Watch Dogs y la mala publicidad

Las campañas de marketing son un poderos aliado para las ventas de las grandes distribuidoras de videojuegos. Una buena campaña puede llegar a marcar una importante diferencia entre el éxito o el fracaso comercial de un producto. Incluso puede conseguir que una entrega mediocre o no demasiado buena, logre una mejor consideración por parte de la crítica y del público. Todo se basa en saber cómo vender y qué estrategia utilizar. Desde sacar a Conan O’Brien jugando a una de las grandes apuestas de Ubisoft, Watch Dogs; o repartir camisetas con los cereales. En competitivo mercado de los videojuegos todo sirve. Sin embargo, hay ocasiones en las que las agresivas campañas de marketing prometen más de lo que el producto puede conseguir y las expectativas creadas en torno a un nuevo lanzamiento pueden acabar con un buen título o dejarnos a los jugadores un toque agridulce después de probar.

Una buena campaña puede llegar a marcar una importante diferencia entre el éxito o el fracaso comercial de un producto.

En el poco tiempo que lleva de vida la última generación de videoconsolas hemos visto unos cuantos ejemplos de videojuegos que en algunos aspectos prometían más de lo que daban y, a pesar de que algunos han resultado un éxito de ventas, acaban decepcionando al jugador. Un ejemplo de éxito de ventas que deja ese toque agridulce después de probarlo es el ya mencionado Watch Dogs. Su agresiva campaña de marketing comenzó en el punto de partida de casi todas las campañas de las grandes apuestas: el E3. Para los menos avezados en el mundo de los videojuegos, el E3 es una de las grandes convenciones del sector, sino la más grande, donde las grandes desarrolladoras sacan pecho con sus productos y se desata un auténtico enfrentamiento por ver quién tiene el stand más grande y hace la presentación más novedosa. En el E3 de 2012 Ubisoft prometió a los jugadores un Watch Dogs con una potencia gráfica que iba más allá de lo visto hasta el momento, con una calidad de luces, sombras y texturas más que notable y que marcaba un punto y aparte claro entre la antigua generación y la nueva. En su momento muchos analistas pusieron en duda que tanto la Xbox One y la PS4 pudieran con un juego tan potente, en términos gráficos sin perder calidad en otros aspectos. Es importante destacar que al comienzo de vida de una videoconsola es más complicado exprimir su potencia gráfica ya que los desarrolladores están menos familiarizados con la plataforma y todavía no son capaces de exprimir las posibilidades de su hardware.

Las expectativas creadas en torno a un nuevo lanzamiento pueden acabar con un buen título.

Con el lanzamiento de Watch Dogs se confirmó lo que se venía leyendo por toda la red. El juego fue downgradeado en el apartado gráfico y la versión de consola se quedó sin sus imágenes en 1080p que les habían asegurado. Es decir, todas esas promesas visuales fueron recortadas para dar lugar a un sandbox vistoso, con una mecánica de juego novedosa e ingeniosa, pero que puede resultar cansina en el largo plazo. En él se mezclan el sigilo y la acción en un protagonista que pretende ser mucho más que el tradicional maniqueísmo del héroe tradicional, para dar lugar a un antihéroe que se dispersa demasiado entre el bien y el mal y carece de la gracia o el gancho de otros. Durante el pasado año los fans de los videojuegos vieron el Watch Dogs por todas partes y escucharon muchas promesas que acabaron por crear unas expectativas incumplidas y que empañaron un más que aceptable producto. Como ejemplo de esta bajada de calidad gráfica son muchos los vídeos subidos por jugadores comparando esta entrega del año 2014 con otros de varios años atrás, lo que nos deja claro que al final las comparaciones pueden ser odiosas.

Assassin's Creed: Unity Bug

Pagar más de 60€ por un producto inacabado. Cuando los planes de comercialización se anteponen a la calidad del producto. | Fuente: es.gizmodo.com

El siguiente juego a comentar sigue perteneciendo a Ubisoft, y en este caso, no solo es importante destacarlo por la publicidad que se le dio, sino también, por un imperdonable error en su puesta a la venta. Nos referimos al Assassin’s Creed: Unity. Los anuncios y tráileres de Assassin’s Creed siempre han sido vistosos e incluso emocionantes. Daba igual si estabas en las cruzadas o en la Constantinopla turca. Con Assassin’s Creed: Unity nos vimos rodeados de una fuerte campaña publicitaria en torno a la Revolución francesa y la toma de la Bastilla. En este caso, el problema de este juego fue que nunca debió haber salido al mercado en la fecha marcada puesto que venía con una importante cantidad de bugs y problemas sin pulir, por lo podemos decir que Ubisoft lanzó al mercado un juego inacabado. El problema de lanzar un producto sin acabar es que cuanto más se anuncie el juego y más expectativas se creen, mayor será el batacazo y más sonoro el golpe. Ubisoft cometió un error de novato que apagó la calidad esperada de su juego y, siendo honestos, casi tomó por ingenuos a los incondicionales de la saga y a todos los jugadores. Un error muy grave al no retrasar la campaña de lanzamiento anteponiendo la publicidad y el marketing al producto.

Destiny

Destiny es una de las nuevas apuestas que nos hicieron creer que veríamos una revolución. | Fuente: meristation.com

Por último, de todos los anteriores hay un juego que prometía revolucionar el mundo de los shooter con una interesante propuesta que mezclaba la acción de los disparos con un toque de RPG y lo ambientaba en un mundo futurista. Esta propuesta lo tenía todo para triunfar: un estudio respaldado por una gran compañía y juegos de calidad, un género tradicional al que se le añadían interesantes novedades y una potente propuesta de multijugador. El que iba a suponer una revolución en los albores de la nueva generación es el Destiny.

Los anuncios que vimos por televisión nos llegaron a dejar casi obnubilados y las publicaciones especializadas se atrevieron a predecir que Destiny sería el mejor juego que veríamos en todo lo que llevábamos de nueva generación. De hecho, si se busca por la red, podremos llegar a creer que estábamos ante el advenimiento de una nueva era y que las pautas de juego de los shooter tradicionales iban a cambiar.  Parecía que el reinado de Call Of Duty y Battlefield iba a llegar a su fin. Pero todo quedó en eso, en un “parecía”.

El problema de lanzar un producto sin acabar es que cuanto más se anuncie el juego y más expectativas se creen, mayor será el batacazo y más sonoro el golpe.

Al final nos encontramos con un juego cuya narrativa resultó ser plana y donde más de un jugador se acabó quejando de la falta de contenido. Casi como si hubieran comprado un juego que estaba orientado al multijugador pero que tenía problemas de matchmaking, una excesiva reutilización de escenarios y una importante falta de mapa novedosos. Es decir, su principal apuesta acabó siendo su única virtud, pero flaqueaba. El problema es que el juego en sí, era una apuesta interesante, con un punto novedoso y entretenido. Es cierto que no iba a desbancar a los grandes shooter de multijugador, pero podía ser el inicio de un cambio en el sector. El problema es que fue vendido como un antes y un después dentro del género que apuntó demasiado alto y que al final no era más que una opción entretenida.

Con estos tres videojuegos queremos ejemplificar el daño que puede suponer una campaña de marketing demasiado agresiva, que antepone los plazos de venta a la calidad del producto o que aspira a revolucionar el mercado. Todos estos ejemplos, como otros muchos, acaban dejando buenos juegos en fraudes o aspirantes de segundo lugar. Un ejemplo del daño que pueden crear unas expectativas demasiado altas en el público.

Imagen de portada: taringa.net