couceiro no existía otra perspectiva posible. Allí recibió la ciudad a los peregrinos del amianto. La historia de muchos de ellos se puede llevar bajo el brazo, llegó contenida en el libro que firma Rober Amado poco después de las siete y media del diez de marzo. ‘Peregrinos del amianto’ es un libro que a la vez es muchas otras cosas: es la investigación profunda de un periodista, el drama de muchas familias y la esperanza de que se haga justicia. Antes de empezar la presentación Amado llegó con el buen humor que lo caracteriza, pero cuando empezó la presentación cambió su cara y su tono.
“Este libro se llama ‘Peregrinos del amianto’ porque las víctimas han recorrido un camino muy largo para que les diesen la razón. Un auténtico peregrinaje”, explica Andrea Oca, la presentadora del equipo de Compostimes que guió la charla. Rober Amado relata que llegó a esta historia casi por casualidad, cuando tuvo que tratar el tema en un medio de comunicación. Viendo que el espacio y el tiempo que había dedicado a una historia tan tremenda era insuficiente, decidió emprender, junto a las víctimas, su peculiar peregrinaje: el de reconstruir sus historias, contarlas y concienciar. “Cuando empecé a investigar el tema del amianto me pareció tan bestia que no me lo acababa de creer”, explica. La tarea fue especialmente ardua teniendo en cuenta que “meterse con Navantia es, para muchos ferrolanos, meterse con Ferrol. Muchos no podían creerlo, otros no querían”. Cierto es que el amianto fue durante muchos años un material incuestionable en la ciudad naval y en el resto del mundo. “El amianto es un material barato, abundante…¡es cojonudo! Excepto porque te mata”, afirma el periodista.
Amado dijo que este tema le pareció “tan bestia” que al principio era incapaz de creérselo. Según relata el autor, era vox populi que la exposición prolongada al amianto era perjudicial para la salud. “Se ve claramente en las cláusulas de las aseguradoras desde hace mucho tiempo”, afirma. También describe como especialmente “sangrantes” las declaraciones que los médicos y expertos de Navantia hacían en los juicios. Rober Amado cuenta que entre las razones que esgrimía la empresa estaban el tabaco o la exposición al excremento de gallina. “No es broma”, aclara. También relata que los perjudicados tenían problemas “incluso para conseguir una vida laboral” y que “todo eran barreras”.
El periodista también habló del duro trabajo a nivel mental que supuso el libro. Para él no resultó fácil hacer revivir a los familiares de enfermos y fallecidos, agrupados en la asociación Agavida, toda su odisea, pero fue un trabajo necesario para sacar el caso a la luz y, a veces, incluso terapéutico. Además de escucharlos llegó a llorar con ellos. Eso hacía que su trabajo fuese el doble de duro, pero también que se incrementase su motivación por dar a conocer la historia.
En la charla también participaron Carlos Piñeiro, “un médico que casi pierde su trabajo por defender que los síntomas que presentaban las víctimas se debían a la exposición prolongada al amianto” y José Teijeiro, “cuyo padre murió por trabajar expuesto a este material”, así los presentó Rober Amado. Teijeiro sobrecogió a la sala contando la lucha que vivieron cuando a su padre le descubrieron un cáncer y la que todavía libran hoy en los juzgados, buscando responsabilidades. Un testimonio sobrecogedor, sólo roto por el agradecimiento a quien narró su historia que dice “es la de mi familia, pero podría ser la de cualquier familia de afectados por el amianto”. Teijeiro explica que no es agradable revivirlo, se emociona varias veces y se hace un silencio solemne en la sala en cada una de sus pausas, pero tiene el firme convencimiento de que debe contarlo para concienciar. Él seguirá peregrinando para buscar “la justicia” aunque nunca podrá “recuperar” a su padre.
Fotografía de portada: ©Carolina Neira