Del directo de León Benavente

Hay gente que sigue pensando que entre el sonido del directo y del estudio no hay tanta diferencia. Esas personas deberían escuchar a León Benavente en Spotify y luego subidos a un escenario. Al principio son un grupo indie más. Nada que llame demasiado la atención. Pero si de primeras no te conquistan sus alternativas melodías, caerás en el concierto. Porque el directo de León Benavente suena diferente. Lo que antes parecía un producto sin energía ni elementos diferenciadores, se convierte en pura vitalidad. Las canciones son las mismas, pero ahora están cargadas de potencia, entusiasmo y empuje. Y lo más importante es que consiguen transmitir esa jovialidad al público.

Un público que se dio cita el pasado sábado cuatro de octubre en Les Corts, Barcelona. Con una media de edad afincada en los treinta, no es difícil suponer que eligieron la Sala Bikini para descansar de una semana de trabajo. Las primeras notas que inundaron el espacio fueron las de Egon Soda. Los temas de este grupo suenan a calor hogareño. Suenan al cariño que se invirtió al escribirlos. Hablan de política, de la fugacidad del tiempo, de amor. A Ricky Falkner, Xavi Molero, Pablo Garrido y Ferran Pontón es necesario escucharles. De verdad. Poner tu atención en lo que han querido expresar con esos toques de folk-rock, pop indie, rock alternativo, u otras tantas etiquetas que pueden atribuirseles dependiendo de la canción. Son versátiles. Y eso les da facilidad para lograr el plus de adaptación al momento que a veces falta en los conciertos. Egon Soda interpreta la libertad.

Hace algo más de dos años Luis Rodríguez viajaba desde Madrid a Asturias. En mitad de la nada, concretamente entre León y Benavente, su coche decidió que era buen lugar para pasar a mejor vida. Luis llamó a Edu Baos, Cesar Verdú y Abraham Boba, no en ese orden. Aunque todos estaban metidos en otros proyectos musicales decidieron que del vacío de una carretera surgiera una oportunidad para llenar de vida el panorama nacional. Y hace unos días también la noche barcelonesa porque después de Egon Soda, llegó el turno de León Benavente. Cuando salieron se escuchó una voz femenina gritando “¡viva Ponferrada!” que luego se perdió en la multitud.

El ambiente intelectual se transformó en un animado griterío, llegando a su momento álgido con Ánimo Valiente. Una versión de Los Ilegales, un sutil sarcasmo en El Rey Ricardo, una Revolución. Letras de temática variada que han sabido aprovecharse de la musicalidad propia del género alternativo que nos hacen pensar que todavía quedan productos puros y no todo son ritmos forzados. Egon Soda y León Benavente. Ambos ofrecieron un buen espectáculo y mantuvieron al público sonriente hasta que llegó el clímax y los dos dejaron de ser dos para juntarse en uno.

Imágenes de Paula P. Fraga.