Wes Craven y el cine de terror
“One, two, Freddy’s coming for you
Three, four, better lock your door
Five, six, grab your crucifix
Seven, eight, gonna stay up late
Nine, ten, never sleep again”
Tanto si eres seguidor de las películas de terror como si no, conocerás a Freddy Krueger, aunque ni siquiera hayas visto ninguna de sus películas. Freddy es ese ser que se adentra en los sueños de los vecinos de Elm Street y que portando por dedos cuchillas desgarra al mayor número de inocentes posibles. Sí, Matt Groening lo simpsonizó a través de Willy, el conserje. Quizás ahora lo tengas ya más claro. El creador de este icono de los filmes de terror es el director y guionista estadounidense Wes Craven (1939-2015), que falleció el pasado mes de agosto tras no poder superar un tumor cerebral. Craven será recordado por ser uno de los directores más prolíficos en su género, y por ser considerado por muchos como el maestro del cine de terror. El director estaba trabajando como productor ejecutivo de la adaptación de Scream a la pequeña pantalla, transformando su exitosa saga de terror en una serie de televisión.
Wes Craven debutó en la gran pantalla en 1972 con La última casa a la izquierda, una película altamente explícita y desgarradora para la época en la que se estrenó. Violaciones, torturas, asesinatos, felaciones y canibalismo, con una pizca de humor absurdo por medio de gags surrealistas que hacen que ahora el film parezca más cómico que terrorífico. Terrorífico son sus errores de raccord y sus pobres efectos especiales, aunque entendibles debido a la época en que se realizó. Con La última casa a la izquierda Craven se proyectó desde sus inicios como un director sin escrúpulos, cuyo apelativo se encargaría de reforzar cinco años después, en 1977, con el estreno de Las colinas tienen ojos, cuyo argumento gira alrededor de la típica familia americana que, tras sufrir una avería en mitad del desierto, es agraciada con la visita de unos seres extremadamente deformes y caníbales. A partir de aquí sería spoiler si continuará describiendo la película, aunque no parece complicado averiguar lo que sucede cuando tales ingredientes entran en contacto. Estas dos películas contarán con ambos remakes, un clásico de los metrajes de terror.
En 1982 Craven lleva a la gran pantalla La cosa del pantano, personaje de cómic creado por el guionista Len Wein y el dibujante Bernie Wrightson, pero que no contó con una gran valoración de la crítica, por lo que pasó prácticamente inadvertida. Al igual que su anterior película, Bendición mortal. Con ambas, Craven sufre un difícil período a la hora de llenar butacas en las salas cinematográficas.
Sin embargo, en esta época Craven ya tenía su gran baza bajo la manga. Con el guión de Pesadilla en Elm Street se recorre numerosas productoras hollywoodienses, acumulando rechazos de puerta en puerta. Hasta que topa con New Line Cinema, al borde de la quiebra, que acepta la película del director americano.
Pesadilla en Elm Street inaugura una de las sagas de terror de mayor éxito
Freddy es un villano que adquiere un gran carisma desde su primera aparición en pantalla en 1984. Jersey a rayas, cara quemada, sombrero suficientemente elegante y cuchillas en vez de dedos. Imposible no triunfar. Aún encima, con la capacidad de matar en sueños ajenos, dejando más cabida si cabe al director para idear las muertes más macabras posibles en localizaciones laberínticas moldeables infinitamente por su creador. Decapitaciones, explosiones craneales, amputaciones de todas las extremidades conocidas, trituraciones… y todas las muertes imaginables que pueden dar siete películas con prácticamente un mismo argumento central. Sin olvidar el regreso del villano en Freddy vs Jason, dirigida por el director chino Ronny Yu, donde los dos iconos del terror ochentero se enfrentan sin motivo aparente en una película más que prescindible. No es más que una mezcla de los argumentos de ambas sagas sin ningún tipo de novedad que atraiga a unos espectaores más que desgastados de sangre movidos únicamente por el morbo del enfrentamiento de ambos villanos.
