La controversia de las nacionalizaciones

El pasado fin de semana se disputó en Castellón la nonagésimo quinta edición del Campeonato de España de Atletismo al aire libre, un evento que congregó a múltiples deportistas nacionales especializados en aquellas pruebas atléticas que se disputan en pista. Y fue un campeonato no exento de polémica debido al creciente auge de las nacionalizaciones de deportistas extranjeros, un asunto extremadamente complejo y del cual parece complicado establecer un principio dogmático.

La nacionalización es un proceso mediante el cual una persona procedente de un país pueda ser considerada nacional en otro diferente. Cada vez es más habitual ver casos de deportistas que llevan a cabo esta petición de admisión, si bien los motivos y propósitos para llevarlo a cabo pueden llegar a ser muy diversos.

Un caso muy frecuente tiene lugar cuando un futbolista no europeo que juega en un club de este continente pide la doble nacionalidad, algo muy útil para no ocupar plaza de extracomunitario, las cuales son limitadas. Sin embargo, la polémica suele aparecer cuando una nacionalización está motivada por el deseo de un deportista de participar en alguna competición con el combinado nacional de su nuevo país. En la mayoría de deportes existe una reglamentación que recoge una serie de puntos relativos a las nacionalizaciones, como por ejemplo el conocidísimo caso de la selección española de baloncesto, que no puede convocar a sus dos jugadores nacionalizados (Ibaka y Mirotic) para un mismo torneo. Existe también otra norma, aplicada a la mayoría de deportes, que indica que un deportista que ya ha representado a un combinado nacional, no puede hacer lo propio posteriormente con otro diferente.

A diferencia de lo que ocurre en otros muchos deportes, en el atletismo no existe ningún tipo de normativa que regule la convocatoria de nacionalizados, ni por parte de los propios países ni de la AIFA (Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo)

En el atletismo, en cambio, no existe ningún tipo de normativa que regule la convocatoria de nacionalizados, ni por parte de los países ni de la AIFA (Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo), lo cual, teniendo en cuenta que este tipo de procesos son cada vez mayores, ha derivado en una situación un tanto compleja y controvertida en la que todo depende del prisma desde el que se observe.

La polémica tuvo lugar hace un par de semanas, después de que se otorgase la nacionalidad española a los vallistas Orlando Ortega y Yidiel Contreras, ambos de origen cubano. Esta admisión ha provocado que actualmente, entre los tres mejores vallistas nacionales, no haya ninguno nacido en territorio español, siendo el otro el actual plusmarquista español Jackson Quiñónez, nacido en Ecuador.

Esto ha provocado un cierto malestar entre el resto de atletas españoles de esta prueba, que consideran que deberían revisarse los requisitos de los nacionalizados para ser convocados, como establecer un porcentaje máximo de naturalizados dentro del equipo nacional o impedir que un atleta que ya representó a un país lo haga luego con otro, como es el caso del propio Quiñónez, que aunque lleva ya diez años siendo español, disputó con Ecuador los Juegos Olímpicos de Atenas en 2004.

Ortega, en los JJOO de Londres con la selección cubana | Zimbio

Ortega, en los JJOO de Londres con la selección cubana | Zimbio

En el caso de Orlando Ortega, más reciente, el joven atleta también llegó a representar internacionalmente al combinado cubano, pero después de una sanción impuesta por su federación debido a un caso de indisciplina, decidió abandonar la isla caribeña y trasladarse a España, donde reside desde el año 2013, al igual que Yidiel Contreras, que precisamente se alzó con el título de campeón de España de 110 metros vallas este fin de semana.

Estos son un puñado de casos entre muchos otros, y las opiniones al respecto pueden ser muy dispares, debido a la complejidad y la sensibilidad con la que hay que tratar el asunto. Porque ahí entran en juego tantas variables que se hace difícil dirimir qué está bien y qué está mal. ¿Es lícito competir para un país cuando ya lo has hecho para otro anteriormente? ¿Qué motivos deberían preponderar: los deportivos o los políticos?

