25 películas europeas para el siglo XXI

Resulta innegable la afirmación de que en los últimos años el cine europeo está evolucionando a pasos agigantados. Las barreras que, hasta hace poco, situaban, por boca de muchos, al cine del viejo continente como presunto arte fílmico frente a la poderosa industria comercial estadounidense, están cayendo por enteros. La inevitable globalización da sus frutos, ampliando exponencialmente la diversificación temática de las películas continentales y llevándola a derroteros que, hasta hace poco, no habían sido tan explorados como al otro lado del Atlántico, como pueden ser, por ejemplo, la ciencia ficción o el terror. Ya no podemos hablar de una identidad propia, de una tendencia hegemónica para el séptimo arte en esta orilla del océano, pues lejos quedan los antes numerosos experimentos derivados de las vanguardias o las corrientes temáticas más homogéneas. Lo que también es evidente es que este aperturismo, esta nueva oleada, se ha traducido en una infinidad de producciones notables tras el albor del nuevo siglo. Me complace presentar una selección de 25 películas que, para este redactor, se encuentran entre lo mejor de lo filmado en Europa desde los inicios del siglo XXI.

La Gran Belleza (Paolo Sorrentino, 2013)

Ganadora indiscutible del Oscar a la mejor película de habla no inglesa en el año de su candidatura, la obra maestra de Sorrentino es un poderoso ejercicio de poesía visual unido por un invisible cordón umbilical a ‘La Dolce Vita’ de Fellini. Jep Gambardella es un periodista de éxito que publicó su única novela 40 años atrás y ahora se enfrenta al bloqueo creativo buscando una belleza sublime que desconoce que puede estar a la vuelta de cualquier esquina. Cada excelso plano, cada bella secuencia, cada escena cargada de delicadeza y sensibilidad puede llegar a causar en el espectador síndrome de Stendhal. El paso del tiempo como un abrazo inexorable, la falsa creatividad como un monstruo a derrotar, Roma como una ciudad hermosa pero traicionera. Una auténtica delicia de película

Los Cronocrímenes (Nacho Vigalondo, 2007)

Puede que incluir esta película parezca una sutil (o no) invitación a los lectores a cerrar este artículo y dedicarse a cosas más útiles para sacar adelante su vida pero, seamos francos, puede que Los Cronocrímenes no sea un producto objetivamente excelente, pero sí resulta un ejercicio fílmico más que correcto e interesante. Si tiene un puesto en esta lista es porque su director, Nacho Vigalondo, ha demostrado desde sus inicios que no hace falta irse hasta Buñuel para ver que en España puede hacerse algo diferente de verdad. Con un presupuesto risible, el director y guionista cántabro da una clase magistral de cómo afrontar una enrevesada pero bien engrasada historia de viajes en el tiempo, cargada de suspense y que resulta, en definitiva, un encomiable ejercicio de valentía en el encorsetado cine patrio.

Saraband (Ingmar Bergman, 2003)

Hablar de Bergman es hacerlo de uno de los directores de cine más influyentes de la historia, al nivel de Hitchcock, Kubrick u Orson Welles. Palabras mayores. El realizador de verdaderas obras maestras como ‘El Séptimo Sello’ o ‘Persona’, nos dejó en 2007 tras legarnos una multitud de producciones indispensables. ‘Saraband’ fue su canto de cisne, un film para la televisión sueca que en nuestro país se estrenó en la gran pantalla. Tras más de 30 años divorciada, Marianne (la protagonista de ‘Secretos de un Matrimonio’, que Bergman había presentado en 1973) decide visitar a su ex marido. El director escandinavo se abre a nosotros, dejando ver qué le corre por las venas, con un tratamiento dramático sensacional y unos diálogos cautivadores.

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Jep Gambardella, de La Gran Belleza, irónico, hedonista y totalmente entrañable / ©Historiasdelceluloide

 

El Pianista (Roman Polanski, 2002)

La soberbia adaptación de las memorias del pianista polaco Władysław Szpilman le valió al controvertido Polanski el único Oscar que ostenta hasta la actualidad. La cruda representación del Holocausto, el vapuleo que cada escena provoca a las emociones del espectador, y la inclusión de la que fue una de las mejores escenas de su tiempo. Incluso Adrien Brody resulta convincente en su papel.

Leviatán (Andréi Zviáguintsev, 2014)

Un perfecto ejemplo del nivel de degradación moral al que puede rebajarse el ser humano en los tiempos que corren. El feroz enfrentamiento entre el pobre Kolia y el despiadado alcalde del pueblo por los terrenos del primero es sólo el punto de partida para la retahíla de todos los engaños y falsedades que son capaces de destilar los personajes que desfilan por la pantalla.  Zviáguintsev se consolida como aventajado, y quizás más mundano, alumno de Tarkovski.

Kingsman: Servicio Secreto (Matthew Vaughn, 2014)

A veces no está de más recordar que el cine se basa, a fin de cuentas, en entretener al espectador con una historia contada de forma atractiva (como bien ha demostrado recientemente Mad Max: Furia en la Carretera) y ‘Kingsman’ es una de las películas de su año que mejor cumple ese objetivo. La producción británica está cargada de acción, testosterona y humor. Uno de los mejores agentes secretos de Inglaterra, al estilo de un James Bond maduro, tendrá que seleccionar y adiestrar a un nuevo integrante para el servicio, alguien capaz de aplicar la fuerza con decisión y sin clemencia pero, al mismo tiempo, ser un verdadero caballero. Como dato, su director, Matthew Vaughn fue en 2011 el encargado de realizar la única película potable de toda la saga de X-Men.

Intocable (Olivier Nakache, 2011)

Esta producción francesa atraviesa todas las barreras sociales. Philippe es un hombre de clase alta que, tras un desgraciado accidente, termina tetraplégico, contratando tras esto a Driss, un inmigrante recién salido de la cárcel, como asistente. La mezcla entre ambos mundos y los lazos formados entre ambos llevaron a esta película a superar a ‘El Viaje de Chihiro’ como la película de habla no inglesa más taquillera. Película meritoria, que busca la risa además de la lágrima fácil y elude con elegancia el sencillo camino de los clichés.

Good bye, Lenin! (Wolfgang Becker, 2003)

Un excepcional Daniel Brühl protagoniza esta pintoresca tragicomedia ambientada en tiempos de la caída del Muro de Berlín. Cuando la madre de Alex despierta tras pasar un año en coma, su hijo hará lo imposible para que la anciana, orgullosa comunista, no descubra la unificación de Alemania y la entrada del liberalismo económico en el país, dado que el shock podría afectar a su delicada salud. La escena de los pepinillos, la de la estatua voladora de Lenin, la del mural de Coca Cola, ninguna  tiene desperdicio.

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Oskar y Eli, de Déjame Entrar, cada uno el clavo ardiendo al que se aferra el otro / ©elseptimocrítico

 

Fear X (Nicolas Winding Refn, 2003)

Pese a aburrir hasta a las ovejas hace poco con ‘Sólo Dios perdona’ (película que, en la opinión de quien redacta esto, no es tan mala como la han pintado), Winding Refn ha resultado ser uno de los directores más técnica y artísticamente dotados de su generación, gracias a joyas como ‘Drive’ o la cinta que nos ocupa. Producción danesa poco conocida en nuestro país, ‘Fear X’ narra la historia de un hombre obsesivo, interpretado por un genial John Turturro, sumergido en una autodestructiva investigación sobre el asesinato de su mujer. La clase y elegancia que pocos años después harían famoso al director de Copenhage están patentes desde el minuto uno. A veces da la impresión de poder ofrecer más, de que en algunos aspectos se ha quedado a medias, pero en conjunto resulta un trabajo sólido y remarcable.

