Objetividad subjetiva y redes sociales, problemas 2.0
En el panorama actual del periodismo 2.0 o periodismo digital las reglas están cambiando. Sí, cambiando. Hemos pasado de un periodismo tradicional y conservador, a un periodismo abierto a la innovación continua e, incluso, anárquico en muchas ocasiones, aunque siempre respetando los principios básicos de contraste y de objetividad subjetiva, ya me entendéis, esa utopía de representar fielmente la realidad como si tus ojos no viesen diferente a los del vecino. Sin embargo, aunque periodistas y periodismos se distingan por su profesionalismo, en el mar que supone Internet los vividores de la información nos topamos con un pequeño gran problema: los blogueros.
La red y las nuevas tecnologías han traído muchas mejoras, especialmente en cuanto a difusión y presentación de información y conocimiento se refiere, pero también han traído dificultades y trabas. Se ha asentado en la sociedad la idea de que por tener un ordenador, saber crear un blog y tener cosas que decir, cualquiera puede informar en la red. Pero de la información también puede derivarse la desinformación, y eso es un problema amigos, un gran problema. Se ha acrecentado la tendencia a creer que todo lo que uno escribe en la red es verdad. Pero no es así. Os diré una cosa: ni todo lo que los blogueros dicen es verdad, ni tampoco todo lo que dicen los medios es verdad. Así lo demostró Jordi Évole con su especial ficticio sobre el 23-F, dándole con un canto en los dientes a media España. Bien es cierto que esto le costó la pérdida de una parte importante de la audiencia de su programa, pero también demostró la ignorancia que puede suponer confiar ciegamente en lo que una persona que no has conocido en tu vida, ni probablemente conocerás, te diga; por mucho que esté respaldado por el nombre de un gran medio, por mucho.
Te ven, te escuchan o te leen porque respondes a sus gustos y necesidades informativas, no porque no tienen otra opción
Al margen de la putada que pueda suponer que tu periodista favorito te de una patada donde más duele, también existen problemas mayores en esta Sociedad de Información y Conocimiento, como tanto le gusta llamar a Daniel Bell. Sí, existen, e incluso si cabe son más peligrosos. Actualmente, las nuevas tecnologías han permitido la masificación no solo de medios, sino también de contenidos. Ahora contamos con una lista infinita de medios donde consumir información: revistas, diarios, semanales, canales, emisoras,… Las industrias informativas han engordado tanto que han derivado en la segmentación de audiencias. Frente a la diversidad de medios, ahora las audiencias se reparten segundo temáticas, gustos, horarios y demás clasificaciones. El usuario cuenta con una amplia gama de elección, tiene mayor oportunidad de escoger lo que más se adapta a sus gustos. Frente a los dos canales que existían en los comicios de la televisión en España, ahora hay cientos –diría de miles, pero aún no hemos llegado; todavía-. Se produce, de este modo, una fragmentación de audiencias que da paso a la nichificación de la que tanto se habla estos días. Las audiencias son mucho más pequeñas por medio, es cierto, pero también son mucho más especializadas y concretas. Te ven, te escuchan o te leen porque respondes a sus gustos y necesidades informativas, no porque no tienen otra opción. Te han escogido, te han elegido porque te adaptas y, adaptarse, es la clave de las industrias informativas en el marco 2.0.
Sin embargo, el camino no es de rosas. La nichificación, pese a suponer una mayor fidelización con el público, también implica una pérdida de ingresos por publicidad. Es decir, las empresas publicitarias ahora pagan por audiencias más pequeñas, pero más específicas. Aunque, a su vez, la tendencia a evitar la publicidad sigue in crescendo. En la televisión es tan fácil como hacer zapping; en Internet es tan fácil como instalar un bloqueador de anuncios. Menudo problemilla. Es por eso que, a día de hoy, los anunciantes encuentran mucho menos efectivos los presupuestos publicitarios en los medios, especialmente en Internet, si a retorno de inversión nos referimos. En el pasado, la prensa papel aseguraba un retorno rentable de lo invertido, pero en la segunda década del siglo XXI el asunto parece virar.
Las empresas publicitarias ahora pagan por audiencias más pequeñas, pero más específicas
Por lo tanto, no es el periodismo lo que está en crisis, es el modelo de negocio de los medios lo que está atravesando un difícil momento. Las industrias informativas viven un período de rápida transformación debido a que las tecnologías de la información y el conocimiento (TIC) permiten nuevas formas de comunicar y vender los productos informativos. Estamos en un período de transición donde a la crisis de medios se le ha sumado la crisis económica. Pero no, no culpemos a esta por la otra. Sí es cierto que la situación económica actual ha contribuido a empeorar la situación de los medios, que no del periodismo recordemos, pero ya estábamos mal antes. ¿Y saldremos de esta? Claro que saldremos. El periodismo como industria ha evolucionado desde sus comicios, ha pasado diversas etapas hasta dar en lo que conocemos actualmente, y en lo que dará eso que llamamos periodismo digital. La vida se compone de etapas, y la industria informativa no iba a ser menos. En tiempos de Cicerón existían Annales Maximi, hoy tenemos páginas webs. Todo cambia, excepto el fin de informar continuamente.
Ahora es la audiencia la que también forma e informa a los medios
En sí, internet y las nuevas tecnologías han traído muchas mejoras y problemas. Mejoras como las redes sociales, pues suponen el principal medio de difusión de noticias e informaciones de diversa índole. Se han convertido en difusor y fuente, así como en el primer soporte para enterarse de la actualidad. Y esto ha pasado a ser así desde el momento en que periodistas y periodismos decidieron dar la primicia a través de su cuenta oficial de Twitter antes que en la página web. Tal es la relevancia que las redes sociales tienen actualmente, que ya existen medios que basan sus estrategias informativas en las mismas. Ejemplo de ello es el Huffington Post, cuya estrategia es conversacional. Es decir, buscan fomentar el diálogo de los usuarios en sus redes sociales ofreciendo, además, la posibilidad de que sus comentarios sean visibles tanto en la web como en plataformas como Facebook. Buscan un feedback continuo, buscan retroalimentarse de la información que provee el público y que, superando los filtros necesarios, puede ofrecer datos desconocidos por el profesional. Por tanto, no solo los medios forman e informan a la audiencia, sino que ahora es la audiencia la que también forma e informa a los medios. Aunque siempre con el debido control y empleo de filtros de contraste. Puede que las nuevas tecnologías agilicen nuestro trabajo pero, ojo, no vayamos a perder el norte.