Inutilidad por Navidad
“-¿Qué piensa usted de las artes?
-El arte es la ciencia de lo inútil.
-¿Quiere decir que desprecia a las artes, que las considera algo trivial, y a quienes las practican gentes desocupadas que no tienen otra cosa mejor que hacer?
-¡Nada de eso, doctor! ¡Considero que el arte es tanto más sublime como mayor es su inutilidad!”
Torcuato Luca de Tena: “Los renglones torcidos de Dios”
Caminando por las calles ya lo sientes, entrando en las tiendas lo respiras, ¿Qué es? ¿Una panadería? Ojalá. No, son las Navidades que se acercan a paso apresurado desde noviembre. Los comercios trepan sigilosamente hasta dejar yerma tu pobre y fea cartera (por cierto, deberías comprar otra). Pero a ti no te importa, eres feliz. Eso es lo importante. Comprar te hace feliz, lo escuchas por la emisora de radio cuando vas en el coche y en casa desde el Spotify: “compraaaaa, compraaaa, compraaaaaaa….”.
Pronto llegará el momento de sentarse bajo el árbol del consumismo y abrir nuestros paquetes envenenados. Y ¿qué decir de ese momento, cuando coges tu regalo, lo sacudes – con dotes premonitorias – y suplicas para no volver a encontrarte un pijama o unos calcetines con muñecos de nieve? Maravilloso, ¿verdad?

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No nos gustan los obsequios útiles, no. No los queremos. Queremos algo inútil, algo bonito, algo que marque un compás de tres por cuatro en nuestro febril corazoncito navideño. Algo que no caliente los pies, sino que abrigue y apriete el alma, algo como una película, un libro o una exposición. Y para muestra, un botón.
- Una película: Yves Saint Laurent
“Lo único que lamento es no haber inventado el pantalón vaquero” Yves Saint Laurent
¿Qué mejor plan navideño que sentarse en el sofá, con todas las mantas que encontremos por casa, y disfrutar de una buena película? ¿Habrá algo tan inútil y tan satisfactorio? Sí, pero centrémonos en el biopic del genio de los lápices ¿El argumento de la película? Una buena dosis de sexo, drogas y una fuerte depresión que entrelaza sus delgados dedos con el fantástico mundo de la haute couture. Y como colofón, la historia de amor que vivieron Yves Saint-Laurent y su socio Pierre Bergé.
La película en si, seamos sinceros, no ha recibido la mejor de las críticas, pero su impecable vestuario – mitad recreado, mitad original – protagonizado por sus famosos smokings, las chaquetas tuxedo y sus increíbles vestidos, consiguen dar el do de pecho y salvar esta producción.

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2) Una exposición: Hubert de Givenchy (Museo Thyssen-Bornemisza)

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Una oportunidad única para viajar hasta Madrid y revolotear entre las mejores creaciones del diseñador francés. El Museo Thyssen- Bornemisza pisa fuerte con esta exposición que recolecta lo mejor de la Maison, desde su fundación en 1952, en París, hasta su retirada profesional en 1996. Un amplio abanico en el que no podían faltar las obras más emblemáticas del creador del prêt-à-porter, como su vestido saco, la blusa Bettina o algunos de los trajes de Audrey Hepburn o Jacqueline Kennedy.
(Exposición: del 22 de octubre de 2014 hasta el 18 de enero de 2015/ 11 euros general, 7 euros reducida)

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3) Un libro: “The light between us” Vincent Peters
Las fotografías de Vincent Peters se caracterizan por usar modelos de extrema belleza y por untar sus cuerpos y semblantes con una brocha de nostalgia distante. Sus fotos te dejan con un sabor agridulce, algo te atrapa, tienen un magnetismo que pocos fotógrafos consiguen en sus obras. Son inquietantes y lentas, vamos, perfectas para una tarde de frío invernal.

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