Renaissance (Christian Volckman, 2006)

Un curioso apartado visual, muy al estilo de los cómics de Frank Miller, marca esta película de animación situada en nuestro país vecino, en un futuro próximo con tintes distópicos. Tras el secuestro de una de sus científicas más importantes, la empresa más prominente de París, Avalon, recurre a Barthélémy Karas, un policía implacable, para encontrarla y traerla de vuelta. Una calidad de animación impecable, un apartado artístico sombrío, oscuro y contrastado, pero con mucha personalidad y sí, un guión que recurre a ciertos tópicos ya bastante manidos en su género, pero revisándolos de forma creativa y deslumbrante.

Déjame entrar (Tomas Alfredson, 2008)

Ignoremos el olvidable remake estadounidense y quedémonos con la obra original, basada en el libro homónimo de John Ajvide Lindqvist. Esta es la historia de la insana amistad que nace entre Oskar, un niño inadaptado y maltratado en su escuela, y Eli, una vampiresa de siglos de antigüedad, atrapada en el cuerpo de una pequeña muchacha. Donde ‘Crepúsculo’ u otras producciones buscarían el camino del amor, de la solución fácil y del “fueron felices y comieron perdices”, ‘Déjame Entrar’ apuesta por un terreno más áspero y desalentador. Las dos almas protagonistas están condenadas, rotas, hechas pedazos, cada una a su manera, pero se apoyan mutuamente como un candil encendido en medio de la tempestad, amenazando con apagarse en cuanto el viento arrecíe. Su relación va a ser efímera, pero aún así se aferran a ella con la poca voluntad que les queda. Alfredson huye de cursiladas con un trato de la historia muy sutil y regalándonos a la vampira más real, más tangible, que nos haya dado el cine.

 El Discurso del Rey (Tom Hooper, 2010)

Tras la abdicación de Eduardo VIII, su hermano menor, Jorge VI subió al trono de Inglaterra. El nuevo monarca temía que su notable tartamudez le hiciese perder el respeto del pueblo, así que contrató al mejor de los logopedas para tratarse. Tras un hecho histórico, aparentemente, sin demasiado interés, se esconde una película conmovedora, que le valió a Colin Firth un más que merecido Oscar al mejor actor principal.

Persépolis (Marjane Satrapi y Vincent Paronnaud, 2007)

Basada en un cómic del mismo nombre (escrito e ilustrado por la propia Satrapi), Persépolis es real como la vida misma. Las memorias de la autora colman la historia de principio a fin, personificada en una pequeña joven que sufre en sus carnes el ascenso al poder del fundamentalismo islámico, con lo que termina huyendo a Europa y descubriendo una sociedad, una cultura y un modelo de pensar totalmente opuestos a lo que reina en su tierra de origen. Película de animación clave para comprender de primera mano el trasfondo de lo que cada día aparece en las noticias sobre Oriente Medio.

The Artist (Michael Hazanavicious, 2011)

Personalmente, confesaré que no me entusiasma especialmente The Artist. No me parece una mala cinta, por supuesto, pero sí podría achacársele el semejar a veces demasiado pendiente de la referencia y el homenaje, demasiado dependiente de la nostalgia, o el tener un guión que, aunque de manera justificada, nos recuerda por momentos a muchas otras producciones y, por supuesto, el generar unas expectativas que no llega a cumplir del todo. A su favor juega su impecable tratamiento artístico y una producción pulida y preciosista, amén de los cinco premios de la Academia que se llevó en su año. Una película que, pese a no desarrollar todo el potencial que podía dar, sí se gana un puesto en esta lista. Y cómo olvidar al genial Uggie, el jack-russell.

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Falling Slowly, de la BSO de Once, es un temazo a tener en cuenta / ©irishamerica

Shaun of the Dead (Edgar Wright, 2004)

Desastrosamente titulada en nuestro país como ‘Zombies Party (una noche de muerte)’, esta es, simple y llanamente, la mejor película de zombis de lo que llevamos de siglo. Olvidaos de ‘Planet Terror’ o de ’28 Días después’, pues ‘Shaun of the Dead’ es una delicia imprescindible. Un guión ingenioso que desborda humor negro a raudales, referencias (o más bien pullas) a iconos de la cultura popular y un grupo de personajes llenos de carisma. El combo de los graciosos Simon Pegg y Nick Frost con el director Edgar Wright comenzaba a dar aquí sus frutos, que culminarían a lo grande con la igualmente desternillante ‘Bienvenidos al fin del mundo’.

