La ACB no levanta cabeza
Pocas cosas hay peores en el mundo del deporte que la repetición. Tener la sensación de que una competición sigue un guión que inevitablemente terminará de la misma forma tiende al aburrimiento. La monotonía es uno de los mayores lastres de la emoción. Y el espectáculo se resiente cuando ves enfrentarse una y otra vez a los mismos contendientes.
En la ACB lo saben bien. Año tras año Real Madrid y Barcelona han ido poco a poco borrando la competencia con el resto de clubs. Las finales de los grandes torneos nacionales están cada vez más abocadas a terminar en un nuevo “clásico” en el choque de los dos equipos más potentes económicamente, gracias al apoyo de sus secciones futbolísticas. Esto no parece un problema, el aficionado ansía ver choques entre los mejores, el problema es cuando esto se transforma en costumbre. Cuando todo parece decidido al ver los presupuestos y las plantillas. Es como si una fiesta dos galanes entran vestidos con trajes a medida conduciendo bólidos de alta gama, mientras los demás se tienen que conformar con vestimentas de diario y tienen que esperar para coger el autobús. Parece evidente a quién elegirá la chica. Y en el caso de la Liga Endesa las cuentas no fallan, Real Madrid y Barcelona se han repartido los últimos cinco títulos en disputa, desde la llegada del siglo veinte han sumado diez entorchados por cuatro del resto de clubes. Un registro que podría parecer anecdótico de no ser porque se repite en la Copa del Rey y en Euroliga.
Lo peor es que los primeros perjudicados son ellos. A pesar de monopolizar los mejores jugadores y ganar año tras año las competiciones, cada vez les resulta más difícil llenar sus pabellones. El Barcelona es el que parece llevarlo peor, la asistencia al Palau durante los Play-Offs ha sido mala y aunque en la final la asistencia mejore, lo cierto es que cada vez cuesta más engarchar al aficionado y eso siempre se paga a la larga. Por su parte los blancos han tenido altibajos, causados en parte por el movimientos de sede para sus partidos como local. Con la mudanza a la desastrosa Caja Mágica incluida. A esto se suma los cada vez peores indices de audiencia en televisión, ya sea en temporada regular o eliminatorias los tele espectadores siguen bajando año tras año y nada hace ver que la tendencia se pueda invertir.
Tampoco ayuda la imagen de la propia ACB. Un organismo que no ha sido capaz de ajustarse a los tiempos, que ha visto como en una liga puntera apenas ha habido ascensos y descensos en los últimos tiempos por cuestiones administrativas. Siendo especialmente penoso el caso del Ford Burgos que hasta en tres ocasiones ha perdido en los despachos lo ganado en el parqué.
Aunque esta sea solo la punta del iceberg de los males de una competición a la que cada día le surgen nuevos problemas económicos y organizativos que no hacen más ocultar a los grandes jugadores que forman parte de ella. Y es que resulta bastante preocupante que cada día despierte menos interés el enfrentamiento entre dos entidades históricas que cuenta con “jugones” de la talla de: Llull, Navarro, Rudy Fernández, Marcelinho, Reyes e incluso de promesas como Hezonja. Y es porque algunas cosas por buenas que sean, al cabo de un tiempo terminan por concitar cada vez menos interés. Lo mismo pasa con una cuerda, se puede tensar cada día un poco más, hasta que llega el día en el que rompe.