The Martian, supervivencia y superación

Cada vez que Ridley Scott presenta una nueva película la expectación generada deriva en interminables ríos de tinta, para bien o para mal, especialmente tras unas últimas producciones que no han dejado felices ni a crítica ni a público, como la paupérrima ‘The Counselor’ o la peor aún ‘Exodus: Dioses y Reyes’. Mucho se ha dicho ya de ‘The Martian’, con la que el veterano cineasta británico retorna a un terreno en el que se siente especialmente cómodo, el de la ciencia ficción. Pretéritamente, tanto con la genial ‘Alien’, como con ese auténtico hito de la historia del cine que es ‘Blade Runner’, Scott sentó muchos de los que serían los cánones del género en tiempos más modernos. Más recientemente, Prometheus despertó una gran diversidad de opiniones, pero es innegable que visualmente era una película casi intachable, mantenía un ritmo más que interesante y aportaba una mitología profunda y necesaria al universo de los xenomorfos, pese a su notable cuota de gazapos. Muchas voces se han alzado sosteniendo que el nuevo filme es el mejor del director desde ‘Black Hawk Derribado’ o incluso desde ‘Gladiator’. Palabras mayores, a primera vista. Pero, ¿merece ‘The Martian’ todos y cada uno de los elogios que se le han dedicado?

Basada en la novela homónima de Andy Weir, esta es la historia de Mark Watney, interpretado por un colosal Matt Damon, un astronauta que, en un futuro próximo, se queda atrapado en el planeta rojo debido a un accidente, mientras que el resto de la tripulación de su misión, dándolo por muerto, pone su nave rumbo de retorno a la Tierra, ignorando que dejan atrás a su amigo y compañero. Comienza entonces la que será una historia de superación, de enfrentamiento con la adversidad y de lucha contra lo imposible. Desde un clasicismo a veces tan inspirador como manido, Watney intentará sobreponerse a la falta de agua, comida y recursos en un terreno inhóspito y poco acogedor, como un homenaje a un Robinson Crusoe moderno. Las complicaciones se multiplican, la Ley de Murphy es palpable en el ambiente desde el inicio del metraje y parece que todo lo que pueda salir mal, saldrá. En los primeros minutos de la película es inevitable mantenerse en tensión constane, esperando que se estropeen sus aparejos, desaparezcan sus suministros de comida o que una tormenta de polvo marciano le destroce lo que queda de su base. Por suerte, lejos de convertirse esto en la actualmente típica concatenación de dramatismos absurdos y catástrofes insalvables, cada una peor que la otra, como era, por poner otro ejemplo situado fuera de nuestra atmósfera, ‘Gravity’, aquí todo está teñido de un buen humor que a veces parece casi desfasado, anticuado y fuera de moda, pero que termina agradando gracias a referencias constantes a la cultura pop (el momento de la “Operación Elrond” estando presente Sean Bean es glorioso) y los más que ingeniosos comentarios de nuestro protagonista.

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Los exteriores del planeta rojo resultan en ocasiones estremecedores / Dailystormer

Visual y narrativamente, y válida sea la referencia para los aficionados al fútbol, The Martian es como una final de copa jugada por un equipo de Fabio Capello. Los planos son vistosos, especialmente los exteriores, mostrando toda la aridez y soledad del cuarto planeta de nuestro sistema solar. Además, la iluminación y fotografía rayan el sobresaliente e incluso el manejo del ritmo es bastante bueno, pero, pese a ello, en ningún caso se observa intento alguno por innovar, no hay riesgo, no hay una apuesta definida por un estilo propio como sí había en otras obras del cineasta. Scott apuesta a lo seguro y eso no es algo malo de por si, pues el resultado final es más que correcto, pero quizás se echa de menos algo más, tratándose del que fue uno de los grandes pilares de la ciencia ficción en su tiempo. Es sintomático que a nivel formal y de ejecución hasta la (en gran medida injustamente) vapuleada por el público ‘El Reino de los Cielos’ resultara más atrevida y representativa de lo que es capaz este director que este último film. Lo mismo ocurre con el guión, pues pese a estar basado en una muy interesante novela, tener diálogos atractivos y explicaciones científicas bastante concisas, siempre da la impresión de estar a punto de despegar, asombrarnos por fin con algo totalmente sobrecogedor, pero sin llegar a hacerlo en las dos horas y media de metraje. Apela a la emoción, pero no trasciende jamás. Y es quizás el mayor lastre que arrastra esta película, el quedarse a medias, en tierra de nadie, en tantos aspectos, consiguiendo un buen acabado general, pero sin encontrar, ni buscar, la excelencia.

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Adivinidad con qué fertiliza las patatas. Adivinadlo. / Spacegizmodo

Pero si hay algo que sí se eleva por encima de todo lo demás en la película que nos ocupa, eso es es Matt Damon. Tras ganar junto a Ben Affleck el Oscar al mejor guión original en 1997 por ‘El Indomable Will Hunting’, la carrera del actor de Massachusetts se había enfangado en ciertas producciones de dudosa calidad, como la saga Ocean’s, ‘Elysium’ o ‘Monument’s Men’, pero no sería descabellado asegurar que con ‘The Martian’ ha logrado llegar al pico más alto de sus posibilidades, es decir, a la mejor actuación de su carrera. La delgada línea que separa siempre al actor del personaje desaparece, con una naturalidad pasmosa. A diferencia de Leonardo Di Caprio en ‘El Renacido’, Damon no necesita proferir gemidos inconexos y babeos múltiples durante media película para convencernos de que su situación es verdaderamente complicada. Con una mirada, con un par de gestos, con un chiste malo. Con tan poco nos dice mucho. Su actuación es sutil, no necesita arrastrarse llorando por el suelo cuando está triste o estallar en estruendosas carcajadas cuanto está alegre, sino que mediante pequeños detalles, comportamientos que nos parecen completamente normales, consigue que olvidemos que está interpretando un papel. Watney sufre pero, al mismo tiempo, es un profesional y el estoicismo del que hace gala durante toda la cinta, respondiendo con humor ante las complicaciones, resulta tan inspirador como el agónico discurso final de un general antes de la batalla decisiva.

Es realmente complicado que ‘The Martian’ gane el premio a la mejor película, teniendo en cuenta a quien se enfrenta. Está muy por debajo de joyas como la aclamada ‘Spotlight’ y, por supuesto, de esa inesperada e inolvidable obra maestra del séptimo arte que ha resultado ser ‘Mad Max: Fury Road’. Podría situarse, quizás, al nivel de la ya citada ‘El Renacido’, no sólo por calidad final, sino por encajonar ambas producciones en la premisa de “protagonista luchando contra lo imposible”. Puede que la película de Alejandro González Iñárritu haya terminado siendo un exceso sin medida, pretenciosa a todos los niveles y perdida en su propia redundancia, pero es precisamente el ansia de hacer algo único, diferente y especial del director mexicano, lo que le habría venido muy bien a ‘The Martian’ para convertirse en algo verdaderamente único y no en una producción buena, decente, pero muy alejada de entrar en el recuerdo colectivo del cine.

(Imagen destacada de Electricliterature)