Truman, el mejor amigo del hombre
La trigésima edición de los premios Goya retrató a Truman como la gran triunfadora de los premios cinematográficos más importantes de nuestro país. El film de Cesc Gay se alzó con cinco estatuillas de las seis a las que optaba: mejor película, mejor director, mejor actor principal, mejor actor secundario y mejor guión original, sólo dejándose por el camino el galardón a mejor montaje, que fue para el gallego Jorge Coira por “El desconocido”.
Cesc Gay se llevó el premio a la mejor dirección, y también el de mejor guión original junto con Tomás Aragay. El director y guionista catalán siempre tiene el control total en sus películas. Sendo el director y guionista de las mismas, nos mueve entre la comedia y el drama, mezclando casi siempre ambos géneros y cuyas escenas apenan a unos y causan gracia a otros. En sus siempre verosímiles films, actores y actrices sobresalen siempre dirigidos por el catalán. A Ricardo Darín y Javier Cámara se les une Eduard Fernández, que se alzó con el Goya a mejor actor secundario en 2003 por “En la ciudad”, y Candela Peña, premiada como mejor actriz secundario en 2012 por Una pistola en cada mano.
Ricardo Darín y Javier Cámara recibieron en septiembre la Concha de Plata ex aequo en el Festival de San Sebastián a la mejor interpretación por Truman
Ricardo Darín se llevó el galardón a mejor actor principal y Javier Cámara el de mejor actor secundario. Ambos actores recibieron la Concha de Plata ex aequo a mejor interpretación en el festival de San Sebastián. Resulta sorprendente que ambos estuvieran nominados en los Goya en distintas categorías, ya que su peso en la película es prácticamente idéntico. Puede que para poder a darle a cada uno su premio Goya. Visto ahora tras la entrega de premios, no suena tan descabellado. La química desprendida por el dúo protagonista de Truman engancha desde el principio al espectador. La conexión de ambos funciona a la perfección, sumando el aplomo de uno y la despreocupación del otro. Ambos son el bastón del otro.
Para Javier Cámara este es su segundo Goya, tras el premio a mejor actor protagonista en 2013 por “Vivir es fácil con los ojos cerrados”, de David Trueba. Detrás de estes dos premios, Javier Cámara arrastraba ya cinco nominaciones. El incansable actor riojano no ha parado desde su debut cinematográfico y es uno de los fijos de nuestra cartelera nacional.
El argentino Ricardo Darín ha recibido en esta edición su primer premio Goya, tras cuatro nominaciones en sus espaldas. El año pasado, tras su carismático papel en “Relatos Salvajes” como Bombita, sólo la majestuosa “La isla mínima” le apartó del triunfo. Javier Gutiérrez se llevó el galardón a mejor actor principal por una de las mejores películas españolas de la década, tanto a nivel interpretativo, de dirección y de guión, sumada a una fotografía dirigida por Alex Catalá, que convirtió a las marismas del Guadalquivir en un personaje más de la película, que se llevó una decena de premios Goya.
La triunfadora de este año ha sido Truman. Truman es el perro. Truman nos habla sobre la vida. En un principio es así de simple pero, a medida que evoluciona la película, lo hacen también los temas que aparecen en ella. Tomás y Julián son los protagonistas de la historia. Tomás es profesor de matemáticas en Canadá y viaja a Madrid a visitar a su amigo Julián, un actor afincado en la capital desde su juventud y al que han diagnosticado un cáncer terminal. A ellos se les suma Truman, el perro de Julián, que les acompañará en los cuatro días que dura la visita de Tomás. Dentro de esta sencillez aparente, la película expresa multitud de emociones, mezclando comedia y drama en numerosas escenas a través de una línea casi imperceptible que separa ambos géneros. Una montaña rusa de emociones, donde los sentimientos se mezclan y se confunden, tanto en el espectador como en los protagonistas.
La película mezcla comedia y drama en numerosas escenas a través de una línea casi imperceptible que separa ambos géneros
Una trama sencilla, un guión lineal y una estructura muy simple. La película nos sitúa sin demasiada demora en el meollo principal: la enfermedad de Julián y la decisión de cómo afrontará sus últimos meses de vida. La evolución de los dos protagonistas será el principal reclamo y atractivo de una película que habla de la amistad, de la vida, de las emociones y de lo difícil que es a veces expresarse con palabras. Observamos cómo los silencios dicen más que las palabras y de qué manera las miradas expresan más que las frases. A Julián no le hace falta que Truman le hable.
El choque entre los dos amigos que llevan tiempo sin verse no cuaja en un primer momento, pero poco tardan en empaparse el uno del otro y complementarse a la perfección. Se dibuja la amistad entre dos amigos que llevan tiempo sin verse, ni saber exactamente mucho uno del otro desde hace bastante tiempo. Es una amistad añeja que parece no funcionar en un principio pero que termina por afianzarse en el último de los cuatro días, cuatro días que parecen muchos y acaban siendo insuficientes para ambos, cómo sí todavía tuvieran que decirse muchas cosas, cómo si a las palabras le hubiesen faltado días para madurar y salir a la luz.
“Truman” también nos habla de la soledad. Julián, separado de su mujer, y con su hijo viviendo en Ámsterdam, desprende hacia Truman todas sus emociones. Es su apoyo incondicional. A Julián no le gusta estar solo. Truman, al igual que sus pensamientos, siempre está ahí. El amor de su mujer que ya no está y el cariño hacia un hijo que está lejos, ambos sentimientos son proyectados en la figura de Truman.
En definitiva, “Truman” ha conseguido triunfar en los Goya a través de su sencillez aparente con un profundo trasfondo emocional, que termina siendo una oda a las ganas de vivir. La muerte queda en segundo plano y, por encima de esta, se alza la vida, como un cúmulo de emociones y sentimientos donde la soledad y el valor de la amistad están siempre presentes. La vida simbolizada en la vida de Truman.