En 1986 Craven estrenaría la segunda parte de la antropófaga Las colinas tienen ojos, sin variar demasiado la apuesta de su primera parte. Tras unos años convulsos, con el estreno de varias películas sin gran relevancia, como Amiga mortal o la inclasificable Shocker, 100.000 voltios de terror, se estrena en 1996 Scream, que sería el comienzo de la otra grandiosa saga de películas tras la aparición de Freddy Krueger.
En Scream Craven logra mezclar todos los clichés posibles del género de terror y conseguir que la película funcione
Y vaya si funcionó la película, pues el asesino de la máscara munchiana se convirtió junto a Freddy Krueger en otro referente del género. No hay un solo año de mi vida que no recuerde ver el disfraz con la devandita máscara, ya sea en carnaval o en Halloween. El inicio de Scream dicta su propio camino. Una rubia adolescente sola e indefensa en una mansión, preparándose unas palomitas para ver una película de terror. Metacine. Un anónimo desconocido la llama. Después de un primer coqueteo entre ambos, el asesino le pregunta a la joven por su película de terror favorita. Aparece el nombre de Pesadilla en Elm Street. También el título Viernes 13. Más metacine. La cosa se pone tensa cuando el asesino se carga al perfecto novio de la joven con su típica chaqueta de jugador de béisbol en el jardín. Luego el asesino entra en su casa y bueno… pasa lo que tiene que pasar.
La noche de Halloween, El exorcista, Psicosis, El silencio de los corderos o La matanza de Texas son algunos de los filmes que se citan o se hace referencia en Scream, como si Craven quisiese incluir su película en medio de eses filmes de terror para que ella formase parte también de esa lista. Si fue así, lo consiguió. Se podría decir que en Scream nacen todos los clichés del cine de terror adolescente, pues a partir de esta cinta los imitadores aparecerán a raudales. Adolescentes con las hormonas alborotadas que hacen exactamente lo que cualquier persona con dos dedos de frente no haría si se encontrase en su situación. Una serie de asesinatos que sabes en qué momento ocurrirán, pero que consigue mantener la intriga hasta el final por el desconocimiento de quién se esconde tras la máscara más conocida del cine de terror, con el permiso de la máscara de hockey de Jason. El humor, la ironía y el gag absurdo otorgan la potencia necesaria para que la película se convierta en un referente del género. La mejor entrega de la saga que a pesar de su simpleza, está construida a la perfección y asegura numerosos sustos que siempre gustan a los fans del género asustadizo.
En Scream nacen todos los clichés del cine de terror adolescente
Tal es su éxito que solamente un año después, en 1997, Craven estrena Scream 2, ya sabiendo que no será la última película de una saga que perdería fuelle tras su tercera entrega en el año 2000. Ese mismo año coincide el lanzamiento de Scary Movie, dirigida por el estadounidense Keenen Ivory Wayans, una película que tiene como objetivo ridiculizar las películas de terror adolescentes que surgieron en años anteriores, con la dinastía Scream como mayor protagonista.
Tras unos últimos años pocos fértiles, con largometrajes bastante paupérrimos como Vuelo nocturno o Almas condenadas, y cuando parecía que la saga Scream se quedaría en una trilogía, el director estadounidense nos sorprende con Scream 4, la última película de la dinastía Scream y del propio director, donde lo más destacable es su divertido prólogo en los diez primeros minutos de metraje, que funcionan como el perfecto resumen de toda la saga. Parodia del propio género, cine dentro del cine, apuñalamientos y sangre por doquier.
Wes Craven será recordado como el maestro del cine de terror. Un ser predilecto que es imitado por nuevos directores que tratan de hacer películas diferentes y acaban cayendo en las mismas pautas que Craven había escrito ya en los ochenta de la mano de Freddy Krueger, y que se encargó de apuntillar en los noventa con la exitosa saga Scream.