Vuelve nuestra infancia, vuelve Digimon
Resulta extremadamente complicado valorar objetiva y argumentadamente una obra que te ha hecho retornar a tu más tierna infancia, ha logrado que saltes de emoción en el sofá y, en resumidas cuentas, te ha tocado la fibra sensible hasta límites insospechados. Y es que la intención de Toei Animation, que no esconden en ningún momento, con Digimon Adventure Tri: Saikai es apelar a la nostalgia y a la lagrimilla fácil de los viejos fans, aquellos que crecimos viendo la serie original en La 2 antes de los documentales de África Salvaje. Aquellos que nos sabíamos la letra de Reena y Gaudi (sí, Slayers se llamaba así en estas tierras) aunque estuviese en japonés, y que, claro está, vaciábamos los pulmones gritando “estou disposto a todo, a meterme na boca do lobo, ainda que me devore” a la hora de merendar. Cuando en primavera avisábamos en Compostimes de que Digimon Adventure iba a tener una continuación (para que nos olvidásemos todos un poco de aquella aberración llamada 02) únicamente pedíamos que estuviese a la altura de la original. Volviendo a mi frase inicial, y pensándolo honestamente, no, no es ni remotamente posible juzgar de forma imparcial una serie que ha definido tu puericia. No puedes acercarte a la objetividad de ninguna forma porque, de alguna manera, tus sentimientos te la juegan, antes o después. Y, curiosamente, Digimon Tri ha logrado lo mismo pese a estrenarse la presente semana. La primera de las 6 OVA que compondrán esta nueva producción sobre los protagonistas originales de la franquicia ha calado hondo en todos los que la han visto, gustando más o gustando menos, pero sin dejar a nadie indiferente.

Uno de los primeros pósters promocionales, el que sembró la polémica con los nuevos diseños / digimon.wikia
Digimon Adventure nació en marzo de 1999, aunque en España se estrenó el febrero siguiente, con lo que han pasado ya 15 años desde la primera vez que vimos a Tai encontrarse con Agumon. Para que os hagáis una idea, hace 15 años el Deportivo de la Coruña estaba a punto de proclamarse campeón de la Liga, la Playstation 2 acaba de salir a la venta y Linkin Park reventaba las listas de éxitos de medio mundo. Sería una tontería pensar que nosotros, como personas, como seres humanos, somos iguales que como éramos por entonces. Hemos cambiado física y mentalmente, hemos evolucionado, madurado, dado un giro a mejor (o a peor), hemos superado nuestros estudios, vivido historias de amor y desamor, hemos sufrido, disfrutado, hemos adquirido conocimientos, tropezado en nuestro camino, nos hemos levantado y, en definitiva, hemos vivido. Y puesto que nosotros podemos ser, en esencia, los mismos, pero cambiados, era de esperar que Digimon Tri fuese lo mismo, pero cambiado.
Nosotros somos otros. No somos los mismos que entramos en el Mundo Digital a través de La 2 hace 15 años. Digimon tampoco.
Y eso es exactamente lo que nos hemos encontrado. Está Tai. Está Sora. Está Matt. Están todos. Incluso el primer enemigo al que se enfrentan es Kuwagamon, en clara referencia a los inicios de la producción original. Pero Kuwagamon es más fuerte de lo esperado. Ha cambiado. Madurado, podríamos decir. Y eso es justo lo que les ha ocurrido a los niños elegidos tras los 6 años que median entre Adventure y Tri. Han madurado, como se madura cuando la adolescencia termina y se acerca la edad adulta. Algunos mentalmente, como Joe, tan centrado en sus estudios universitarios que termina aislado del mundo en vez de defenderlo. Otros físicamente, como Kari, ahora objeto de deseo de todos los compañeros de clase de su hermano (tal vez termine incluyendo a Sora, o, sobre todo, a mi queridísima Mimi en la próxima lista de waifus, porque ellas lo valen, como L’Oréal). Pero, por supuesto, no hay mejor reflejo del paso del tiempo que los enfrentamientos (ya clásicos) entre Tai y Matt. Taichi Yagami simboliza una transformación que pocos esperarían en él. Pese a que nuestro despeinado campeón era el más temerario, impulsivo y audaz del anime que vimos de pequeños (no en vano su emblema era el del valor), el paso del tiempo le ha hecho cambiar. Tai se ha dado cuenta de que las luchas, las titánicas batallas entre digimons de gargantuescos poderes, pueden causar daños colaterales, que la gente del mundo real puede ver destruidas sus pertenencias, terminar herida o, lo que es peor, incluso muerta. Y eso le lleva a la duda. Aquel jovencito que se lanzaba de cabeza el primero, solo ante el peligro, ahora recula cuando la culpa, la responsabilidad, le atenaza los pies, de forma casi exagerada. Matt, por su parte, se encuentra aún atado al pasado. Su pubescente rebeldía (que queda patente desde las primeras escenas gracias a sus historias sobre los grupos de rock en los que toca) le ancla a los mismos ideales de los que una vez hizo gala en el Mundo Digital pero, al mismo tiempo, le hace parecer, a día de hoy, y a nuestros ojos, tan terriblemente irresponsable como fuera de lugar. No obstante, es esa combinación dicotómica, ese contraste aparentemente opuesto entre nuestros dos protagonistas, uno de los principales pilares de Digimon Adventure Tri, al conectar con ello presente y pasado de forma casi magistral.

