La guerra por el polvo blanco
Son las 7:00 AM. Hace sol y hoy es un día maravilloso. Se levanta de la cama, se viste con una fresca camisa. Desayuna café y tostadas mientras escucha la radio. Va a despertar a su hija, a su hijo y a su perro. Coge una cazadora y las gafas de sol. Sale por la puerta y camina hacia su lugar de trabajo. Se acerca al puente, tiene que pasar por debajo. Sobre su cabeza, cuelgan dos cuerpos degollados. Sigue caminando, mira arriba pensando quiénes serán esos pobres desgraciados. Se oyen sirenas a lo lejos, llega la policía, será mejor acelerar el paso, o directamente salir corriendo. Son las 21:00 PM. Ha presenciado un número terrible, pero cotidiano. Al menos él ha llegado a casa vivo esta vez. Se siente afortunado porque, ¿quién sabe si regresará mañana?
Esta rutina habría sido muy distinta aquí, pero en Ciudad Juárez, la violencia está a la orden del día. Situada al norte de México, alcanzó en el año 2009 la mayor tasa de asesinatos del mundo (130 asesinatos por cada 100.000 habitantes). La causa principal de semejante ola de violencia es la guerra entre los cárteles de la droga, que se disputan el territorio.
Se siente afortunado porque, ¿quién sabe si regresará mañana?
La cocaína es la más rentable. Llega de Sudamérica, principalmente de Colombia, a través de tres rutas. Entra en el país controlada por los cuatro cárteles principales, Tijuana, Sinaloa, Juárez y Golfo. El destino: EEUU, el primer consumidor del mundo. Al principio México tenía el papel exclusivo de transportista, los cárteles colombianos vieron una ventaja en esta alianza, con la cual sus negocios tenían la posibilidad de reducir las pérdidas. Pero en la década de los 80 se produjo una caída de los mismos, debido al establecimiento de la guerra contra las drogas con el apoyo económico y logístico de EEUU y algunos países europeos para combatir el tráfico de drogas. Esta situación permitió a México la oportunidad de hacerse cargo del negocio. Hoy en día, México proporciona el 90% de la droga que se vende en EEUU.
Por otra parte, en la década de los 90 se produjeron una serie de cambios que desmoronaron las estructuras del narcotráfico mexicano. En 1989 fue encarcelado el que parecía llevar sobre sus hombros todo el peso de tal estructura, Miguel Ángel Félix Gallardo. Estalla así una encarnizada y salvaje guerra no sólo en Ciudad Juárez, sino en todo el país, en la que los distintos cárteles se disputan el control del territorio, el control de la droga del país.
Imagínense una película de terror de serie B, visceral y salvaje. Pura y barata ficción. Esa es la realidad diaria de cada vez más ciudades mexicanas. Muchos niños quieren ser narcos, ser ricos de forma fácil y en poco tiempo, a costa de cualquier cosa; muchas niñas quieren casarse con narcos… Ésta es la sociedad que se está formando. Ése es el futuro al que el resto del mundo le damos la espalda, mientras no nos salpique claro. Cada tiro de coca que alguien se meta, cada compra, cada mirada hacia otro lado cuesta un feminicidio, un rapto, una tortura, una matanza, pero no parece importar demasiado porque la sangre todavía no nos ha salpicado.
Imagínense una película de terror de serie B, visceral y salvaje. Pura y barata ficción. Esa es la realidad diaria de cada vez más ciudades mexicanas.
Es difícil saber con exactitud lo que allí ocurre. Los periodistas viven y trabajan bajo amenazas de muerte, una realidad extendida a nivel mundial y de tendencia creciente, porque la información y su control son los pilares del poder, por lo que el papel de un periodismo sin censura resulta básico para una sociedad libre y democrática.
“Solo puede haber un buen gobierno cuando los periodistas tienen libertad para examinar, escrutar y criticar las políticas y las actuaciones”. Secretario General de la ONU y Directora General de la UNESCO
La periodista Anabel Hernández, autora de Los señores del narco, resulta todo un ejemplo de valentía. Investigó durante 5 años de forma meticulosa casos policiales abandonados, testimonios de expolicías y generales corruptos y un largo etcétera de valiosos documentos. Anabel cree que las altas esferas del gobierno dan apoyo al narcotráfico. Se han decantado por dar amparo al cártel de Sinaloa, que ha comenzado una encarnizada guerra contra los otros tres principales grupos. Anabel denunció, el 3 de mayo de 2011, ante la TV nacional que Genaro García Luna, Secretario General de Seguridad Pública, había contratado a policías federales para asesinarla. Ahora mismo se encuentra bajo protección policial. Un libro ha puesto en riesgo su vida. Pero es que el hecho de ejercer como tal, es ya un factor de riesgo. México es el país más peligroso del mundo para los periodistas; cada 10 días muere un periodista. Por ejemplo, en el año 2010 se registra la cifra de 15.000 periodistas asesinados.
