La sede que(no)pudo ser

El fútbol español es imposible de entender. Las filias, fobias y cambios de parecer de clubes y aficiones resultan cuando menos curiosas. La facilidad que existe para amar, odiar o sentir indiferencia por algo ha llegado a la esquizofrenia. Las polémicas cada vez tienen menos de sana rivalidad y más de odio visceral. El último caso, y no es precisamente nada nuevo, es la polvareda que se ha levantado cuando ha tocado decidir cual sería la sede para albergar la final de la Copa del Rey. Un problema que como no puede ser de otra manera solo se puede dar en España. Porque en las demás grandes ligas este debate nunca se puede dar, la competición tiene una sede fija: Wembley en Inglaterra. el Olímpico de Berlín en Alemania, el Stade de France en Francia, el Estadio Nacional en Portugal y el Olímpico de Roma en Italia. Algo tan simple como elegir una sede fija(o al menos una habitual) evita discusiones y problemas innecesarios. Pero en la tradición del “vuelva usted mañana” la organización de la Copa de Su Majestad prefiere esperar al último minuto, cuando ya se conocen los finalistas para decidir que lugar es el más adecuado para celebrar el choque definitivo.

Y como no puede ser de otra manera, una organización tan chapucera solo puede terminar en desastre, o al menos en ríos de tinta, en minutos de televisión, de tertulias y debates, pero sobre todo termina por sacar a relucir fanatismo y rencor, sin lugar para un dialogo con argumentos y seriedad, y lo que es peor, con el resultado final de histeria contraria al sentido común. Porque, al menos a priori, cualquier entidad del mundo y su parroquia parece que debería estar encantada de acoger un evento de esta dimensión. Pero no es España, donde todo puede ser, se ha producido el lío de siempre y la elección de la sede ha dejado de nuevo un espectáculo cercano al bochorno.

Imagen del estadio Santiago Bernabéu. Sacada de wikipedia.org

Imagen del estadio Santiago Bernabéu. @wikipedia.org

El problema llega porque el Barcelona ha conseguido clasificarse para la final. Y el equipo rival, en este caso el Sevilla, se encuentra situado en la otra punta del país, lo que deja al lugar más céntrico de la península ibérica como punto intermedio, y por ende el emplazamiento ideal. Hablando en plata, Madrid es el lugar idóneo para acoger la que debería ser la gran fiesta del balompié. Hasta que llegan los contratiempos cuando toca decidir que estadio de la comunidad madrileña es el idóneo.

Atendiendo a criterios puramente lógicos, la respuesta parece muy sencilla. El Santiago Bernabéu es el estadio con mayor capacidad de la capital, y según su propietario(en este caso el Real Madrid y sus socios) el mejor, el más moderno y mejor equipado. Es decir el emplazamiento ideal para que los aficionados de los equipos clasificados puedan tener la mayor cantidad de asientos disponibles. Además televisivamente hablando un recinto con tantas bondades resulta ideal para mostrar un gran ambiente y un partido de nivel. Pero pensar que en España el sentido común se va imponer es poco menos que un milagro.

Lo chocante es que la entidad presidida por Florentino Pérez siempre se vanagloria de tener el mayor de los respetos a la Copa del Rey. Incluso consiguió que la edición del año 2002(coincidiendo con el centenario de la entidad) tuviera lugar en la avenida de Concha Espina, sobre el papel le da el valor que tiene como título. El problema llega cuando la situación no resulta, al menos a priori, tan propicia. O al menos no tan favorable a sus intereses, llega el momento de ceder un y aparecen los problemas.

Imagén del estadio Vicente Calderón. Sacada de wikipedia.org

Imagén del estadio Vicente Calderón. @wikipedia.org

Porque para muchos(afición y ciertos sectores de la prensa) no puede producirse la tamaña ofensa de permitir al “eterno rival” tener la opción de ganar un título en “su” feudo. Sobretodo cuando la postura del bando contrario es simétrica, ya que ciertos sectores del Barcelona han proclamado a los cuatro vientos la fastuosa celebración(por no decir humillación) que iban a perpetrar si su equipo se alzaba campeón. Como si lo importante de ganar el título fuera hacerlo en campo rival. La clásica casa de locos, en la que además la palabra del Sevilla parece no importar, mientras el organizador(la RFEF) no hace nada para intentar poner paz o mediar. Simplemente actúa cuando y como le conviene intentado proteger sus intereses.

¿El resultado final? Semanas de discusiones, el Bernabéu acogiendo un concierto de Bruce Springsteen en la misma fecha, y el Vicente Calderón elegido como sede. Un coliseo de nivel, adecuado a una gran cita, pero que por mucho encanto y tradición que tenga, al menos con los números en la mano no es comparable al estadio de Chamartín. Aunque al final esto sea lo de menos, el verdadero problema es que el fútbol no consigue estar por encima de los instintos más básicos, que no puede evitar que las discusiones se transformen en incendios y que las decisiones se toman por culpa de los caprichos y no por los hechos, que las opiniones estén por encima de los datos y que en lugar de sumar fuerzas se busque fomentar el conflicto. Al final el daño es para los de siempre, para los aficionados y para la propia competición que termina en segundo plano por un debate que jamás debería existir, y mucho menos en los términos en los que se produce.