¿Sigue siendo necesaria la fotografía?

Una entrevista a cuatro jóvenes fotógrafos: Mai Oltra Llacer, Amanda Pardal, Carlos Borrajo y Sonia Márpez

Vivimos en la época de la imagen. La poeta Claudia Caparrós escribió hace mucho que “el siglo XXI es el auténtico siglo de las luces”, en referencia precisamente a la multitud de pantallas luminosas que nos rodean de forma constante. La tecnología se ha hecho con el poder, vivimos a través de la mediación de las pantallas.

En medio de esta circunstancia, precisamente el desarrollo de la técnica ha permitido que muchos de nosotros tengamos en nuestro poder el antiguo lujo de la fotografía. Contamos con cámaras de diversos tipos, como las de nuestros móviles o portátiles, que permiten realizar infinidad de fotografías a diario. Son muchos los blogueros que en redes se han dedicado a la exposición de sus imágenes, muchos los que han empleado las plataformas sociales para dar a conocer su forma de ver el mundo, ya sea en plataformas como Facebook, Tumblr o Instagram.

La fotógrafa Mai Oltra es una de las que han hecho uso de este tipo de redes para difundir su trabajo, y opina sobre ellas que han influido de manera positiva en la sociedad en tanto que han servido para abrir una nueva ventana, una nueva forma de ver las cosas, dando la oportunidad de descubrir nuevos mundos, entre ellos, también, el de la fotografía.

© Mai Oltra

Y en medio de esta vorágine de la era de la imagen, es necesario reflexionar acerca de si se puede seguir hablando de fotógrafos como hasta ahora se venía haciendo, de si sigue teniendo sentido establecer una diferencia entre fotógrafos y gente que hace fotos, entre el lado artístico y el lado más puramente técnico, ahora que casi todos tenemos acceso a la fotografía, ahora que ha dejado de ser un privilegio de fotorreporteros o de gente adinerada.

Sobre esta idea, la misma Mai cree que se ha constatado que ya no es necesario tener un gran equipo o dedicarse a la fotografía para ser capaz de realizar una buena foto. Su colega, la también fotógrafa Sonia Márpez, está de acuerdo, ya que afirma que el desarrollo de la técnica ha hecho que sea casi imposible realizar una mala fotografía. Se ha facilitado, de algún modo, el trámite para fotografiar lo que realmente se desea fotografiar; la técnica ya no es ahora un impedimento de cara a la obtención de la imagen final. Otro joven fotógrafo, Carlos Borrajo, opina que es precisamente esta facilidad de apretar un botón y sacar una fotografía lo que ha hecho que no se valore su trabajo. Es necesario el conocimiento de una serie de técnicas, tener una cultura visual, ser capaz de desarrollar la vista, además de ser capaz de sorprender, impactar o conmover.

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© Carlos Borrajo

Por su parte, la fotógrafa Amanda Pardal argumenta que un fotógrafo es aquel capaz de reflejar su personalidad en cada una de las fotos que realiza. Pero no solo eso, sino que tiene la capacidad de fijarse en cosas que para los demás pasarían desapercibidas, y a aquellas que no pasan desapercibidas dotarlas de un nuevo brillo especial, mostrarlas bajo una nueva luz subjetiva. La misma Amanda cuenta que para ella la cámara es un apéndice de sí misma, que el objetivo es su único ojo real y que de vez en cuando le permite congelar aquellos momentos que piensa que merecen ser conservados. Afirma que alguien que simplemente hace fotos no ve más allá de lo que tiene delante, no le busca sentido ni fondo, sino que lo captura sin dejar nada de sí mismo en la imagen.

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© Amanda Pardal

Se ha cuestionado en los últimos años la capacidad de la fotografía para seguir trasmitiendo, para seguir siendo considerada la imagen un objeto artístico, entre otras cosas, por el carácter masivo que ha adquirido. Pero que algo sea masivo no implica que pueda reducirse su capacidad artística. Evidentemente, destacar será más complicado, pero el hecho de que mucha gente tenga acceso a algo no implica que ese algo tenga menos fuerza expresiva. Si a principios del siglo XX se hubiera dado una cámara a un número altamente superior de personas, ¿cuántas obras artísticas estaríamos hoy admirando? ¿Cuántos Avedon, cuántos Cartier-Bresson nos habremos perdido? Podría plantearse el ejercicio de escoger a cien personas al azar y pedirles que hicieran un autorretrato. ¿Cuántos de esos resultados serían acogidos como arte por la sociedad, cuántos serían meros selfies condenados al olvido tras algunos likes de Facebook?

La fotografía sigue siendo una forma del ser humano de plantearse el mundo y resolverlo, de asumir que la realidad puede ser filtrada a través del objetivo que la mira. Porque la fotografía tiene algo de poema. Lo tiene en la importancia de la imagen, en la reflexión a que lleva al pensamiento, en la brevedad. Pero también en la posibilidad de ser mirada mil y unas veces y poder observarse siempre algo distinto, al igual que sucede en los mejores versos. Por no hablar, además, de la relación que entre ambas artes se produce en aquellos poetas que introducen las fotografías en sus poemas a modo de acompañamiento, o en aquellos fotógrafos que recurren a la poesía para poner palabras a sus imágenes. Sonia Márpez cree que tanto la poesía como la fotografía son retratos de realidades, realidades enfocadas desde distintos puntos de vista. Para ella, la imagen no tiene que ser solamente una mera captura agradable, sino que debe existir cierto simbolismo para detener al espectador e invitarlo a reflexionar sobre lo que está viendo, algo que sucede también con la poesía.

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© Sonia Márpez

Que ahora mucha gente tenga acceso a la realización de fotografías no significa que tenga el privilegio de hacer fotografía, de construir nuevos universos. Del mismo modo que todos sabemos escribir, no todos podemos construir buenos poemas.

La fotografía siegue siendo necesaria, y no ya solo en la información que otorga (me refiero al imprescindible fotoperiodismo, mermado por las redes sociales y la accesibilidad de la fotografía a todo el mundo), sino a la fotografía como arte, a la relevancia de la imagen como objeto artístico.

Porque no todos tenemos el privilegio del poder decir cosas con un solo disparo.