Algo va mal
Esta semana la resaca para el deporte español es dulce. Deja sabor a bronce en el Eurobasket de Hungría, a plata en el Campeonato del Mundo de Hockey Patines y a un buen botín de metales en los primeros Juegos Europeos de Bakú. También puede dejar regusto a entorchado nacional para Alejandro Valverde o a un doblete para la historia en Cáceres de la gran Anna Sanchis. Éxitos que llenarán algunas páginas deportivas de la semana; siempre y cuando el ruido, los fichajes o la petición de perder peso de Florentino Pérez a Benítez nos queden tranquilos. Pero hay mucho más, porque algo va mal en el deporte español. O mejor dicho, algo va mal en algunas de sus federaciones.

Ignacio Quereda, el centro de la polémica en el fútbol femenino en las últimas semanas – ©El Confidencial
Algo va mal cuando 23 jugadoras se revelan contra un seleccionador que lleva 27 años en su cargo. Algo va mal cuando hablamos más de “chavalitas” que de preparación, amistosos o condición física. Algo va mal cuando no se reconocen los problemas. Algo va mal cuando las dietas son irrisorias, cuando los desplazamientos no se preparan o cuando la ambición simplemente es de las jugadoras. Algo va mal cuando un deporte se toma de forma “paternalista”, cuando se le dedica la propina de los presupuestos desde los clubes (excepciones honrosas a parte) o cuando el profesionalismo es exclusivo para unas pocas. Y, por supuesto, algo va muy mal si desde la federación no se mueve un dedo para que ese deporte progrese.
Algo va mal en algunas federaciones. Problemas que todos conocemos, pero que muy pocos son capaces de reconocer
Algo va mal cuando un equipo cargado de jugadores en el top 100 está en segunda división. Algo va mal cuando un presidente es inhabilitado en medio de una rueda de prensa. Algo va mal cuando se gastan 12.000 euros en caramelos y cuando los éxitos (y el dinero, claro) no se transforman en inversión por la base y el futuro. Algo va mal cuando hablamos de “acoso” y cuando se reduce un problema de fondo a un problema “machista”. Algo va muy mal cuando no se respeta a las personas. Y algo va fatal cuando nuestro mejor tenista se tiene que dedicar a dar explicaciones en vez de hablar del Grand Slam que está a punto de disputar.

Carolina Marín, otra de las perjudicadas por el mal hacer de su federación – ©RTVE
Algo va mal cuando no sabemos gestionar el éxito y cuando una campeona del mundo dice que sería mejor no haber ganado el oro. Algo va mal cuando no apostamos por el talento y las personas que han contribuido al éxito. Algo va mal cuando los patrocinios parecen un estorbo y no una alegría para el deportista. Algo va mal cuando no se quiere avanzar en un deporte que podría crecer a partir de la número uno del mundo. Y, por supuesto, algo va mal cuando ganar a las asiáticas parece más fácil que llevar la razón ante un presidente que no quiere bajarse de las nubes.
Algo va mal cuando es más importante engordar las arcas que apostar por el talento. Y cuando no se le hace caso a los culpables de este juego: los deportistas
Así están las cosas aquí. Así de mal, pero podrían ir mejor. Porque todo será mejor cuando en este país se apueste por el talento antes que por engordar las arcas de las federaciones. Algo que se hace en otros deportes donde el modelo es diferente, como el waterpolo o el baloncesto femenino, y todo irá mejor cuando se le haga caso a los verdaderos culpables de este juego: las deportistas y los deportistas. Hasta entonces que no nos vendan motos, porque algo se está haciendo mal, rematadamente mal. Y el primer paso para resolver un problema es reconocerlo. Algunos, ya estamos en ello. Otros, los que importan, esperemos que algún día tengan la decencia de hacerlo.