¿El poder nos puede?

Pablo Iglesias, ayer en la Puerta del Sol.

Pablo Iglesias, ayer en la Puerta del Sol. Fuente: Cadena Ser.

Escribo esto desde uno de los trenes que recorren Barcelona. Da igual cuántas veces la vea, cada día me vuelvo a enamorar de esta ciudad. Pero ayer me hubiera gustado estar en Madrid. Estar rodeada de las miles de personas que se reunieron en Sol, para así poder hablar con ellos y que me dijeran por qué estaban ahí. “Para sentir que el cambio es posible”, probablemente habría dicho yo. Y es que no me importa quién lidere ese cambio. Me da igual si son rojos, amarillos, verdes o violetas. Pero que lo hagan. Ayudas a los jóvenes, pensiones a los mayores, trabajo para el resto. Suena sencillo, ¿no? Convertirnos en la primera potencia mundial de la noche a la mañana no es fácil, pero por suerte nos conformamos con un Gobierno a nuestro servicio y no al revés. Esto sí que suena sencillo, pero al parecer es lo más difícil de todo. Estoy en un tren porque me dirijo a los Premios Gaudí, donde una de las películas nominadas es Stella Cadente. Trata sobre la vida de Amadeo de Saboya, el Rey que llegó a España queriendo hacer un país moderno:

“Reformar leyes y crear nuevas, planes de alfabetización de las clases humildes, reparto más justo y equitativo de la riqueza, planes de ayuda a la nueva industria vasca y catalana, nuevas técnicas agrícolas al sur, plantación de un corredor de árboles de norte a sur, potenciación de la industria naviera y minera al norte, supresión de aranceles en el comercio marítimo de América, saneamiento de las ciudades de acuerdo a nuevos planes urbanísticos, y sobre todo, educación, educación y educación, construcción de nuevas escuelas, bibliotecas, universidades, y una separación definitiva y absoluta de los poderes de la Iglesia y el Estado”.

Le dijeron que todo eso estaba muy bien, pero no. Que no era el momento para llevar a cabo ninguna de sus esplendidas propuestas. Primero recuperar la economía y el resto ya ya… Me recordó a Syriza. Me recordó a Podemos. Quieren hacer, cambiar y mover. Pero a ver qué pasa. Veremos si los señoritos gobernantes les dejan. Porque ahora el poder está tan dividido que por mucho que quieran, probablemente les dirán que no. Y no podrán hacer nada aunque técnicamente esté gobernando su partido. Esto me lleva a preguntarme si es que el poder nos puede, o es que nosotros no podemos con el poder.