Todos para uno y uno para todos

La NBA es una competición especial. Sus particulares normas de límite salarial, su sistema de elección de jugadores o su calendario titánico de más de ochenta encuentros por temporada hacen de ella una liga apasionante que permite disfrutar a los aficionados al deporte de la canasta de forma ininterrumpida, durante aproximadamente medio año, del mejor baloncesto del mundo.

A pesar de sus múltiples encantos durante los últimos tiempos, una parte de los aficionados al baloncesto, especialmente en Europa, consideran que esta competición ya no es lo que era, que poco a poco se ha transformado en un negocio y que ha dejado de ser un espectáculo deportivo. Hasta el punto de haberse convertido en un show compuesto por equipos basados en superestrellas cuyo físico les permite esconder su limitado talento, dando como resultado una temporada plagada partidos donde los highlights son los auténticos reyes y donde no queda sitio para los jugadores inteligentes, para profesionales con buenos fundamentos y para el juego en equipo.

GregPopovich

Greg Popovich durante un encuentro de los Spurs | Fuente: Zimbio.com

A pesar de lo que dice el refranero popular, una mentira repetida mil veces jamás será una verdad. En el mundo del baloncesto profesional incluido. Las finales de la NBA de este año han servido para borrar de un plumazo todos estos tópicos gracias a San Antonio Spurs. Un equipo atípico en el baloncesto profesional americano, plagado de jugadores europeos y con la mejor circulación de balón que se puede ver en el mundo, jugadores con una IQ baloncestística muy por encima de la media y en la que la gran estrella es el conjunto, con permiso de sus tres mosqueteros Duncan,Ginobili y Parker.

Un tres más uno particular

El equipo tejano ha logrado en quince años lo que parecía imposible, forjar una dinastía en un mercado pequeño sin apenas traspasos de relumbrón, sin grandes fichajes en el mercado de agentes libres y sin crear un gran revuelo mediático fuera de la cancha. Desde que Greg Popovich y Tim Duncan comenzaron su historia juntos en 1997, esta ciudad de aproximadamente un millón de habitantes ha disfrutado de los éxitos de su equipo, pero sobretodo de baloncesto. Y qué baloncesto.

Las cifras hablan por si solas. Tres lustros de temporadas por encima del 60 por ciento de victorias, quince años seguidos clasificándose para play-offs y cuatro anillos contemplan a un entrenador cuyo método sirvió para competir contra grandes equipos como los Lakers de Shaquille O´Neal y Kobe Bryant, pasando por los segundos Bad Boys de Detroit, los Celtics del renovado Big Three, hasta llegar a los Beach Boys de Miami.

 “ha regalado a los aficionados más jóvenes el mejor baloncesto que nunca hayan podido ver”

Con el nuevo siglo Ginobili y Parker se unen al tandem Duncan-Popovich para crear un cuarteto de leyenda. Una suerte de mosqueteros del parqué que hacen suya la famosa frase del libro de Alejandro Dumas “todos para uno y uno para todos”, como metáfora del juego coral como seña de identidad de una franquicia que ha regalado a los aficionados más jóvenes el mejor baloncesto que nunca hayan podido ver.

El primer cuarto del tercer partido de de las últimas finales contra los Heat es el mejor ejemplo de lo que los Spurs han logrado, con sus tres primeros espadas como base sobre la que sumar el talento del resto de la plantilla, dando lugar a una de las mayores exhibiciones en la historia del deporte profesional americano. Una perfomance que no se quedó en fuegos de artificio sino que continuó durante todas las finales.

¿El premio a tan destacada actuación? Un merecido anillo de campeón que sirve para agrandar el fantástico palmarés del cuarteto Popovich-Duncan-Parker-Ginobili.

Ni D’Artagnan, Athos, Aramis y Porthos podrían haber firmado un trabajo en equipo como este.

Foto de portada: Sportilustrated.com