La mayor historia africana en los Mundiales: Senegal 2002 (I)
El fallecimiento de Bruno Metsu el pasado 14 de octubre del 2013 víctima de un cáncer de colon dejó huérfana la brillante historia de Senegal durante el año 2002. En su único Mundial hasta la fecha, el conjunto dirigido por el francés consiguió llegar hasta los cuartos de final, siendo además finalista de la Copa África, su mejor resultado en esta competición, y donde tan sólo el fallo del capitán Aliou Cissé en el decisivo penalti de la tanda decidió el choque para la selección de Camerún.
Cuando Metsu (o Abdu Karim, como quería que le llamasen desde que se convirtió al Islam) comenzó a entrenar a Senegal en el año 2000 ya contaba en su currículum con un gran número de modestos clubes franceses. Había pasado por Lille, Valenciennes, Sedan y Valence, y su llegada provocó un cambio instantáneo en el estilo de Los Leones de Teranga. Hasta ese momento el único éxito de Senegal en sus más de 35 años como selección internacional había sido un cuarto puesto en la Copa África de 1990, y a pesar de en aquella época contar con su mejor generación de jugadores en la historia, los problemas, tanto de indisciplina como con la Federación, impedían que el equipo accediese a las rondas finales de los torneos continentales e internacionales. Pero todo esto cambió con la llegada del técnico francés: dejó de actuar como los anteriores sargentos de hierro e inculcó en la selección la principal meta del fútbol: divertirse y pasarlo bien. De esa forma, con un juego alegre y vistoso, el equipo logró acceder a su primer Mundial. Venció cómodamente a Benín en la ronda previa y en la clasificación superó el grupo de la muerte, adelantando a Marruecos, Egipto, Argelia y Namibia.
Senegal accedía por la puerta grande ante el delirio de su afición, y por si no fuera suficiente premio el sorteo de los grupos determinó que en su debut se enfrentaría a su antiguo colonizador y vigente campeón, la Francia de Zidane, Henry y Trezeguet en el partido inaugural del Mundial.
Pero el año 2002 iba a venir cargado de sorpresas desde mucho antes, en concreto, desde comienzos de enero con la disputa en Mali de la vigésimo tercera edición de la Copa África. Allí, partían como favoritas tres selecciones: la Nigeria de Okocha, Kanu y Finidi, la Camerún de Olembé, Foé y Eto’o y por último, el siempre competitivo Egipto comandado por el eterno Ahmed Hossan. En un segundo grupo aparecían Senegal, Sudáfrica y Costa de Marfil, agarradas a sus jóvenes delanteros como fórmula de supervivencia, a saber, El Hadji Diouf, Benny McCarthy y Aruna Dindane respectivamente.

Diouf, uno de los artíficiles principales del éxito.reador del
En primera ronda, Senegal quedó encuadrada en un fuerte grupo con Egipto, Zambia y Túnez. Fue ahí donde por primera vez observamos uno de los rasgos que llevó a Metsu a triunfar con la selección: por encima del gran juego que llevaban dos años realizando, lo más importante para avanzar en los torneos internacionales era sin duda defender. Estableció una sólida línea de cuatro atrás y por delante de ellos, la marca que sería constante durante los dos grandes torneos del 2002. El triángulo de presión con cada uno de los miembros especializado en una tarea que cumplían a la perfección. Pape Sarr (o Aliou Cissé, cuando no jugaba como central) era el encargado de robar, correr y evitar cada intento de ataque rival. Salif Diao creaba y se convertía en la principal vía de salida de balón de la selección. Tanto en largo, buscando a Fadiga, Diouf o Camara, como en corto hacia los laterales o Bouba Diop. Éste último era el pulmón ofensivo del equipo, un llegador constante e insaciable que hacía de su duro disparo un arma letal para los Leones de Teranga. En ataque y con el paso de los partidos, Henri Camara ganaba el puesto a Moussa N’Diaye por su capacidad de regate y de juego interior, mientras que Fadiga, volcado a la izquierda, era un auténtico puñal por la banda. Era el encargado además de lanzar los libres directos, siempre buscando la cabeza de los centrales. En ataque, Diouf era el hombre clave. Nombrado ya en el 2001 como mejor futbolista del continente africano, era capaz de funcionar como boya en los balones al pie y como velocista en los balones largos. Destacaba por su facilidad de regate y una arrancada que dejaba siempre a los defensas atrás. En la Copa África, aun así, sólo conseguiría anotar un gol, quedándose en el Mundial sin marcar. Éste sería un problema constante a lo largo de su carrera, pues su falta de acierto se convirtió en un verdadero quebradero de cabeza para él. Con un récord de tan sólo 10 goles en una temporada (la 2001-2002), el brillante juego de Diouf ha quedado en los últimos años en un segundo plano, siendo tildado de fracaso.
