Del cielo al infierno en diez años

Hubo un tiempo en el que el Azkar Lugo era el epicentro del deporte lucense. Abría el periódico local por la sección de deportes y las primeras noticias eran refentes al equipo de fútbol sala de la ciudad, protagonismo en ocasiones compartido con el por entonces denominado Leite Río Breogán, club de baloncesto que en aquellos lejanos tiempos disputaba la ACB.

Con el CD Lugo defenestrado y agonizante en las profundidades de la Tercera División española, el Azkar era el orgullo deportivo de los lucenses. El Pabellón Municipal de Deportes llegaba a completar prácticamente su aforo cada dos fines de semana para animar al equipo y vibrar con la emoción y el frenesí que destilaba el fútbol sala en la ciudad de la muralla. Era un intenso y bonito vínculo que ciudad y equipo habían creado.

El mejor momento del club lucense tuvo lugar en la temporada 2004/05, cuando consiguió ser subcampeón de copa y poder participar en la Recopa de Europa

La primera andadura del Azkar Lugo tuvo lugar en la temporada 2000/2001, perdiendo la categoría al año siguiente y volviendo a recuperarla al posterior. Desde esa campaña, en 2002, ha estado de forma ininterrumpida en la élite del fútbol sala nacional hasta este 2015, cuando se consumó el descenso a la división de plata.

El boom del Azkar Lugo llegó en la temporada 2003/04, cuando el equipo gallego finalizó en séptima posición, lo que posibilitó que jugase el playoff final por el título, todo un logro para el conjunto azulón. Sin embargo, el mejor momento del club lucense tuvo lugar la siguiente temporada, donde a pesar de no lograr clasificarse entre los ocho primeros a final de temporada, sí logró llegar hasta la final de la Copa del Rey, donde sucumbió ante el todopoderoso Boomerang Interviú por la mínima (4-3). A pesar de la derrota, el factor de que el conjunto madrileño se alzase también con el título de liga provocó que el finalista de copa (el Azkar, en este caso) pudiese disputar la Recopa de Europa, segunda competición continental.

Así, el 20 de noviembre de 2005, hace casi ya una década, el Azkar Lugo, jugando en casa, venció en la final de dicho torneo al Boavista portugués con claridad (4-0), después de eliminar anteriormente a otros dos rivales y llevando a sus vitrinas su primer y único título internacional. El año siguiente participó de nuevo en la Recopa como vigente campeón, pero no fue capaz de defender un título que a la postre fue para otro conjunto gallego, el Santiago Futsal.

Varios jugadores del Azkar, celebrando la Recopa conseguida en 2005 | Más Deporte

Varios jugadores del Azkar, celebrando la Recopa conseguida en 2005 | Más Deporte

En estos años, como decía, la unión entre equipo y ciudad era palpable. El Azkar había alcanzado la suficiente magnitud deportiva y económica como para poder fichar a deportistas de alto nivel (Fernandinho, PC o Gustavo Marqués son claro ejemplo de ello), y el buen trabajo en las categorías inferiores propició que los lucenses contasen con una de las canteras más prolíficas del fútbol sala nacional.

Así, el Azkar se asentó, con el paso de los años, como uno de los equipos clásicos de la categoría, logrando la salvación con relativa comodidad y luchando en ocasiones por disputar el playoff por el título. Su punto álgido lo alcanzó en la 2007/08, temporada en la que acabó quinto (su mejor posición histórica en liga) y estuvo muy cerca de clasificarse para las semifinales, pero en una eliminatoria muy igualada frente al Carnicer Torrejón, la balanza acabó decantándose por los madrileños.

 El Azkar decidió buscar la solución allí donde había sembrado: en la cantera. Era el momento de confiar en esos jóvenes que, siendo niños, se habían incorporado a la disciplina del equipo lucense

En el mundo del deporte, cambiante y dinámico por tónica general, es frecuente ver casos de equipos que sufren claros altibajos: conjuntos que un año están arriba y al siguiente en la zona baja de la tabla, clubes que consiguen dos ascensos (o descensos) consecutivos, etc. Sin embargo, la transición del Azkar Lugo fue lenta y progresiva. Su status de equipo de media tabla fue cambiando poco a poco: cada temporada estaba un poco más lejos de los ocho primeros y se acercaba peligrosamente a los puestos bajos de la tabla. La plantilla cambió, las grandes figuras buscaron destinos donde poder seguir mejorando y el bajón presupuestario provocó que el Azkar decidiese buscar la solución allí donde había sembrado: en la cantera. Era el momento de confiar en esos jóvenes que, siendo niños, se habían incorporado a la disciplina del equipo lucense. Decidieron darle los galones a unos veinteañeros con escasa experiencia pero cargados de ilusión y de cariño hacia el club que les había dado la oportunidad de llegar a la primera división del fútbol sala nacional. Y ellos respondieron positivamente. Como es evidente, era utópico pensar que sólo con la cantera el equipo podría volver a ser lo que fue, pero durante varias temporadas consiguieron mantener al club de su ciudad en la máxima categoría.

Como suele ser habitual en el deporte cuando no hay un motivo histórico que sostenga la relación equipo-ciudad, el interés general en Lugo por el Azkar (que a finales de esta última campaña recuperó su denominación histórica, Prone, después de que el patrocinador se desvinculase del equipo) descendió. El componente novedoso del fútbol sala ya había quedado atrás, lo cual, junto a la menor competitividad de un club que años antes se había alzado con un título europeo, provocó que la gente perdiese la predilección por este deporte.

Un lance del juego durante un partido del Prone esta temporada | El Periodicum

Un lance del juego durante un partido del Prone esta temporada | El Periodicum

Además, la caída progresiva del Azkar encontró una contraposición en el auge que experimentó el Club Deportivo Lugo, que se había establecido ya como uno de los equipos fuertes de la Segunda B, lo que desembocó en su ascenso a Segunda División. Así, el interés general cambió de objetivo, y el vínculo entre Lugo y el Prone quedó deteriorado.

Este año, el equipo lucense confirmó su descenso a la división de plata de fútbol sala después de un año en el que sólo consiguió cinco puntos y en la que su destino parecía estar escrito ya desde los primeros compases de la temporada. Ahora el Prone afronta un nuevo reto, lo cual puede aportarle cierta frescura e ilusión por lograr algo diferente. Al fin y al cabo, una adversidad siempre tiene la posibilidad potencial de convertirse en un punto de inflexión.