Empieza la política en Catalunya

Con las pasadas elecciones al Parlament de Catalunya finalizadas, el panorama político entra un tiempo muerto a la vista de ver cómo avanzan las tácticas de los distintos partidos en las recta final para tomar el control en Madrid de cara a las próximas Elecciones Generales. Tras la victoria de Junts pel Sí, algo previsible en vista de los sondeos, solo se puede llegar a una conclusión como resultado de esta contienda electoral, y es que, como de costumbre en unas elecciones, casi todos son vencedores.

La lista más votada el pasado domingo, encabezada por Raül Romeva, ex europarlamentario de Iniciativa per Catalunya Verds, se autoproclamó vencedora de unas elecciones que pasaron a convertirse en un plebiscito sobre la independencia de Catalunya. A pesar de las reticencias de varios partidos a seguir este juego, la estrategia de la plataforma independentista acabó arrastrando a casi todos en una vorágine de ataques y acusaciones. En demasiadas ocasiones ningún lado dudó en deturpar la historia o los hechos pasados, hasta el punto de polarizar por completo el panorama electoral, culminando un proceso de absoluto desencuentro político alimentado durante los últimos años, directa e indirectamente, con las viejas riñas Barcelona-Madrid de telón de fondo y como si de un clásico del fútbol se tratara. No es complicado percatarse de cómo este choque de trenes no ha dejado a nadie indiferente debido a la alta participación, de más del 77%, y donde todos los partidos fueron agrupados en los dos bloques antagónicos del “sí” y del “no”, a pesar de que no se hubieran pronunciado al respecto o, por el contrario, tuvieran una postura con muchos matices.

Unas elecciones que pasaron a convertirse en un plebiscito sobre la independencia de Catalunya.

Desde la organización del propio calendario electoral todo el proceso ha estado liderado por un hombre que de facto era el candidato a presidir la Generalitat, Artur Mas, quien ha sido capaz de volver a ser el más votado para pilotar un Govern de cara a un proceso de independencia. Es importante señalar como se alcanzan estos resultados sin que Convergència Democràtica de Catalunya haya sufrido el desgaste que soportaron los numerosos gobiernos autonómicos conservadores que acometieron políticas de ajuste y estuvieron salpicados de escándalos de corrupción. Sin embargo, dentro del propio éxito de Junts pel Sí, existen demasiados matices.

Raül Romeva

Romeva ejemplifica la superación de las barreras del eje izquierda-derecha por la consecución de la independencia. | Fuente: vozpopuli.com

En primer lugar es necesario observar que la plataforma no ha sido capaz de alcanzar una mayoría absoluta juntando a los dos principales partidos de Catalunya hasta el momento, y teniendo a su favor una Ley Elctoral que sobrerrepresenta a los territorios rurales donde tienen mejor acogida las tesis independentistas y son tradicionalmente el granero de votos de CDC y antes de CiU. Es más, si la legitimidad se midiera en escaños podríamos aducir que CDC, ERC y CUP, que a pesar de estar fuera de esta plataforma es englobada dentro del bloque a favor de la secesión, sumaban un escaño más, 74, en la anterior legislatura. Incluso conviene recordar que Junts pel Sí ha alcanzado el mismo número de escaños que el propio Artur Mas logró en el año 2010 con CiU mientras que ERC se había llevado un importante batacazo electoral con Joan Puigcercós a la cabeza. Cinco años después, el hombre que ha gobernado una Catalunya en crisis y aplicando duras medidas de recorte no ha asumido las responsabilidades esperadas tras aplicar un radical giro a su política y ser capaz de centrar todos los focos del debate político en el tema de la independencia.

Dentro del propio éxito de Junts pel Sí, existen demasiados matices.

Gracias a esta estrategia, de la que solo podemos calificar de auténtico idealismo político o del tacticismo más kamikaze, otros partidos no dudaron en subirse al carro del enfrentamiento entre nacionalidades para sacar rédito político. En este sentido podemos encontrar a los que representan, hasta cierto punto, la cara y la cruz de una misma moneda. Ciudadanos y el Partido Popular.

Mientras que Ciudadanos tenía una corta trayectoria que lo avalara como defensor de la unidad de España así como una nueva cara joven y amable, pero no por ello menos contundente en su discurso, siempre ceñido a la legalidad vigente; el Partido Popular carecía de un candidato sin pasado y un líder carismático. El tándem conformado por Inés Arrimadas y Albert Rivera acabó resultado más sugerente que el formado por Xavier García Albiol y Mariano Rajoy.

Ciudadanos, cartel electoral

El discurso de Ciudadanos se “vistió” con un discurso más duro y efectivo que hace unos años. | Fuente: elplural.com

Al tiempo que el primero sufría por su pasado como alcalde de Badalona con numerosas acusaciones de xenofobia y de explotar el tema de la inmigración para alcanzar la alcaldía, el Presidente del Gobierno es una de las partes más responsables de la actual situación en este conflicto por adoptar una postura inmovilista y no acometer una delicada situación política con el aplomo y carácter que se le espera al máximo garante de la unidad territorial del Estado. Quien se muestra incapaz de desentrañar las propias voluntades de muchos de sus conciudadanos deseosos de cambiar su relación política y jurídica con España. El mismo hombre que ha olvidado que las leyes no están escritas en piedra y que llevaba demasiado tiempo explotando políticamente en el resto de la península la frase “España se rompe”. No es de extrañar que un nuevo partido con un líder más carismático y sin pasado, haya sustituido su discurso con un tono más conciliador, en parte por la ventaja de no tener que soportar sobre sus hombros el peso de un gobierno. Así pues, el endurecimiento de la postura del Partido Popular solo tendría sentido si estos pésimos resultados se tradujeran en votos de cara a las próximas generales, sin embargo con escenario un tan volátil y polarizado es complicado advertir cómo avanzará.

El Presidente del Gobierno es una de las partes más responsables de la actual situación en este conflicto por adoptar una postura inmovilista.

Finalmente queda mencionar a los dos partidos que a pesar de tratar de desligarse en mayor o menor medida de estar polarización por la independencia o unidad de España. El PSC lleva pagando los últimos años su indefinición y el gris de su postura en cuanto a este tema, que sumado a sus años de gestión al frente del famoso Tripartito casi lo había defenestrado. Sin embargo, a pesar de obtener un mal resultado, el peor de la que antaño fue una fuerza hegemónica en Catalunya, consigue sobrevivir y pasar al que en clave estatal es su gran rival Podemos, quien a pesar de ir aliado con Iniciativa per Catalunya Verds (ICV), Esquerra Unida i Alternativa (EUiA) y Equo empeoró los resultados obtenidos en las anteriores elecciones por Joan Herrera en dos diputados. En este punto es donde más patente queda escasa exigencia de responsabilidades a los gobiernos de Artur Mas de los últimos años ya que CatSíqueesPot hacía bandera de todo aquello perdido durante la crisis y el malestar por la situación económica y de corrupción política. Por ello, se puede decir que el vencedor de este particular enfrentamiento que se jugaba en segundo plano ha sido el federalista Miquel Iceta, quien mantiene a flote al PSC con una victoria pírrica frente a Podemos en Catalunya y que deja tocada a uno de los partidos emergentes y a su líder, Pablo Iglesias, frente a los naranjitos de Ciudadanos y Albert Rivera.

Mariano Rajoy

Parte de lo que pueda pasar depende de un presidente con un perfil poco dado a hacer política. | Fuente: vozpopuli.com

Es difícil prever cómo se sucederán las próximas semanas hasta las generales y qué decidirá hacer el partido con la llave del poder en Catalunya, la CUP, con un Antonio Baños que demuestra una firme coherencia con las líneas de su partido al seguir reafirmando su desagrado por Artur Mas y por los resultados adversos en porcentaje de votos para el bloque independentista que considera les deslegitima para una declaración unilateral, pero que no está reñida con el inicio de un proceso político que permita aclarar la situación. Una situación muy poco clara y en la que demasiados partidos se han autoproclamado testigos de la voluntad democrática, tanto para la unidad como para la  secesión, algo poco habitual en un conflicto en el todo debería ser claro y sencillo: o “sí”, o “no”. De hecho, no deja de ser curiosa la comparación de los procesos de independencia en Escocia y Catalunya. Mientras que los primeros llevaban reclamando el derecho a decidir durante demasiado tiempo, de manos del Partido Nacionalista Escocés, y no iniciaron acciones hasta poder crear un marco político y jurídico que lo permitiera, los segundos han forzado el panorama hasta el extremo con un giro ideológico de CDC al que muchos acusaban ausente en años anteriores, no así en ERC. Por el contrario, mientras que Alex Salmond, el artífice del referéndum escocés, cedió el testigo a las pocas horas de perder la votación, Artur Mas se aferra al sillón a pesar de las reticencias de la CUP a tenerle de piloto principal. Todavía está por ver si su compromiso con la causa, en la que su partido es todavía un neófito, es genuino o un simple tacticismo político para seguir al mando de la Generalitat. Por consiguiente, no se puede saber hasta qué punto ha ganado un bloque u otro ya que, por ejemplo, CatSíqueesPot no se habían pronunciado sobre el asunto de manera firme y la población no ha sido consultada como es debido.

Artur Mas se aferra al sillón […]. Todavía está por ver si su compromiso con la causa, en la que su partido es todavía un neófito, es genuino o un simple tacticismo político para seguir al mando de la Generalitat.

¿Cómo se puede construir un Estado sin la garantía firme y absoluta de que su población está a favor? No existen medias tintas ni interpretaciones y la respuesta solo puede ser una, “sí” o “no”. Es necesario que la población sea consciente de que un resultado como este no tiene marcha atrás y no puede basarse en una negativa al partido que gobierna en Madrid y que parece perdido en disquisiciones que no conducen a nada por mantener su encastillamiento en la  unidad de España. Una unidad que no puede estar por encima de las voluntades de sus ciudadanos. Afirmar que Junts pel Sí tiene el mandato democrático para crear un Estado no reconocido en el ámbito internacional, incapaz de hacer uso de la fuerza y con instituciones poco legitimadas desde su nacimiento, debido a la ruptura con el único marco jurídico y político que por ahora, para bien o para mal, les ampara es excesivo. Todo ello sacrificando una factible consulta legal por las prisas y la improvisación, olvidando que ni Mariano Rajoy será siempre Presidente del Gobierno, ni España será la misma tras las próximas elecciones. A la par que se obvia a la gran olvidada en este conflicto, la Política, donde los sentimientos nacionales de uno y otro lado han sido encendidos como si de un partido de fútbol se tratara. Una futura República Catalana se merece más política de sus futuros líderes y una actual España necesita mucho más diálogo de sus presente políticos. ¿Cómo puede haber en este conflicto políticos que no hagan política?

Imagen destacada: publico.es