La soledad de un cementerio parisino
Lo más típico y reconocible para una fotografía de la capital de nuestra vecina Francia tal vez sea mostrar una de las orillas del Sena, la Torre Eiffel o algún amplio y luminoso boulevard. Pero hay otro París, un París sombrío, viejo y melancólico, que a veces se entremezcla con el que vemos de primeras, hasta tal punto que se vuelven inseparables. El cementerio Père-Lachaise es un buen ejemplo de ello. Aquí descansan celebridades como Chopin, Oscar Wilde, Proust o incluso Jim Morrison, de los Doors, lo que hace que le visiten docenas de turistas cada pocas horas. No obstante, nunca abandona ese halo de misterio que rodea a las pequeñas capillas semiderruídas, a las tumbas casi anónimas que descansan enredadas entre las nudosas raíces de los castaños o a los solitarios ángeles de piedra, que velan por su protegido a título eterno. Háganme caso, pásense por esta zona de cálida oscuridad si algún día pisan la ciudad de la luz.