Greymon luce más temible que nunca. Y esta vez no repiten la misma animación para cada vez que ataca / criticalninja
Visualmente, la producción te da una de cal y una de arena. Mejora a la original, desde luego (que no os engañe la memoria, tenía mucha peor calidad de lo que podáis recordar) pero, aún así, Toei Animation nunca dejará de ser Toei Animation y últimamente cuentan en su haber con verdaderas joyas del despropósito visual como World Trigger o, sobre todo, Dragon Ball Super, pese a que esta vez, al parecer, se cuenta que contrataron nuevos animadores para el proyecto. La animación en sí oscila entre lo correcto y lo limitado (aunque los ataques quedan todos fabulosos) y los diferentes digimon cambiarán de tamaño según lo exija el dramatismo de la escena o, directamente, de forma totalmente aleatoria, según le apetezca al dibujante de turno, como los pechos de Nami, de One Piece, solo que, claro, no es lo mismo lo que se puede exagerar con la anatomía humana que convertir a un Greymon de unos cuatro o cinco metros en un coloso de más de 20 con solo unos segundos de diferencia y un par de cambios de plano. La saturación de color, especialmente en algunos fondos, hará descubrir al espectador tonos de verde esmeralda que no creía ni que existiesen y las perspectivas… bueno, mejor no hablar de las perspectivas en el primer cuarto de la OVA. Desconozco si para primavera, que será cuando salga la continuación, habrán pulido los aspectos técnicos, pero tienen trabajo por delante, pese a que se muestran con una inusitada soltura en el manejo de secuencias en movimiento y de alternancias de planos. O quizás se pongan a buscar aún más tonos de verde. No obstante, y hablando en serio, el dibujo como tal ha evolucionado a algo más maduro, alejado de esos diseños tan infantiles a los que nos tenían acostumbrados. La mano de Uki Atsuya (creador del maravilloso cortometraje Cencoroll) es notable en la creación de los personajes, y les da a nuestros protagonistas una fuerza visual de la que carecían, pese a que en planos lejanos todos terminen teniendo prácticamente el mismo rostro. Para la banda sonora se guardaron lo mejor. Sí, está Butter-Fly y está, por supuesto, la grandiosa Brave Heart, de largo los temas más emblemáticos, pero desde Toei no se han limitado a utilizar las viejas pistas de sonido, sino que las han regrabado y ahora suenan mucho más frescas, actuales y dinámicas. El fanservice no queda patente únicamente por los temas musicales, sino que todo el capítulo tiene pequeños detalles para satisfacer a los fans: Sora teniendo que decidir entre cumplir un compromiso con Tai y otro con Matt, Izzy admitiendo su fobia social al comprar ropa, la escena en la que los digimon evolucionan uno por uno, para nuestro deleite, en lugar de a la vez…
Toei no ha empezado con mal pie, en resumidas cuentas, y si terminan apostando por pulir el apartado visual un poco más y por esa adaptación de los personajes a los nuevos tiempos que nos dejan entrever en ciertas situaciones pueden terminar haciendo una producción memorable de cara a las próximas OVAs. Ahora bien, ¿es Digimon Adventure Tri Saikai, ahora mismo, una gran producción de anime? Ayer, mientras MetalGreymon aparecía por fin ante mis ojos, podría haber jurado ante un tribunal que era lo mejor que había visto en mi vida. Que sí, que uno lo piensa en frío y sabe que no, pero esa es la magia de las grandes series de nuestra infancia, la capacidad de ilusionarnos, de hacernos volver a nuestra más tierna niñez y de encandilarnos frente a la pantalla. Nosotros somos otros. No somos los mismos que entramos en el Mundo Digital a través de La 2 hace 15 años. Digimon tampoco. El proceso de crecimiento ha sido el mismo para ambas partes. Y la ilusión, no obstante, continúa como el primer día.
(Imagen destacada de digiduo,fr)