Enjaulando momentos
“La memoria no guarda películas, guarda fotografías” Milan Kundera
La gente suele conjugar en su mente la palabra reposo con música y sin embargo, no saben que algunas fotografías calman y despejan más la mente que cualquier sinfonía. Y en este afán de convertir la fotografía en un potente analgésico mental aparece en escena Eugenio Recuenco, el maestro de la teatralidad.
Pero el inquieto Eugenio no consigue tranquilizarnos con su escenografía. Al contrario, adentrarse en su mundo nos convierte en una Alicia que, tras una copiosa ingesta, no se cae por una madriguera hasta el País de las Maravillas sino hacía el Pais de sus Pesadillas. Si recorres los laberintos de la imaginación de Eugenio, agarrado de la mano por una tensión permanente, encontrarás personajes semejantes al protagonista de “Crimen y Castigo“, demacrados por la culpa y la desesperación.

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Pero éstos no son los más perturbantes. Si sigues andando, giras a la derecha 50 metros y abres la puerta llamada Tentación encontrarás, recostada en una bañera, no a Eva Green en “The Dreamers“, sino a una turbadora mujer vestida, no se sabe porque, con el traje típico de Tailandia, a punto de desfallecer.

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Lo más peligroso que puedes hacer en esta jaula de fantasía es asomarte a un espejo para ver tu reflejo. Cuenta la leyenda que un hombre lleva ya ciento cincuenta años en la misma posición desde que se le abrieron, ante su eterno estupor, las puertas de la justicia de Kafka.
“Las puertas de la Ley están abiertas, como siempre, y el guardián se ha hecho a un lado, de modo que el hombre se inclina para atisbar el interior. Cuando el guardián lo advierte, ríe y dice:
-Si tanto te atrae, intenta entrar a pesar de mi prohibición. Pero recuerda esto: yo soy poderoso. Y yo soy sólo el último de los guardianes. De sala en sala irás encontrando guardianes cada vez más poderosos. Ni siquiera yo puedo soportar la sola vista del tercero”. El proceso, Kafka

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Como en un capítulo de “Black Mirror” te sentirás, si llegas a acceder a la charcutería que exporta, para todos los McDonald’s del mundo, carne humana para su especial hamburguesa “La manzana que fue Eva“.

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No te encontrarás por los pasillos con las trenzadas gemelas del “Resplandor”, pero presta especial atención a los mayordomos a cuerda, que vigilan incansablemente cada una de las habitaciones de Recuenco, ya que el susto promete ser épico.

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La única manera de escapar de este entramado descabellado, de puertas y pasillos sin sentido al más puro estilo Escher, será averiguando la fórmula que te salve, de la parálisis del sueño que estás sufriendo.

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