Once (John Carney, 2006)

‘Once’ es el perfecto ejemplo de cómo unos elevados medios de producción o un presupuesto desmedido no son partes indispensables para lograr una película convincente. Rodada exclusivamente con luz natural y ambiental, sin actores profesionales, decorados o permisos de rodaje, se corona como una de las mejores apuestas indies de los últimos años. La trama cuenta la historia de un músico callejero de Dublín que conoce a una inmigrante que vende flores por la ciudad. La bonita relación surgida entre ellos y una banda sonora excepcional remarcan una película llena de honestidad, sentimiento y espíritu.

Canino (Giorgios Lanthimos, 2009)

La enésima revisión del mito de la caverna de Platón. Una familia vive aislada del mundo exterior gracias a una enorme valla que rodea su propiedad, como un reino aislado, independiente del exterior. Todo cambiará cuando contraten a una nueva sirvienta, Christina, para cuidar de uno de sus hijos, lo que pondrá patas arriba la tranquila vida de los protagonistas. Suspense tangible, creciente oscuridad e influencias tan dispares como Haneke o incluso David Lynch marcan una de las mejores obras griegas de la década.

Love Actually (Richard Curtis, 2003)

Antes de que vuelen las piedras, me encanta ‘Love Actually’. Pocas películas consiguen traspasar su vitalidad en la manera en la que lo hace esta estupenda producción coral británica. Todas esas cosas que nos hacen ilusión cuando somos pequeños e inocentes, y a las que despechamos cuando intentamos hacernos los duros de la vida, están aquí. El espíritu de la Navidad, el ideal del romanticismo en su sentido más hermoso, el amor puro de un padre hacia su hijo. Si logramos despegarnos de nuestros prejuicios y abrimos los brazos a ‘Love Actually’ nos conquistará, nos emocionará y, desde luego, nos enamorará. Porque, al fin y al cabo, la vida va de eso. Además, en esta película a Liam Neeson no le hace falta disparar ni una sola bala para molar.

La vida de los otros (Florian Henckel von Donnersmarck, 2006)

A un agente de la temible Stasi le encargan la misión de vigilar y monitorizar día y noche a un hombre presuntamente subversivo para el régimen y a su pareja. Poco a poco, se va contagiando de sus vidas. Cuando ellos experimentan éxitos, él esboza una sonrisa, cuando ellos sufren él llora. El mimetismo entre vigilante y vigilado cruzando la línea de la obsesión, la elegía de la soledad y la posibilidad de redención para un hombre que tiene la justicia en su mano. Primer largometraje del director teutón y una de las mejores películas alemanas de contenido político, con un Ulrich Mühe protagonizando en plan estelar y que fallecería poco después del estreno del filme.

Anticristo (Lars von Trier, 2009)

Pese a que el polémico director danés alcanzó mayor notoriedad con producciones como la provocadora ‘Dogville’ o la desgraciadamente superficial ‘Melancolía’, es quizás en Anticristo donde mejor podemos observar las manías e inquietudes del realizador. La historia de un psicólogo y su mujer intentando superar en el bosque la muerte de su hijo fue vapuleada por gran parte de la crítica e incomprendida por el público, pero lo cierto es que resulta un ejercicio desbordante de ingenio e imaginación, con un guión sólido y una cuota de blasfemia por encima de lo común. Recomendable, cuanto menos.

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La Canción del Mar es la película de animación más bonita y con más personalidad que verás en mucho tiempo / ©IGN

 

La canción del mar (Tom Moore, 2014)

Película irlandesa de animación que parece estar hecha del mismo material que los sueños de los niños. Ben y su hermana Saorsie intentan regresar a su hogar junto al mar tras ser enviados a la ciudad con su abuela. Un verdadero regalo para los sentidos, cargado de belleza y mitología, y sin nada que envidiar a las mejores producciones del Studio Ghibli.

