Ricardo Abad y la búsqueda del límite
El ser humano, desde el principio de los tiempos, o más bien del de su existencia, ha intentado ir siempre un paso más allá. Ver hasta dónde es capaz de llegar. Ir avanzando y quemando etapas dentro de ese proceso llamado progreso que ha llevado hasta límites casi insospechables.
Hace aproximadamente cien mil años, no había supermercados, ni restaurantes. Y tampoco máquinas expendedoras, claro. Así, el ser humano necesitaba cazar para sobrevivir, puesto que los veganos tampoco existían todavía. Y es evidente también que en la sabana africana (primer lugar donde apareció nuestra especie) hay que tener ciertas cualidades físicas para cazar. El ser humano no es, ni de lejos, uno de los animales más rápidos del planeta. Por lo tanto, debía ser persistente y seguir durante un tiempo a su potencial presa, que pese a ser más veloz no tenía la resistencia física de un ser humano, para así poder darle caza.
La sociedad ha cambiado, y lo que en su momento fue una necesidad ahora ya no lo es, pero eso no implica que los seres humanos hayan cejado en su empeño por mejorar sus capacidades físicas, por buscar el límite. Como muestra de ello, este mismo domingo se ha conseguido por primera vez en la historia bajar de las 2h03’ en maratón.
Aunque el ser humano ya no tiene la necesidad de correr para sobrevivir, cada vez se están mejorando más los registros en las pruebas de fondo. El gran objetivo es llegar algún día a correr una maratón por debajo de las dos horas.
Sin embargo, a veces los límites no están en la velocidad, sino en la distancia. En ocasiones el ser humano busca retos que se escapan totalmente de lo que podemos entender por físicamente sano. Uno de los grandes ‘buscadores de retos’, por así llamarlo, es Ricardo Abad. Ligado al mundo de la ultradistancia desde hace varios años, ha llevado a cabo desafíos que llevan a uno a preguntarse hasta qué punto el deporte acaba siendo sano para una persona.
Sin llegar al nivel de los deportistas de élite, a su manera, este atleta navarro ha recibido admiración allá por donde ha ido. Entre finales de 2010 y principios de 2012 completó uno de sus mayores récords hasta la época: realizar ni más ni menos que quinientas maratones en quinientos días consecutivos. Un total de 21100 kilómetros a lo largo de un año y cinco meses, una marca heroica y al alcance de muy pocos. Un reto absolutamente meritorio, por la complejidad del mismo y por la capacidad de sacrificio físico y psicológico que requiere. Sin embargo, también puede considerarse – y de hecho, así lo hago – como una insensatez, puesto que se estima que una persona necesita meses para recuperarse totalmente de una carrera de larga distancia. Semejante carga de kilometraje es exageradamente excesiva para el cuerpo de una persona, independientemente de las características del mismo. Sin embargo, Ricardo Abad consiguió dicho reto, entrando, dicho sea de paso, en el Libro Guinness de los Récords. Incluso se planteó continuar con su reto para llegar a los mil días corriendo 42195 kilómetros, pero finalmente desechó la idea tras 607 días llevándolo a cabo.
Posteriormente, Abad batió también el récord de realizar el mayor número de Ironmans (3’8 km de natación, 180 de ciclismo y 42 de atletismo) en un año, realizando cincuenta y dos, uno cada semana del mismo.
Y en este 2014, el fondista navarro se había planteado otro nuevo reto relacionado con esta ultradistancia triatlética: realizar cincuenta ironmans en cincuenta días consecutivos. Probablemente el reto más duro al que se había enfrentado hasta ahora Ricardo Abad, algo que se confirmó cuando se tuvo que retirar al quinto día debido a la dureza psicológica de la prueba.
Así, la pregunta que se plantea es: ¿dónde acaba el afán de superación y dónde empieza la locura? ¿Hasta qué punto es sano buscar los límites físicos de uno mismo? Es obvio que, pese al mérito que tiene alcanzar, o incluso simplemente intentar realizar este tipo de retos, siempre hay un momento en el que hay que pararse y pensar hasta qué punto es aconsejable hacer lo que se está haciendo. Las ganas de descubrir hasta dónde se es capaz de llegar, dónde está el techo de uno mismo; son totalmente admirables, pero creo, personalmente, que antes de nada hay que priorizar la salud. Y al mismo tiempo, aunque crea que los retos que se plantea Ricardo Abad sean una insensatez, tanto por su parte como por la de aquellos que le permiten hacerlo… entiendo que quiera hacerlo. Entiendo que dedique su vida a ello, porque es una persona con grandes cualidades y con una fuerza de voluntad elogiable.
Desde que Abad se dedica a la larga distancia ha batido el récord mundial de más días consecutivos corriendo maratones (607) y de más Ironmans en un año (52).
Sin embargo, el atletismo se basa en hacer dos cosas: entrenar bien y descansar mejor. Y es obvio que si una persona quiere realizar cincuenta Ironmans en cincuenta días, la parte destinada al descanso va a ser obligatoriamente mínima. Los dos primeros días tardó en completar el recorrido más de trece horas y media, mientras que el tercero y el cuarto se fue casi hasta las quince horas. Así, sólo tendría por delante nueve horas antes de afrontar de nuevo un día con el mismo desgaste físico (hay que tener en cuenta además que el cansancio se acumularía con el paso de los días). Por tanto, es un reto que te obliga a llevar un ritmo de vida lleno de sacrificios: dormir poco, comer en horarios a los que el cuerpo no está habituado, no tener apenas tiempo para dedicarle a tu familia, etc. Conlleva pasarse cincuenta días dedicándose en cuerpo y alma a hacer deporte y a intentar descansar lo máximo posible para hacer lo mismo al día siguiente. Y así durante mes y medio.
Al fin y al cabo, supongo que no somos tan diferentes de aquellos homínidos que hace cien mil años corrían detrás de sus presas.
Foto de portada: velociraptor.es