Estampas navideñas (I): ciudades españolas
“El recuerdo, como una vela, brilla más en Navidad”
Dickens
Ese brillo no lo generan las lucecitas, es un esplendor distinto. Todas las ciudades visten sus mejores galas en Navidad. Es indudable que los alumbrados, las calles repletas y los escaparates decorados generan un ambiente que rara vez se produce en otras épocas del año. Cada una, con sus particulares tradiciones, nos enseña su mejor cara. La magia de la Navidad envuelve Galicia y sus ciudades, pero, ¿cómo se vive en otras ciudades españolas? ¿cuáles son sus tradiciones navideñas? Los compositores, desperdigados por urbes de España y Europa, nos traen estampas navideñas diferentes a las de nuestras ciudades y pueblos. Como Ebenezer Scrooge, Compostimes emprende su particular viaje en busca del espíritu navideño, ¿nos acompañáis?
Madrid
Dicen los madrileños que todavía no ha llegado el frío. Los que tienen la piel curtida por clima seco no se dejan intimidar fácilmente. Pero ese duro invierno que se resiste a cubrir Madrid, no ha impedido que el espíritu navideño la invada. La emblemática Puerta del Sol se ha convertido en lugar de peregrinación. Cuesta moverse con soltura entre la multitud que compra lotería o se agolpa en el escaparate de La Mallorquina, babeando ante la repostería artesanal. Pero en la plaza el auge se alcanza en Nochevieja, cuando será difícil estirar el brazo entre la multitud para sacar el cuasi tradicional selfie junto al reloj.
Poco hay que alejarse de la Puerta del Sol para dar con la Chocolatería San Ginés. Fundada a finales del XIX, ha logrado convertirse en un lugar de encuentro para varias generaciones de madrileños. Además, ostenta el mérito de haber inspirado a Valle-Inclán. La pluma del literato lo convirtió en el café de “Luces de Bohemia”.
Pero este año la Navidad de Madrid es diferente para los comerciantes. La desaparición de la renta antigua amenaza a muchos comercios centenarios que ya no llegarán a Reyes. Gran parte de ellos están en los alrededores de la Plaza Mayor. Este año podría haber deslucido por las obras, pero el espectacular alumbrado y el ambiente cálido hacen de ella un lugar acogedor para curiosear entre los puestecillos del mercado de Navidad.
Barcelona
La ciudad condal siempre destaca. Está bonita con sol y sin él, aunque la mayoría de días el astro rey solo se va cuando se lo obliga la noche. Con las luces ya encendidas, las tiendas están cerrando. Es el momento en el que la auténtica Navidad lo envuelve todo. Los ya de por sí preciosos edificios que forman parte de las calles brillan todavía más. Pasear por las calles de Barcelona equivale a encontrar estampas maravillosas. Porque la magia de esta ciudad es construida por las personas que viven en ella.

© Paula P. Fraga
Mercados de comida, de objetos de segunda mano, de muebles, de ropa, de arte, de cultura, de más comida. Hay ofertas de mercados y mercadillos especializados para todo tipo de demandantes. Y, por supuesto, hay mercados navideños. Algunos son solidarios, otros emblemáticos, también los hay artesanales y tradicionales. La Fira de Santa Llúcia tiene un poco de todo. Muñecos con barretina o los típicos caganers son algunos de los objetos que pueden verse al lado de la Catedral de Barcelona.

© Paula P. Fraga
No sé si por catalanes o por barceloneses, quizá por ambas, pero las personas de esta ciudad tienen una cercanía digna de envidiar. Este es un ejemplo de los detalles que hacen de ella una ciudad feliz. Porque lo importante no son las luces encima de calles repletas de coches y taxis amarillos, los regalos, las iluminadas edificaciones, tampoco lo es el majestuoso Corte Inglés. Lo único que de verdad merece la pena de la Navidad son las personas, en Barcelona y en cualquier lugar.

© Paula P. Fraga
Salamanca
La Castilla profunda no permanece ajena a la Navidad. Salamanca cambia de color a la vez que pierde la esencia que la caracteriza: la vida estudiantil. La niebla pasa a ocupar el espacio que dejan atrás los universitarios, dando un aire místico al esqueleto de una ciudad que descansa ante la ausencia de los que le dan vida.
Salamanca atraviesa la resaca de una Nochevieja Universitaria que sirve a su vez de pistoletazo de salida para la vuelta a casa. La emblemática Plaza Mayor cambia la música y la fiesta por una gigantesca bola que se ha hecho viral al compararla con la que cabalgada Miley Cyrus en su ya mítico Wrecking Ball.
Aún se pueden encontrar oasis de luz, color y vida en medio de la ciudad: en la céntrica calle Toro se arremolinan niños deseosos de montar sobre unos renos de Papa Noel. Una triste analogía con su más que probable futuro: soñarán con volar, pero no harán más que ir en círculos.
Sevilla
Ciudades como la guardiana del Guadalquivir no necesitan inversión en luces para brillar por Navidad. Sevilla, entre villancicos adaptados al flamenco y color dorado en la Giralda, no se engalana con demasiadas bombillas. A veces, menos es más.

Las Setas, junto a la zona más céntrica de Sevilla, conocida como La Campana | © Carolina Neira Feáns
La Alameda de Hércules deja a un lado las terrazas de sus bares para desplegar entre los árboles puestos de artesanía y atracciones para los más pequeños. Sin duda, el mayor reclamo son los camellos, resquicios de la llegada de Sus Majestades. Familias, parejas, grupos de amigos de todas las edades… se adentran en este mercadillo al aire libre entre las columnas que sustentan a Hércules y Julio César.

Aunque sólo llegaron a Sevilla, ya están cansados. Puede que sólo vaya a haber regalos por el Sur | © Carolina Neira Feáns
Desviarse hacia el centro es como navegar entre túneles en estas fechas. Consumismo navideño y turismo hacen de las anchas aceras de Sevilla un hervidero de bolsas y muchedumbre inquieta. Si a ello le sumamos la cantidad de puestos salpicados por las diferentes esquinas, las esperanzas de pasear con fluidez se desmoronan. Pero incluso eso tiene su encanto. El binomio de la estética árabe de ciertos edificios con los colores que desprenden los artículos colgados de las lonas consigue hacernos creer que estamos perdidos en un zoco. La Navidad, en Sevilla, también tiene un color especial.
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Madrid: Marta R. Suárez
Barcelona: Paula Pérez
Salamanca: Carlos Rey
Sevilla: Carolina Neira