El Hundimiento (Oliver Hirschbiegel, 2004)

Quizás la más famosa de las obras cinematográficas sobre los últimos días de Adolf Hitler. Bruno Ganz obra una actuación del canciller alemán verdaderamente milagrosa. No hay amabilidad ni crítica desmedida en su argumento, sino una sobriedad casi documental, unos arrebatos de ira incandescentes y un espíritu derrotista que roza el patetismo. Encomiable.

Amelie (Jean-Pierre Jeunet, 2001)

Esta me la guardaba para el final. Y es que en su día, antes de que el tiempo la colocara como un anuncio de compresas colorista de dos horas, ‘Le fabuleux destin d’Amélie Poulain‘ fue toda una revolución. La original puesta en escena, el colorido y optimismo que puebla la cinta y la desbordante imaginación (notable para una película con un argumento, de inicio, muy cotidiano) que destila esta producción francesa por todos sus poros, obran un efecto similar al de ‘Love Actually’. Audrey Taoutou está arrebatadora, y nos contagia de su alegría de vivir si somos capaces de abrirnos a ella sin reticencias ni vergüenzas. Cuesta creer que el director sea el mismo que el de la cruenta, infame e innecesaria ‘Alien: Resurrección’.

Hijos de los hombres (Alfonso Cuarón, 2006)

En el 2027 la humanidad se ha vuelto estéril. El hombre más joven sobre la faz de la tierra es asesinado y el mundo queda anímicamente al borde del colapso. Theo Faron, interpretado por un convincente Clive Owen, se verá envuelto en una conspiración que le supera cuando le encarguen la misión de sacar de la caótica y corrupta Inglaterra a la primera mujer embarazada que se ve en años. Aquí hay retazos distópicos que recuerdan a ‘Matrix’ e incluso’ V de Vendeta’, pero la excelsa dirección de fotografía de Emanuel Lubezki y brillante batuta de Cuarón en cada escena situaban a ‘Hijos de los hombres’ por encima de cualquier competidora. El mexicano se confirmaba con esta joya como el director más prometedor de su país, aunque claro, poco después rodaría Gravity y todo quedaría en nada. Pesimismo existencialista, despotismo político y violencia descontrolada junto a uno de los mejores, y más largos, planos secuencia de los últimos tiempos.

Las vidas posibles de Mr Nobody (Jaco Van Dormael, 2009)

En un futuro lejano, Nemo Nobody es el último hombre mortal que queda sobre la Tierra. No queda registro alguno sobre él en ninguna base de datos, así que nadie sabe nada de su pasado. Conscientes del delicado estado de salud del anciano, un médico y un periodista le entrevistarán alternativamente para intentar que recuerde algo antes de que llegue su fin. Cuando Nemo empieza a narrar retales de su vida, los caminos se cruzan, la realidad y la ficción se entremezclan y los senderos de la vida se diversifican en una multitud paralela. ¿Qué hubiera pasado si…? Es una película que, bordeando los terrenos de la metafísica y la mecánica cuántica, bucea en los entresijos de las decisiones humanas, de las puertas que elegimos abrir y las que decidimos dejar cerradas, todo ello con un tratamiento visual superlativo. Jaco van Dormael consumaba así su mejor obra, un hito en la historia del cine belga, protagonizado por unos eficientes Jared Leto y Diane Kruger y un colosal Rhys Ifans. Probablemente una de las películas más injustamente infravaloradas de esta lista, a la que puede que el tiempo, como ocurrió en su día con obras ahora adoradas como ‘Blade Runner’, le tenga guardado un lugar de honor para la posteridad.

Como suele decirse, no son todas las que son, pero sí son todas las que están. Otras muchas películas podrían haber entrado en este artículo (invitados quedáis a nombrarlas en comentarios), pero todas y cada una de las producciones aquí nombradas son, a su modo, recomendables para cualquier verdadero aficionado al cine.

Imagen de portada de ©Videodromo