En definitiva, la selección se armó en la Copa África con un 4-3-3 que sería característico al atacar, si bien en defensa eran los extremos, tanto Camara como Fadiga, los que cerraban y convertían al equipo en un 4-5-1 muy difícil de superar. En los partidos difíciles, como sería el de Uruguay posteriormente en el Mundial, el esquema pasaba a ser un 4-4-2, siendo Bouba Diop el interior derecho y Fadiga el izquierdo, con Thiaw o Diouf siendo el delantero que se acoplaba al medio centro en tareas defensivas con el fin de volver de nuevo al 4-5-1.
Con todo, la Copa África comenzó y como suele suceder entre selecciones de nivel semejante, los partidos se decidieron por detalles. Un gol a balón parado del central Diatta se convirtió en el definitivo 1-0 contra Egipto cuando el partido agonizaba. Aún más sufrido se torció el encuentro ante Marruecos, donde tan sólo un gol del joven Souleymane Camara en las postrimerías del tiempo extra dio la victoria a Senegal. Un empate con los suplentes 0-0 ante Túnez metía a los de Abdu Karim en los cuartos de final, donde se enfrentaron a la débil República Democrática del Congo, que sin embargo, tenían en los jóvenes Lomana Lua Lua y Shabani Nonda su esperanza de llegar a semifinales. Pero a la hora de la verdad, ni uno ni otro aparecieron. Dos goles, de Diouf y Diao sentenciaron el choque para Senegal, que doce años después volvía a unas semifinales de la Copa África.

Bruno Metsu, el creador del mayor milagro africano hasta la fecha.
El gran favorito, Nigeria, fue el rival de los Leones de Teranga. El partido sería la oportunidad para Senegal de dar la revancha a lo sucedido dos años atrás. O para Nigeria de aumentar su supremacía en el continente. Para esta ocasión, los West, Yobo, Finidi y Kanu habían sido eclipsados en el torneo por la nueva perla emergente, la misma que había eliminado dos años antes a Senegal. Era ese rápido delantero llamado Julius Aghahowa, que había explotado en 2002 como la estrella nigeriana y parecía llamado a triunfar en Europa. Pero aun así, lo más destacado para Nigeria era, al igual que para Senegal, su portería. Ambas selecciones habían llegado imbatidas a semifinales. Shorunmu y Sylva se enfrentarían en un duelo por ver quién era el mejor. Con un hombre menos por la expulsión de Sarr, Bouba Diop adelantó primero a Senegal a la salida de un córner, pero en el minuto 88 un error entre Coly y Sylva al no ir ninguno a por un balón muerto dentro del área, permitió a Aghahowa empatar el encuentro y mandarlo a la prórroga. Los fantasmas de lo ocurrido dos años atrás con el mismo jugador como protagonista sobrevolaron al país de capital Dakar, pero en la prórroga, un regalo de la defensa permitió llegar a Diao y anotar el definitivo 2-1. Wilson Oruma tuvo aun la oportunidad de empatar de nuevo el choque, pero su penalti se fue al poste. Senegal estaba por primera vez en su historia en la final de la Copa África.
En la final esperaba Camerún. El equipo de los “españoles” Kalla, Lauren, Geremi, Songo’o y Eto’o. Junto a ellos, Olembé, Song y Foé formaban la columna vertebral de los Leones Indomables. El partido fue físico, y durante los 120 minutos que duró sin moverse el marcador siempre pareció que Camerún, por ser un equipo más hecho, tuvo más cerca el gol, aunque fuese Senegal quien gozase de mayores ocasiones de peligro gracias a las galopadas de Henri Camara y Diouf. Pero el resultado no se movió y se llegó a la temible tanda de penaltis. Como sucedería años después en aquella accidentada clasificación para el Mundial, Womé fallaba. Coly y Fadiga anotaban los dos primeros lanzamientos para Senegal y parecían decantar la tanda, pero los errores de Faye, Diouf y el capitán Cissé se llevaban la copa de nuevo a Camerún. Las lágrimas desconsoladas de Diouf eran el reflejo de un país que meses después prometió y dio más.
(Continuará…)