Se encuentran ante el dilema bautizado como Plata o Plomo: Se ganan la “plata” arriesgando terminar con un “plomo” en la sien o algo mucho peor. Los profesionales de la información ejercen la autocensura, por miedo y por presiones externas. Se les impone por ejemplo, una agenda informativa por parte de poderes legales e incluso ilegales y la función de gatekeeper está siendo ejercida por grupos que tienen gran interés en mantener ocultas determinadas informaciones.
La mayoría sufren estrés postraumático, su rutina diaria consiste en documentar e informar sobre asesinatos múltiples, torturas, cuerpos decapitados, diluidos en ácido y otras barbaries. A algunos les llaman corresponsales de guerra. No llevan chalecos antibalas, ni cascos. Pero ahí están, piel con piel en medio de una guerra que se libra a plena luz del día, en la que cualquiera resulta vulnerable. Los narcos no ejecutan sin más, ahora buscan el morbo, provocan una prensa “amarillista”, cuanto más espectacular sea el asesinato, mayor cobertura tendrá en los medios y mayor será el alcance del miedo, del terror. La situación roza el absurdo, podemos incluso visitar múltiples perfiles de Facebook de narcotraficantes que suben las fotografías de sus brutales ejecuciones.
Su rutina diaria consiste en documentar e informar sobre asesinatos múltiples, torturas, cuerpos decapitados, diluidos en ácido y otras barbaries.
Pero el tráfico de polvo blanco no sólo genera terror y “narcobilletes”. Es más que latente toda una narcocultura de un alcance sobrecogedor en todo el país. Una música, los “narcocorridos”, una forma de vestir, la “narcoestética”, mitos sobre el armamento que utilizan, “narcoarquitectura”… incluso a la hora de los funerales, “narcofunerales”, todo un desafío ético y estético. Narco, narco, narco, narco. Esta cultura funciona como anestesia para la conciencia social. El espectáculo narco cubre con cortinas doradas la realidad. Ostentosidad y banalidad en estado puro, la tendencia narco implica poder, ser un ganador. El escritor mexicano Elmer Mendoza resume el pensamiento narco en una sola frase “Más vale vivir 5 años como rey que 50 como buey”.
Rosa María Robles, artista local de de Sinaloa, abrió una exposición llamada “Navajas” . El suelo estaba decorado con mantas a modo de alfombra manchadas de sangre, sangre real, de los cadáveres que cubrieron; fueron retiradas por la Fiscalía con la excusa de su utilidad como pruebas, pruebas que nunca utilizaron. En su lugar la artista colocó crudas fotografías de cadáveres encontrados en los últimos días, las cuales sí fueron permitidas, ya poco escandaliza a los mexicanos.
“Más vale vivir 5 años como rey que 50 como buey”, Elmer Mendoza.
Los narcos también han construido toda una industria musical. Cada cártel tiene a su grupo preferido, las letras narran las proezas de su cártel, ilustradas con videoclips. Los narcocorridos están actualmente prohibidos en las radios mexicanas, pero a su disposición en el saco del vendedor ambulante del barrio. El último grito de esta cultura ha llegado al cielo y ha engendrado hasta “narcosantos”. En la capilla del Santo Jesús Malverde, tras cada alijo de cocaína que llega a EEUU, un narco lanza un avemaría a su santo. Tras cada tiro de coca que te metas, un tiro alcanza a alguien y derrama su sangre.
¿Cómo frenar toda esta industria de la droga? Es el gobierno el que tiene que limpiar la corrupción policial, militar y la de su propio organismo. Son los consumidores, somos todos los que sabemos con certeza que tenemos que frenar el consumo de drogas, si nadie compra, nadie vende, nadie mata por vender. El problema es de una enorme profundidad, pero el abismo está oculto entre tanta banalidad y la peripecia que es el sobrevivir al día a día es algo aceptado como normal. Los demás países observamos esta decadencia moral y ética de la sociedad mexicana desde lo lejos, miramos por el rabillo del ojo como estalla una guerra sanguinaria, que está siendo silenciada, ya no es noticia, lo fue y ahora está enterrada entre el arrollo de noticias exprés que consumimos diariamente, todas por igual, aunque no tengan la más mínima importancia, haciéndonos olvidar lenta pero eficazmente lo que de verdad importa.