Le bus
Acabamos de pasar la frontera camino a Cataluña. Hace unos días ocurrió a la inversa y fue curioso. Nos hicieron un control policial cuando entramos en Francia. Yo soy blanca, tengo el DNI en regla y no llevaba muchas drogas encima, así que me dejaron pasar. A la mujer negra de unos asientos más adelante le revisaron el pasaporte cuatro veces. Sus motivos tendrían. Con el hombre musulmán sentado detrás de mí los policías mantuvieron una conversación en francés. Solo entendí el bonjour, así que no juzgaré.
Llevamos bastante tiempo dentro de este autobús y una chica en la última fila no ha parado de llorar desde que subimos. Llora y llora. El hombre a su lado le grita unas frases en lo que parece árabe y otras en castellano. Le dice “pero cómo te gusta, cómo te gusta, puerca”. Ella le dice entre sollozos “es mi hermano”. Y él sigue con su retahíla, “cómo te gusta, pero cómo te gusta hablarle a los hombres”. No sé. Quizá es todo producto de mi desbordante imaginación. Quizá los estereotipos me hacen ver cosas que no existen. Quizá ni siquiera este bus es real y me lo estoy inventando todo. Pero da rabia presenciar una situación como esta un 8 de marzo, Día de la Mujer Trabajadora. En uno de los descansos lo comento con una pareja con la que coincidí en los dos trayectos. Llegamos a la conclusión de que tiene toda la pinta de ser un maltratador y que poco o nada podemos hacer nosotros. “Se ha tomado las drogas equivocadas”, dice la chica. Nos reímos.
Queda ya poco tiempo para llegar a Barcelona. La pareja que desencadenó el drama se ha calmado. La chica acaricia la pierna del chico mientras mira por la ventana sin expresión en el rostro. Un letrero gigante de “la Caixa” nos da la bienvenida desde la cima de un edificio donde parece que vive gente. Supongo que es más representativo que una bandera. Atravesamos la aparente tierra de nadie y llegamos a la frontera española. Furgones aparcados y policías armados nos saludan. Ah no, pasan de nosotros. Puede que en este autobús viajen inmigrantes ilegales dispuestos a robarnos el trabajo, las tierras y el capital, además de violar a nuestras mujeres y matar a nuestros niños, pero ahora nunca lo sabremos.