Orange is the New Black: esto no es Oz

Piper Chapman (Taylor Schilling) es una chica bien, con trabajo, que ha ido a la universidad. Está prometida y a punto de lanzar un negocio de venta de jabones con su mejor amiga. Así que cuando se encuentra en el centro penitenciario de Litchfield desnuda, agachada y con un agente pidiéndole por favor que tosa no puede evitar preguntarse cómo ha acabado ahí. A lo mejor no tenía que haber colaborado con su ex novia Alex (Laura Prepon) en una red de narcotráfico.

Orange is the New Black, la apuesta de verano de Netflix, acompaña a Chapman (en la cárcel va por apellido) a Litchfield, donde tendrá que pasar 15 meses. No pasa nada: se casará después de que termine la condena, su mejor amiga puede ocuparse del negocio y no va a desperdiciar el tiempo que esté encerrada: va a leer y a ponerse en forma. Y está preparada, que ha leído mucho sobre el tema. No se espera que en el baño no haya puerta, que las blancas vayan con las blancas (es tribal, no racista) ni que vaya a tener que volver a convivir con su ex.

elfanzine.tv

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La nueva creación de Jenji Kohan no pretende ser un fiel reflejo de la vida en una cárcel de mujeres. Uno de los personajes ya nos lo advierte en el primer episodio: esto no es Oz. No estamos ante un drama carcelario como aquel que produjo HBO. La serie toma la situación de Chapman, perdida como pulpo en un garaje, como hilo conductor para crear una serie de tramas de relaciones y conflictos que tienen lugar en la cárcel. Relaciones y conflictos que, salvo excepciones, están muy bien escritos y desarrollados, protagonizados por personajes muy bien definidos e interpretados.

Tomar a Chapman como hilo conductor es una decisión que funciona: es el personaje con el que más fácil es identificarse sin conocer las historias del resto de reclusas. Es todo lo que sería el espectador medio en la situación que la serie plantea, y reacciona como el espectador medio reaccionaría. Y quizá Kohan nos da un toque de atención creando un personaje al que, al inicio de la serie, dan ganas de estrangular.

Como decíamos, Orange is the New Black trata sobre las situaciones y relaciones entre los personajes. La obra narra una serie de tramas que se podrían desarrollar en otro escenario, pero la cárcel permite introducir el cambio de contexto y evolución de Chapman. La serie se construye a través del desarrollo de las vidas de las reclusas en Litchfield, los conflictos entre ellas, pero también se suman flashbacks que muestran cómo llegan allí y permiten empatizar con ellas. Esto último hace de Orange is the New Black una serie inofensiva: en ella (casi) todo el mundo es bueno. Vemos qué lleva a Litchfield a cada personaje y entendemos los motivos por los actuaron.

unspoiledpodcasts.com

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Orange is the New Black no deja de introducir elementos dramáticos. En gran medida lo hace a través de flashbacks, la relación de Chapman con su mundo fuera de Lichtfield y en general los conflictos que tienen lugar entre las reclusas y/o el personal de la prisión. Pero predomina un tono cómico, y gracias a los personajes la serie es capaz de conmovernos.

Otro de los elementos que ayuda a que la serie funcione es la interpretación. Taylor Schilling hace un gran trabajo mostrando el cambio que Litchfield opera en Chapman. Pero estamos ante una serie coral y, salvo excepciones muy puntuales, todos los personajes están perfectamente escritos e interpretados, desde las reclusas al personal de la prisión. Por personajes como Red (Kate Mulgrew), Pennsatucky (Taryn Manning), Miss Claudete (Michelle Hurst), Taystee (Danielle Brooks) o George “Pornstache” Méndez (Pablo Schreiber) la propuesta de Kohan merece una oportunidad.

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Esto no es Oz. La serie no se desarrolla bajo la premisa de mostrar las condiciones de vida en las prisiones o la realidad de las reclusas. Y aunque la mayoría de las tramas se mantengan al margen, hay una centrada en la corrupción y malversación de fondos por parte de la directora de Litchfield y otra sobre las protestas de varias reclusas por las pésimas condiciones de vida del centro. Estas tramas no acaban de cuajar y llegan a perjudicar al conjunto: no quieren alejarse del tono de la serie para no desentonar, pero al no hacerlo parecen superficiales. La trama sobre Larry (Jason Biggs), prometido de Chapman, mientras ella cumple condena también tiene un desarrollo bastante desafortunado.

Orange is the New Black es una serie entretenida. Tiene grandes bazas que sabe cómo jugar, como sus personajes e intérpretes, y un guion que a pesar de lo dicho tiene desarrollos brillantes. Pero sobre todo es una serie que, a pesar de sus carencias, sabe cómo jugar con las dosis: sabe en qué momento cortar cada trama, cada historia, y en cada episodio sabe cuándo fundir a naranja para que volvamos a por más.