Mitos sobre ciencia (V): belleza y limitaciones
Mito 9: Los huecos que aún no ha llenado la Ciencia pueden ser llenados con religión o creencias infundadas.
“Creo en la evidencia. Creo en la observación, medida y razonamiento confirmado por observadores independientes. Creeré en cualquier cosa, no importa cuán salvaje y ridícula, si hay evidencia para ello. Pero cuanto más salvaje y ridículo es algo, en cambio, más firme y sólida tendrá que ser la evidencia.” Isaac Asimov
Este punto es probablemente uno de los más complejos y polémicos, y es por ello que solo vamos a tratarlo brevemente. La Ciencia demarca muy bien cuáles son su rango de acción y sus limitaciones. No es la panacea ni la verdad definitiva. La Ciencia es, ante todo, humilde, y si desconoce algo o carece de evidencia suficiente nos lo hará saber. Ya hemos apuntado que nunca podremos estar absolutamente seguros de nada. La religión u otro tipo de creencias parten de un punto precisamente opuesto, y es que proclaman tener la verdad absoluta sin tener evidencia que lo respalde.
Hay terrenos donde la Ciencia no puede actuar porque se escapan de sus responsabilidades. ¿Pero es ello excusa para darle rienda suelta a nuestra imaginación e inventarnos algo inverosímil? ¿Debemos creernos algo que nos han contado desde pequeñitos pero para lo cuál no existe la más mínima evidencia? Hay preguntas que se escapan de la Ciencia, de acuerdo. Pero debemos meditar sobre cuál es la actitud más racional ante los vacíos que deja. No tiene demasiado sentido confiar en las leyes de la termodinámica o la ley de la gravitación universal a la vez que creemos ciegamente en la tetera de Russell o el dragón en el garaje de Carl Sagan.
Pero en la mayoría de las ocasiones ni siquiera esto es cierto. Muchas veces lo que sucede es que aún no tenemos las herramientas suficientemente refinadas para poder explorar ciertas cuestiones. El ejemplo más claro es el espacio y el tiempo. Ríos y ríos de tinta han sido escritos por filósofos teorizando y discutiendo su naturaleza, su razón de ser y sus mecanismos desde una perspectiva apriorística. No teníamos las herramientas para que la ciencia pudiera decir algo reseñable sobre el asunto. Era terreno exclusivo de elucubraciones y filosofía. Pero entonces llegó la Teoría de la Relatividad, y de su mano llegaron técnicas y tecnologías que nos permitieron observar y contrastar sus implicaciones. Y así, en un espacio muy corto de tiempo siglos de discusiones bizantinas sin salida fueron enterradas, sometidas al yugo de la realidad.
Muchas veces lo que sucede es que aún no tenemos las herramientas suficientemente refinadas para poder explorar ciertas cuestiones
Porque se podría argumentar que el ser humano tiene la necesidad imperiosa de saber. Es difícil poder convivir con la idea de que desconocemos tantísimo del mundo. Y por eso desde el principio hemos tratado de rellenar los huecos con historias y fábulas falsas. Pero gracias a la ciencia y al ingenio de personas que no se resignaron a aceptar argumentos simplistas y vacíos, pudo llegar un momento en el que fuimos capaces de testar lo que algunos charlatanes decían. Y ahí descubrimos cuán ciegos habíamos estado. Y es que que en un momento dado no se pueda comprobar algo… no significa que en el futuro no se pueda hacer. Quizá lo que deberíamos hacer entonces es aceptar y saber convivir con nuestras limitaciones, y no arrojarnos a mitologías vacías, pese a lo reconfortante que pueda resultar a nuestro yo interior, siempre ansioso por saberlo todo.
Mito 10: Las limitaciones que impone el pensamiento científico nos dejan con un universo triste y carente de todo sentido.
“Para mí, es mejor apreciar el Universo como realmente es en vez de persistir en espejismos, pese a lo satisfactorios o reconfortantes que estos puedan ser.” Carl Sagan
Si has llegado a este punto deberías saber poder responder sin ayuda de nadie. La realidad es la realidad. Hasta donde sabemos, no hay evidencia de magia, espíritus o fantasmas, karma, resurrección… ¿Pero es por ello el universo más gris, vacío o triste? La respuesta es clara: ¡No! Al contrario, y la realidad extraordinariamente compleja de la que aún nos queda tantísimo que aprender nos lo dice cada día. Si algo hemos aprendido a la lo largo de los siglos es que el universo sobrepasa a nuestra imaginación en varios órdenes de magnitud. Imitamos mecanismos que hemos visto en la evolución para hacer nuestros aviones, barcos, o materiales. Nuestras tímidas creencias sobre las estrellas y el cielo se han visto superadas por galaxias de titánicas dimensiones que nuestras mentes limitadas no están preparadas para imaginar. ¿Cómo puede la visión de una nebulosa dejar a alguien con la sensación de que nuestro universo es anodino?
La ciencia nos ha enseñado un modo de vida, un enfoque con el que afrontar las cuestiones que nos acechan en nuestro día a día. Puede que se te venga a la mente la réplica de “Pero entonces nuestras vidas carecen de sentido”. Esta frase tiene trampa, porque implica precisamente lo contrario, y es que nos deja la más absoluta libertad para hacer de nuestras vidas lo que siempre hemos deseado, de no atarnos por preceptos morales impuestos por libros con milenios de antigüedad.
¿Cómo puede la visión de una nebulosa dejar a alguien con la sensación de que nuestro universo es anodino?
Podemos vivir con libertad absoluta. Y piénsalo de otra forma: tienes la enorme suerte de ser una parte infinitesimal del universo con conciencia. ¡En parte tú eres el universo! Y durante un fragmento también infinitesimalmente pequeño de su vida puedes apreciarlo en toda su majestuosa y desmedida inmensidad antes de volver a fundirte con él. ¿Acaso puede haber algo más poético y profundo que eso?
Imagen destacada: maxisciences.com
Escrito por Santiago Codesido y Javier Sánchez.