Mitos sobre ciencia (IV): Belleza y utilidad
“Si quieres aprender acerca de la naturaleza, apreciarla, es necesario entender el lenguaje en el que nos habla.” Richard Feynman.
Mito 7: La investigación básica es un gasto inútil sin aplicación práctica alguna.
Un teorema es un teorema. Sin más. Su aplicación per se es nula. Pero podemos usar los teoremas, jugar con sus implicaciones e ir un paso más allá. Conocer las leyes de la termodinámica o de la gravitación universal nos han ayudado a llegar a la luna, a diseñar nuevos materiales que usamos en nuestras casas o a crear teléfonos móviles. ¿Y cómo es posible que sean rentables proyectos costosísimos como el CERN o la Estación Espacial Internacional para crear valor real a la sociedad?
Un teorema es un teorema. Sin más
Primero, porque nunca se sabe la implicación futura que podrán tener descubrimientos aparentemente estériles desde un punto de vista económico. Por ejemplo, se estima que secuenciación del genoma humano ha logrado tener un impacto económico de más de 140$ por dólar invertido. Casi nada. ¿Y qué decir de internet, cuyo uso actual dista mucho del proyectado cuando se inventó? Por no mencionar otras tecnologías como los microondas o el teflón, cuya aplicación actual es totalmente práctica pero que nacieron como fruto de investigación básica.
Y en segundo lugar, porque resulta un poco difícil encontrar el dichoso bosón de Higgs o llegar a la luna con cuatro palos y piedras mal montados. Por eso las mejores mentes deben unirse para crear nuevos materiales, técnicas y un sinfín de innovaciones cuyo objetivo principal no es otro que permitir llevar a cabo investigación básica. No basta por tanto con invertir en investigaciones cuyo rendimiento esperado conocemos, porque si algo estamos aprendiendo en Ciencia es que la relación entre los descubrimientos es muy compleja y responde a mecanismos que un mero análisis económico superficial no puede valorar adecuadamente.
No basta con invertir en investigaciones cuyo rendimiento esperado conocemos
Por ejemplo, un nuevo teorema sobre algo tan aparentemente abstracto como teoría de grafos puede tener un impacto extraordinario en informática, biología o incluso sociología, y es por ello que intentar limitar la dirección en la que se producen los avances científicos es cuanto menos contraproducente.
Mito 8: La ciencia le quita la belleza a las cosas: un científico es lo contrario a un artista.
“Tengo un amigo que es un artista (…) Cogió una flor y dijo “Mira qué bella es, (…) Yo como artista puedo verlo, pero tú como científico la desmenuzas y transformas en algo aburrido (…)”. Creo que está algo chiflado. Ante todo, porque la belleza que él ve también está disponible para el resto de la gente gente, y para mí también (…). Al mismo tiempo, yo veo mucho más acerca de la flor de lo que él es capaz. (…) Quiero decir que no es sólo belleza a esta dimensión, a un centímetro, sino que hay también belleza a dimensiones más pequeñas (…). El hecho de que los colores de la flor evolucionaron para poder atraer insectos y que las polinicen es interesante; ya que significa que los insectos pueden ver colores. (…) Todo tipo de preguntas interesantes con las cuales el conocimiento científico sólo añade a la emoción, al misterio y sobrecogimiento de una flor. Sólo añade. No entiendo cómo puede restarle belleza.“ Richard Feynman
Feynman resume a la perfección este punto. ¿Cómo puede un poeta o un artista no maravillarse ante la extraordinaria complejidad del universo? La imaginación humana palidece comparada con la realidad que nos rodea. Vivimos en un pedazo de roca que viaja girando en torno a un objeto tan increíblemente caliente que fusiona átomos. Pero no solo eso, sino que lo hace mientras se traslada a miles de kilómetros por hora por el espacio, orbitando a su vez junto con otras miles de millones de estrellas alrededor de lo que parece ser un agujero negro supermasivo. En el universo lo extraordinario es la norma, y no la excepción. Hemos evolucionado a lo largo de más de tres mil millones de años a partir de seres microscópicos. ¡De hecho, la mayor parte de los átomos que componen nuestro cuerpo proceden de la fusión y explosión de estrellas! ¿Cómo pueden hechos tan extraordinarios y fantásticos como estos quitarle belleza a nuestra visión del mundo?
Vivimos en un pedazo de roca que viaja girando en torno a un objeto tan increíblemente caliente que fusiona átomos
Y es que como dice Feynman, el conocimiento científico no sólo no resta al mundo que nos rodea, sino que añade nuevas capas de realidad que sólo el ojo científico es capaz de ver. Donde alguien podría ver un grupo de hormigas correteando en una línea más o menos uniforme y no prestarle la más mínima atención, el científico se pregunta: ¿por qué parecen seguir tal línea? ¿Qué es lo que hace que se orienten de tal forma? ¿Cómo es posible que una hormiga indique a otras el camino hacia nueva comida y sepan volver? ¡Todas estas preguntas tienen implicaciones a otros niveles, como el biológico o el químico, y convierten el jardincito soso de al lado de nuestras casas en un mundo lleno de interrelaciones biológicas, físicas y químicas, de pasión y cambio constante! Pero para eso primero hay que saber observar.
Al contrario de lo que se piensa, un científico es un ser humano enamorado con lo que le rodea, ansioso por aprender siempre un poco más de los misterios que nos ofrece el universo. Porque un científico no es tal simplemente porque la ciencia nos permite progresar tecnológicamente y obtener mejor calidad de vida. Eso es un subproducto. La mayoría hacen ciencia simplemente porque les encanta y es increíble. No necesitan más.
Por eso este mito no es que sea falso, sino que es totalmente contrario a la misma idea de Ciencia.O como dijo Richard Dawkins en una conferencia, “Science is interesting, and if you don’t agree you can fuck off”.
Imagen destacada: maxisciences.com
Escrito por Santiago Codesido y Javier Sánchez.