En gran parte, el problema es un resultado evidente de ese tópico de ‘politizar el deporte’. En los casos comentados, la nacionalidad española es otorgada a los atletas mediante una carta de naturaleza, método que se lleva a cabo cuando existen circunstancias especiales, concediéndose la nacionalización mediante Real Decreto, quedando por tanto excluida de las normas del proceso administrativo.

La complejidad de las nacionalizaciones radica en la convergencia de intereses deportivos y políticos, una mezcla que rara vez trajo consigo algo verdaderamente beneficioso para el deporte

Digo que es un tema complejo porque, en cierto modo, en función de la perspectiva desde la que enfoquemos el asunto, podemos verlo de formas radicalmente distintas. Por un lado, es evidente que la excesiva nacionalización de atletas puede llevarnos a desvirtuar totalmente los campeonatos, y más teniendo en cuenta la superioridad genética para este tipo de pruebas con la que cuentan muchos de los naturalizados. Sin embargo, no deja de ser cierto también que esto aumenta considerablemente las opciones de los países receptores a la hora de conseguir medallas o resultados importantes en los diversos eventos atléticos.

De todos modos, a la hora de valorar este tema, debemos observar detenidamente las circunstancias de cada situación de forma individual y con sus propias particularidades. Es obvio, por ejemplo, que un atleta extranjero que ha recibido su formación deportiva en un país determinado es tan nacional como uno que haya nacido allí. Yidiel Contreras ha afirmado en contadas ocasiones que él se siente español, que se siente plenamente integrado en el país que le acogió. Entonces, ¿por qué no va a poder representar a la selección de su país? Y de todos modos, ¿por qué hay que tener un sentimiento hacia una nación para poder disputar un campeonato internacional con ella? Es algo que se da por sentado, pero que no tiene por qué ser así de forma obligatoria.

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Yidiel Contreras, durante el campeonato de España disputado en Castellón | EFE

Si un atleta considera que con un país diferente al de su lugar de origen tiene más posibilidades de crecer deportivamente, ¿por qué no hacerlo? Creo que toda esta polémica nace de ese ultrapatriotismo que señala que hay que sentirse español para poder disputar una competición internacional con España. Y esto seguirá existiendo siempre si no nos esforzamos en comprender que cuando juntamos el deporte con la política, el deporte es siempre el que sale perjudicado. Que el atletismo trata de lo lejos que uno está dispuesto a llegar, de lo que está dispuesto a sufrir por alcanzar lo que quiere y de luchar por un objetivo, y no de si uno se siente español, cubano o de la Antártida.

Sin embargo, hay casos de nacionalizaciones que son evidentemente un problema. Me refiero a la compra de atletas, destacando fundamentalmente los casos de Qatar y Bahréin, que en los últimos tiempos, y gracias al auge económico que están experimentando, pagan a atletas extranjeros para que les representen en campeonatos internacionales, lo que supone convertir estas pruebas en una competición en la que gana el que tenga mayor capacidad económica para contratar a los mejores, algo que dista mucho de los principios generales y de los valores básicos de este tipo de eventos.

Supongo que lo ideal sería buscar un equilibrio, ya que al fin y al cabo hay pocas verdades más ciertas que aquella que dice que los extremos deben compensarse mutuamente. Como dije anteriormente, es una situación compleja en la que, se tome la decisión que se tome, va a traer polémica consigo. Probablemente, la solución consiste en apartar todo atisbo de debate político y luchar simplemente por potenciar el atletismo en todas las partes del mundo. Consiste en hacer las cosas fáciles sin entrar en polémicas estériles, en utilizar el sentido común y en tomar las medidas óptimas para garantizar la buena salud del atletismo y de sus competiciones. Todo lo demás es secundario.

Foto de portada: Sport & Education