Givenchy, un modisto de museo
Para aquellos que todavía se cuestionan si la moda es digna de permanecer en los museos, este diseñador francés nos deja claro que el arte y la moda van de la mano. El Museo Thyseen-Bornemisza se estrena en el mundo de la alta costura con una exposición ideada por Hubert de Givenchy, quien a sus 87 años, nos ofrece un enfoque diferente de sus mejores colecciones privadas.
El conde Hubert James Marcel Taffin de Givenchy, nació en el seno de una familia aristocrática en una pequeña localidad francesa. Desde muy joven mostraba su vocación por la moda, por lo que asistió a la Escuela de Bellas Artes de París donde se inició en el mundo de la alta costura trabajando para diseñadores como Jacques Fath, Robert Piguet, Lucien Lelong y Elsa Schiaparelli.
En 1952 fundó la Maison Givenchy, sus primeras colecciones se caracterizan por el afán revolucionario del diseñador y conforman un gran éxito entre las altas esferas del mundo de la moda. En 1998, tras décadas de triunfos y reconocimientos, vendió su firma al grupo empresarial Louis Vuitton Moët Hennessey para siete años después abandonar su carrera profesional dejándonos un legado fascinante que podremos encontrar en el Museo Thyssen-Bornemisza hasta el 18 de enero de 2015.
Las piezas de los magníficos comienzos de la Maison Givenchy, abren la exposición. Destaca en la primera sala la blusa Bettina que constituyó el primer triunfo del modisto y los vestidos de noche bautizados como ‘Separates‘, puesto que su diseño permite combinarlos con pantalones o faldas. Las salas siguientes muestran su afán por el rupturismo y la fuerte influencia de Balenciaga, con el que compartía la forma de entender la moda. Vestidos cortos de distintos materiales en los que predomina el binomio blanco y negro, colores con los que experimentará hasta la saciedad.
Fue conocido por vestir a los principales iconos de la moda del siglo XX como Jacqueline Kennedy, la duquesa de Windsor, Audrey Hepburn o la princesa Grace de Mónaco. Desde que se conocieron en 1954, Hepburn y Givenchy entablaron una gran relación de amistad, amistad que convirtió a la actriz en la musa y embajadora de la firma. Por este motivo se exhiben diversos diseños de Audrey, como el vestido negro que lució en la película Breakfast at Tiffany’s. En este recorrido también encontramos otras creaciones para el mundo cinematográfico que estuvo siempre muy presente a lo largo de su trayectoria profesional.
La exposición refleja el toque característico de Givenchy, el gusto por el trabajo artesanal y detallista, la selección de tejidos, el cuidado de los bordados y el predominio del color
La exposición refleja el toque característico de Givenchy, el gusto por el trabajo artesanal y detallista, la selección de tejidos, el cuidado de los bordados y el predominio del color. Pintores como Sonia y Robert Dealunay, cuyas obras acompañan los conjuntos en las habitaciones del museo, inspiran las creaciones y colecciones del diseñador francés. A lo largo de las salas podemos apreciar cómo logró traspasar la esencia de los lienzos de artistas como Miró, Rothko o Zurbarán a sus diseños llenos de luz y color.
Lo bueno se hace esperar también para Monsieur de Givenchy, los protagonistas de la última sala son sus trajes de novia. Al igual que le sucedió a otros grandes genios de la alta costura, la cumbre de su éxito llega con la creación de los vestidos nupciales. Este maestro de los patrones nos presenta vestidos de ensueño, a través de una fascinante escenografía, donde refleja que su estilo innovador y el gusto por lo clásico encajan a la perfección. Y del blanco al negro, el modisto despide la exposición con otro de sus grandes éxitos: los vestidos de noche, llenos de glamour, al más puro estilo Givenchy.