Desmontando los mitos de los transgénicos

Hace un par de meses me encontraba saliendo del metro de Madrid en la parada de Sol cuando una mujer joven y alegre me detuvo. Portaba la típica carpeta de captador de socios de alguna organización, que en su caso era de Greenpeace. No tardó en exponerme los motivos por los que podría interesarme ser miembro de la ONG, entre los que se incluía activismo por el derecho de los animales, visualización en los medios y transgénicos. Uno puede estar más o menos de acuerdo con los métodos y acciones de Greenpeace, pero lo de los transgénicos me llamó especialmente la atención. Me dijo que eran malos, que no estaban suficientemente testados y que podrían incluso generar problemas de salud. Por mi mente circulaban imágenes de aquella vaca furibunda de Los Simpson que mugía “Tomacco”. Tras haberla escuchado detenidamente, decliné amablemente la oferta, ya que prefiero tomar las decisiones tras haber revisado a fondo cada cuestión. Una vez en casa me fui a la web de Greenpeace, donde efectivamente leí: «El desarrollo de enfermedades, la desaparición de insectos, la toxicidad de nuestras aguas y tierras, la deforestación, la contribución al cambio climático… Hay demasiadas consecuencias negativas tras el uso de la agricultura industrial y los transgénicos» y también que «Cada vez más datos científicos confirman los riesgos que suponen para la salud y el medio ambiente». Finalmente el asunto acabó cayendo en el olvido y no le di más importancia.

Hace unos días leí una noticia que me llamó la atención: Escocia prohíbe el cultivo de transgénicos en su territorio. El Gobierno escocés pretende que con esta medida se preserve su «estatuto verde y limpio». Parece que últimamente vivimos un creciente conocimiento y rechazo por este tipo de alimentos. Sin haberme formado una opinión al respecto y tras haber escuchado a la chica de Greenpeace y esta noticia de Escocia, me puse a buscar datos e informes más formales sobre la cuestión. ¿Por qué la gente rechaza este tipo de alimentos? ¿Son realmente los cultivos transgénicos peligrosos para la salud?

Lo cierto es que han corrido ríos de tinta sobre este tema. Scientific American le dedicó hace dos años un artículo divulgativo de seis páginas, en los que se recogen también ciertas voces discordantes. Pero lo cierto es que la inmensa mayoría de la evidencia apunta a que los cultivos transgénicos son seguros. Un metaestudio de 2013 que revisó 1 783 artículos científicos publicados entre 2002 y 2012 sobre alimentos transgénicos encontró que no existe evidencia de peligro para la salud. La propia Comisión Europea ha financiado 130 proyectos con más de 550 equipos de investigación con el mismo tipo de resultados. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria realiza periódicamente estudios científicos para evaluar posibles riesgos de este tipo de cultivos, con resultados similares. Numerosas agencias científicas de gran prestigio como la Organización Mundial de la Salud, la American Health Association o la British Royal Society han examinado la evidencia disponible y llegan a la misma conclusión. Lo mismo sucede con la posibilidad de aumento de alérgenos o con alimentación animal. Lo cierto es que el consenso científico en este campo parece ser abrumador, si bien existen algunas voces dentro de la propia comunidad científica que se oponen. Estos colectivos argumentan una gran inercia a la hora de publicar estudios, y esto genera el rechazo general de aquellos que no obtienen resultados en la misma dirección. Una opción intermedia que podría favorecer a todos sería un aumento de los experimentos sobre su seguridad alimenticia, de tal forma que no exista ninguna duda en este sentido.

Otro tipo de cuestiones tienen que ver con el medio ambiente, biodiversidad, pestes, o la cuestión del etiquetado. En cuanto a la biodiversidad, un metaanálisis de la literatura científica afirma que este tipo de cultivos ha reducido el impacto en la biodiversidad debido al tipo de labranza adoptada, reducción en el uso de insecticidas, herbicidas más benignos y aumento de la producción que lleva a una menor necesidad de convertir terrenos en tierra de cultivo. Otro metaanálisis de 2010 que analiza 44 estudios encuentra el mismo resultado para los tipos de cultivo.

Existe un intenso debate sobre si los alimentos transgénicos deberían aparecer en la etiqueta de los productos. Fuente: funnyjunk

La cuestión del etiquetado es un arma de doble filo. Por una parte ayudaría a científicos y a la comunidad científica a detectar cualquier tipo de problema de salud relacionado con algún tipo de alimento modificado genéticamente si se produjese, pero por otra puede llevar a confusión al consumidor y generar una sensación de riesgo inexistente, ya que si no se ha detectado ningún tipo de problema con dicho producto… ¿por qué habría de estar etiquetado? Más de 60 países en el mundo obligan al etiquetado, y existe evidencia de que esto ha conllevado una reducción del uso de este tipo de alimentos como ingredientes.

Lo cierto es que muchas de las afirmaciones que se hacen desde la opinión pública son falsas, estando más basadas en la ideología que en la evidencia científica.

Un caso que me llamó especialmente la atención es uno que tiene que ver con la vitamina A, o más precisamente con la falta de su consumo. En países en vías de desarrollo la deficiencia de vitamina A ha llevado a que anualmente entre 250 000 y 500 000 niños desnutridos se queden ciegos y de la muerte de unos 670 000 cada año, con un total de unos 190 millones de personas afectadas mundialmente. De hecho, las Naciones Unidas impusieron en 2002 como objetivo erradicar este tipo de deficiencia. En el año 2000 se publicó por primera vez un estudio sobre un nuevo tipo de cultivo transgénico conocido como arroz dorado. Este arroz, que debe su nombre a las altas dosis de vitamina A que contiene y que le da su color característico, tiene un gran potencial a la hora de resolver este problema. Con el desarrollo actual de este arroz modificado genéticamente, actualmente sólo se necesitan 75 gramos de consumo diario para suplir las necesidades de vitamina A. Además, se han otorgado licencias gratuitas a países en vías de desarrollo y a agricultores que poseen cultivos de subsistencia. Mi sorpresa vino cuando vi que Greenpeace se oponía a este producto. ¿La razón? Que puede actuar como puerta para la introducción de otros tipos de cultivos modificados genéticamente. Como la propia web que enlazo prueba, las razones que argumenta Greenpeace son falsas. Resulta bastante increíble que una ONG pueda posicionarse políticamente en contra de un cultivo que si bien no es la panacea -tiene limitaciones respecto a su uso- sí puede salvar miles de vidas al año.

El arroz dorado (izq.) presenta su característico color debido a sus altas dosis de vitamina A. Fuente: jmmulet.naukas.com

Resumiendo, parece que si bien el tema de los cultivos transgénicos tiene mucha miga que aún queda por explorar -el caso de Monsanto, cuestiones de contaminación o de expansión accidental del cultivo…-, lo cierto es que muchas de las afirmaciones que se hacen desde la opinión pública son falsas, estando más basadas en la ideología que en la evidencia científica. Quizá esto sea debido a la presión mediática que se realiza en este sentido o a la falta de una correcta divulgación científica, pero lo cierto es que los consumidores no están realmente informados de los efectos de los cultivos transgénicos. En cuanto a la mujer captadora de Greenpeace que trató de generarme una opinión en contra de este tipo de alimentos, si me la vuelvo a encontrar creo que tendremos un debate de lo más interesante. Como añadido extra, existe un programa de la ETB de divulgación científica muy recomendable trató también el asunto, entrevistando a ambas partes y recogiendo sus visiones: