El Gran Hotel Budapest: los 9 de Zero

Un par de ojos azules se posan sobre unos prismáticos con ansias de explorar y ver todo de cerca. En la isla de New Penzance, Suzy vive acomodada y segura en su idílica casa con su peculiar familia. Tiene tiempo para soñar. Y entonces, vislumbra a Sam, un huérfano rebelde. Vestido de scout, pipa en boca y un sombrero de mapache en la cabeza. A partir de ese momento, todo habrá cambiado para Suzy. A 3.000 kilómetros de distancia rodeado de montes nevados se alza un hotel. Zero Mustafá es el nuevo ‘lobby boy’ o mozo portería del Gran Hotel Budapest. Contrariamente a Sam, Zero es de aspecto oriental, unos años mayor y muy servicial. Trabaja seis días por semanas más medio domingo. Y entonces, conoce a Agatha, una ingeniosa y joven pastelera con una dura jornada laboral. El amor surge entre cartones de Mendl’s.

Ellos son las dos parejas más cándidas del mundo de Wes Anderson. Han pasado tres años desde que Moonrise Kingdom consagró popularmente al cineasta como uno de los más innovadores y creativos. Aunque, con Life Aquatic o el Fantástico Mr. Fox la crítica le avaló como uno de los grandes de la dirección. En El Gran Hotel Budapest vuelve a teñir nuestra pantalla de tonos mate. Nueve nominaciones sitúan al film junto a Birdman en el top número uno de los Oscar. Mejor película, mejor dirección, guión original, montaje, BSO, fotografía, dirección artística, vestuario y maquillaje.

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El director durante el set de rodaje en Berlín| Pinterest

En los años 30 se construyen fastuosos palacios e iglesias. Budapest es sinónimo de exquisitez. Es así que el gran hotel húngaro está en su máximo apogeo. Pero, no hay una única Hungría, sino dos, la histórica y la de Anderson. El resultado es un mundo paralelo, para el que lo sienta. Una esfera que se encuentra en lo más recóndito de la mente y tira de los recuerdos. Este relato coral parece haber sido sacado de un libro de cuentos para niños. Excéntrico y fantasioso. Sin embargo, quien no sienta afinidad por el film, solamente verá una historia impecable estéticamente, con una serie de personajes y diálogos un tanto absurdos, o por lo menos graciosos. De esta forma, los planos entrañan una infinidad de detalles que implican más que belleza al ingenio.

Willen Dafoe encarna al típico despiadado matón de Europa del Este. Adrien Brody a un ricachón codicioso con cierto amaneramiento |Fox Searchlight

Willen Dafoe encarna a un típico despiadado matón de Europa del Este. Adrien Brody a un ricachón codicioso con un ingenioso amaneramiento |Fox Searchlight

Año 2014, evocación a la memoria histórica. Así comienza el film. Un relato evoca a otro, ambientado en los años 80. A su vez, nos traslada a los 60, del telón de acero, de la decadencia y la estatalización. Hasta llegar a los años 30. Cada uno de los planos son obras artísticas  por la multiplicidad de detalles que esconden. En ellos, el arte cobra relevancia, como es el caso del cuadro del Niño con Manzana y que es uno de los hilos conductores.

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Los nazis destruyeron una gran cantidad de patrimonio en Hungría

Lo mejor: La Hungría ilusioria que ha creado Anderson                                  

Lo peor: La estereotipación de algunos personajes

Uno de los atractivos es la coralidad del reparto. La mayoría de ellos son rostros conocidos. Sin embargo, muchos están estereotipados y no dan mucho más de sí. Sirven como un mero reclamo para el espectador. Todos los personajes en el mundo de Anderson están infantilizados y son ciertamente ridículos. “Aún quedan levísimos atisbos de civilización en este brutal matadero que en su día fue conocido como humanidad. De hecho es lo que proporcionamos a nuestra humilde, modesta e insignificante… A la mierda”, M. Gustave. El Gran Hotel Budapest es un circo. La sociedad está caricaturizada. Hungría es lujosa, de tonos apastelados, en donde “nadie desconfía de los pasteles“.

La creación de ese mundo paralelo también es obra de Alexander Desplat. Su banda sonora representa enteramente al mundo de Anderson, y sin ella sería difícil sentir lo que se nos intenta transmitir. La composición es, como no podría ser de otra forma, a partir de la música folklórica húngara. En palabras del compositor francés sobre el tema musical de Gustave que podemos escuchar en el vídeo anterior: “Las mandolinas son las que crean ese trémolo, y esto produce un temblor que es un tanto solemne. Porque el S. Gustave es solemne y elegante”. Desplat tiene el orgullo de ser nominado doblemente a otra de las favoritas, The Imitation Game.

¿Quién le hubiese dicho a aquel muchacho que no tenía nada que acabaría por tenerlo todo? ¿Saldrá victoriosa El Gran Hotel Budapest? ¿O por el contrario, será la historia de Zero la que irónicamente se lleve 0 Oscar?

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