Día negro en Francia: crónica de una barbarie

Antes del mediodía la vida se paró en Francia. Empezaba como una jornada tranquila, todavía con la resaca de la Navidad y los primeros exámenes a la vuelta de la esquina. La biblioteca universitaria llena de estudiantes ojerosos cuya siguiente parada sería ir a comer. Las malas noticias siempre llegan sin que nadie las llame, se cuelan por cualquier rincón aunque las personas quieran permanecer incomunicadas. Por eso, todos esos estudiantes concentrados vieron cómo la prensa alteraba su rutina mañanera. Había muertos en la redacción parisina de Charlie Hebdo. Al principio, las noticias son confusas, las cifras varian pero los sentimientos no cambian. De repente, justo antes de la hora de comer francesa, el día ya tenía un protagonista.

En nombre de la religión. Con las creencias en la mano, la ideología por delante. Ataque, atentado, asesinato. Palabras repetidas hoy. Le Monde empezaba la información en directo, las televisiones hacían conexiones. El país en alerta. Las redes sociales hicieron, una vez más, de hilo comunicativo. Se convocaron manifestaciones por todo el país y se crearon eventos en Facebook. Ese fue el caso de Avignon: la consigna estaba clara, a las 18:00 delante del ayuntamiento situado en la Plaza del Horloge, al lado de la Calle de la República, la más importante de la ciudad.

La espontaneidad hizo también su aparición cuando los presentes alzaron sus voces al grito de Je suis Charlie, para poner fin al acto con el himno francés cantado con la máxima energía

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Velas en Avignon por lo sucedido en la redacción de Charlie Hebdo | ©Andrea Oca

Y llegó la hora acordada. Los más puntuales empezaron a encender las primeras velas. En las solapas, pegatinas con el lema Je suis Charlie, en referencia al nombre de la publicación. La misma frase impresa en carteles que los más indignados se afanaban en levantar delante de las cámaras de televisión. Una bandera de Francia resaltaba entre las cabezas debido al lazo negro que la rodeaba. Las caras tristes, los ojos llorosos, los gestos de incredulidad. Avignon vivió una media hora de auténticas muestras de respeto. Los participantes abrían, hoy más que nunca, el paso a la prensa. Como si lo ocurrido les hubiese colocado al lado del gremio afectado (sin olvidar, por supuesto, a los policías). Una banda musical acompañaba el duelo para dejar posteriormente paso a unos minutos de silencio. La espontaneidad hizo también su aparición cuando los presentes alzaron sus voces al grito de Je suis Charlie, para poner fin al acto con el himno francés cantado con la máxima energía.

También en Lannion, en la región de Bretaña, se vivió un día de conmoción. Nuestra compañera Rosalía Macías presenció el gesto de los alumnos de periodismo de la ciudad, quienes posaron con portadas de la revista como homenaje. A eso se sumó otra numerosa concentración en la Plaza de la Mairie. Misma estampa en la Plaza Royale de Nantes desde donde Ana Orriols, estudiante de arquitectura, nos describe las primeras reacciones, las cuales califica de “horrorizadas”.

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La bandera de Francia con un crespón en la Plaza de Horloge de Avignon | ©Andrea Oca

Decía al principio que las malas noticias no se pueden frenar. Yo misma tuve la (desgraciada) oportunidad de contar lo sucedido a un amigo que llevaba todo el día estudiando, sin mirar el ordenador o el teléfono. Él es musulmán y su reacción ante mis palabras fue una triste expresión de dolor. No se lo podía creer. Le enseñé los artículos de los principales periódicos franceses y le traduje la portada de El País. “Por qué hacer eso a gente inocente, gente que no ha hecho nada y usando la religión”, me dijo. Tras unos minutos de desasosiego, siguió con sus tareas mientras yo, a su lado, notaba su mirada perdida.

“Hace falta salir, hace falta decir que estamos en contra, condenarlo. Hay que comprender que lo ocurrido toca a los musulmanes. Yo también soy víctima, en Túnez hay terrorismo”

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Je suis Charlie, el lema del día | ©Andrea Oca

Samah Mahdhi, estudiante tunecina en Avignon, nos ha dado un testimonio muy sentido sobre lo ocurrido hoy. Lo primero que nos cuenta es la pena que le provoca que “sea en nombre del Islam”. Ella, que en un primer momento no iba a ir a la concentración, decidió acudir: “hace falta salir, hace falta decir que estamos en contra, condenarlo. Hay que comprender que lo ocurrido toca a los musulmanes. Yo también soy víctima, en Túnez hay terrorismo”. Todo esto no quita que a ella no le gusten las publicaciones satíricas sobre su religión: “Estoy en contra, las desapruebo, es xenofobia. El Profeta es sagrado para los musulmanes, no se puede tocar. La libertad de prensa tiene límites”. Samah acaba nuestra conversación con una llamada a la paz. Una llamada a la paz. No hay mejor forma de irse hoy a dormir.